lunes, 31 de marzo de 2025

Ministerio cristiano evangélico: Manantial de Vida, Jeremías capítulo 5

Ministerio cristiano : Manantial de Vida, Audiolibro: La vida y los tiem...

EXODO PARTE 34

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M. CAPITULO 4 De nuevo debemos detenernos unos momentos al pie del monte Horeb, "detrás del desierto", para ver manifestarse de una manera extraordinaria la incredulidad del hombre, y la gracia ilimitada de Dios. "Entonces Moisés respondió, y dijo: He aquí que ellos no me creerán, ni oirán mi voz; porque dirán: "No te ha aparecido Jehová". (Vers. 1). ¡Cuán difícil es vencer la incredulidad del corazón del hombre, y cuan penoso le es a éste confiarse en Dios! Qué lento es el ser humano para aventurarse en alguna empresa confiando sólo en la simple promesa de Jehová! Todo está de acuerdo con la naturaleza humana, excepto esto. La más débil caña, visible para el ojo del hombre, es considerada por nuestra naturaleza como infinitamente más sólida, para fundamentar nuestra confianza, que la invisible "Roca de los Siglos". (Isaías 26:4). La naturaleza se precipitará sin vacilación hacia cualquier arroyo humano, o cisterna rota, antes que permanecer cerca de la fuente "de aguas vivas . (Jer. 2:13; 17:13). Nosotros deberíamos pensar que Moisés había visto y oído lo suficiente para poner fin a todos sus temores. El fuego consumidor, en la zarza que no se consumía; la gracia con toda su condescendencia; los grandes y preciosos títulos de Dios; la misión divina; la seguridad de la presencia de Dios, todas estas cosas deberían haber ahogado todo pensamiento de temor, y comunicar al corazón una firme seguridad. Sin embargo, Moisés continúa preguntando, y Dios respondiéndole; y, como hemos visto, cada pregunta viene a poner en evidencia una nueva gracia. "Y Jehová dijo: ¿Qué es eso que tienes en tu mano? Y él respondió: "Una vara". (Vers. 2). Jehová quería tomar a Moisés tal como era, y servirse de lo que él tenía en la mano. La vara, con la cual Moisés había conducido las ovejas de su suegro, iba a ser empleada para librar al Israel de Dios, para castigar al país de Egipto, para trazar a través de la mar un camino al pueblo redimido de Jehová, y para hacer manar el agua de la roca, a fin de refrescar las huestes sedientas de Israel en el desierto. Dios se sirve de los más débiles instrumentos para cumplir sus más gloriosos planes. "Una vara"; "un cuerno de carnero" (Josué 6:5); "un pan de cebada" (Jueces 7:13); "un vaso de agua" (1 Reyes 19: 6); "una honda de pastor" (1 Samuel 17:50); todo, en una palabra, puede servir, en las manos de Dios, para cumplir la obra que El se ha propuesto. Los hombres se imaginan que no se puede llegar a grandes resultados sino por grandes medios; pero no son así los caminos de Dios. El se sirve lo mismo de "un gusano que de "el sol ardiente"; y de "una calabacera" como de "un recio viento solano". (Véase Jonás 4.) Continuará...

domingo, 30 de marzo de 2025

Ministerio cristiano evangélico: Manantial de Vida, Jeremías capítulo 4

Ministerio cristiano : Manantial de Vida, Audiolibro: La vida y los tiem...

EXODO PARTE 33

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M. No puedo terminar este capítulo sin llamar la atención de mi lector cristiano a la importante declaración contenida en el versículo 15: "Y dijo más Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre, este es mi memorial por todos los siglos". Esta declaración entraña una verdad muy importante, que parece olvidada por gran número de cristianos, a saber: que la relación de Dios con Israel es una relación eterna. Además, que El es el Dios de Israel tan positivamente ahora, como lo era cuando visitó a su pueblo en el país de Egipto. Y que Dios se ocupa de Israel lo mismo ahora que entonces, si bien lo hace de una manera distinta. Su palabra es clara y explícita: "Este es mi nombre para siempre". Dios no dice: "Este es mi nombre por un tiempo, por tanto tiempo como Israel sea lo que debe ser", sino "Este es mi nombre para siempre", "este es mi memorial por todos los siglos". Que el lector medite bien estas palabras. "No ha desechado Dios a su pueblo, al cual antes conoció". (Rom. 11: 2). Obedientes o desobedientes, reunidos o dispersos, manifiestos entre las naciones o escondidos a su vista, los hijos de Israel son aun su pueblo, y Dios es el Dios de ellos. La declaración del versículo 15 que nos ocupa es irrefutable; y la Iglesia profesante no puede justificarse de ignorar una relación que Dios declara que debe durar "por todos los siglos". Tengamos cuidado de no transigir para dar otro sentido a esta declaración solemne: "Este es mi nombre para siempre". Dios quiere decir lo que dice; y pronto manifestará a los ojos de todas las gentes de la tierra que su relación con Israel es una relación eterna. "Porque sin arrepentimiento son las mercedes y la vocación de Dios". (Rom. 11: 29). "Yo soy", ha declarado que El era el Dios de Israel eternamente; y todos los gentiles serán llamados a comprender esta verdad y a inclinarse ante ella, como asimismo a reconocer que los designios providenciales de Dios hacia ellos, gentiles, y todos sus destinos, están unidos, de una manera o de otra, con ese pueblo favorecido y honrado, aunque juzgado y disperso ahora. "Cuando el Altísimo hizo heredar a las gentes, cuando hizo dividir los hijos de los hombres, estableció los términos de la tierra según el número de los hijos de Israel. Porque la parte de Jehová es su pueblo; Jacob la cuerda de su heredad". (Deut. 32: 8-9). ¿Ha dejado de ser verdad lo que Dios ha dicho? ¿Ha desechado Dios a su pueblo? ¿Su mirada amorosa no está fijada sobre las tribus dispersas de Israel, de tantos siglos perdidas a la vista de los hombres? ¿No están ya delante de El las murallas de Jerusalem, o su polvo ha dejado de ser precioso a sus ojos?. Continuará...

sábado, 29 de marzo de 2025

Ministerio cristiano evangélico: Manantial de Vida, Jeremías capítulo 3

Ministerio cristiano evangélico: Manantial de Vida

EXODO PARTE 32

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M. Toma el nombre de "Jehová Dios", en relación con el hombre. Luego, como el "Dios Todopoderoso", aparece a su siervo Abraham para afirmarle en la seguridad de que El cumpliría la promesa hecha respecto a su "simiente". Como "Jehová", se da a conocer a Israel, librándole de la esclavitud de Egipto, y conduciéndole al país de Canaán. Es así que Dios ha "hablado muchas veces y en muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas" (Hebreos 1:1); y el creyente, bajo la dispensación actual, poseyendo el Espíritu de adopción, puede decir: El que así se ha revelado, quien así ha hablado y el que así ha obrado, es mi Padre. No hay nada más interesante, o que sea prácticamente más importante en su género, que el estudio de estos grandes nombres que Dios toma en las diferentes dispensaciones. Estos nombres son siempre empleados en el más estricto acorde moral con las circunstancias en que han sido revelados; mas en el nombre "Yo soy", hay tal anchura, longura, profundidad y altura, que excede a todo humano entendimiento. Además, es importante notar que Dios toma ese título solamente en relación con su pueblo. No fué bajo ese nombre que se dirigió a Faraón, sino que cuando Dios le habla, toma el título imponente y majestuoso de "Jehová el Dios de los Hebreos", o sea, Dios en relación con ese mismo pueblo que Faraón procuraba aplastar. Esto habría debido bastar para que Faraón conociese la terrible posición que ocupaba con respecto a Dios. El nombre "Yo soy" no habría producido en un oído incircunciso más que un sonido vago, sin comunicar ninguna realidad divina al corazón incrédulo. Cuando Dios manifestado en carne hizo oír a los judíos infieles de tu tiempo estas palabras: "Antes que Abraham fuese Yo soy" (Juan 8:58), ellos tomaron piedras para apedrearle. Sólo el verdadero creyente puede, en alguna medida, experimentar el poder y gozar del valor de ese nombre inefable. "Yo soy", encierra para el creyente, por débil y vacilante que sea, una gloriosa y pura bendición. Aunque fué a su pueblo elegido que Dios mandó a Moisés para decir: "Yo soy me ha enviado a vosotros", este nombre, considerado en relación con los infieles, encierra un sentido profundamente solemne y una grande realidad. Si un hombre, viviendo en pecado, contempla un instante este título maravilloso, es imposible que pueda hacerlo sin preguntarse: ¿Cuál es, pues, mi estado en relación con ese Ser que se llama a sí mismo "Yo soy el que soy"? Si verdaderamente EL ES, ¿qué ES EL para mí? No deseo despojar esta pregunta de su solemnidad y potencia, respondiéndola yo mismo; pero anhelo que Dios la haga penetrar en la conciencia de todo lector que realmente tenga necesidad de ser escudriñado por ella. Continuará...

viernes, 28 de marzo de 2025

Ministerio cristiano evangélico: Manantial de Vida, Jeremías capítulo 2

Ministerio cristiano : Manantial de Vida, Audiolibro: La Autoridad de la...

EXODO PARTE 31

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M. Pero Moisés hace aun otra pregunta, porque el corazón del hombre está lleno de preguntas: "Y dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros; si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre? ¿qué les responderé?" (Vers. 13). Es sumamente extraño ver como el corazón humano razona y pregunta, cuando debe a Dios una obediencia implícita; pero lo que es más maravilloso todavía es la gracia que soporta tales razonamientos, y responde a cada una de nuestras preguntas, tomando ocasión de todas ellas para hacer resaltar algún nuevo rasgo de esta gracia soberana. "Y respondió Dios a Moisés: Yo soy el que soy. Y -dijo-: Así dirás a los hijos de Israel: Yo soy me ha enviado a vosotros". (Vers. 14). Este título que Dios toma aquí es maravillosamente significativo. Escudriñando en las Escrituras los diversos nombres con que Dios se revela, vemos que cada uno de esos nombres está en relación íntima con las distintas necesidades de aquellos con los cuales Dios se pone en relación. El se revela bajo los nombres de "Jehová-Jiré" (Jehová proveerá) Gén. 22:14; "Jehová-Nissi" (Jehová mi bandera) Exodo 17:15; "Jehová-Tsidkenou" (Jehová justicia nuestra) Jeremías 33:16; "Jehová-Schalom" (Jehová es paz) Jueces 6: 24; para satisfacer las necesidades de su pueblo y cuando se llama a sí mismo "Yo soy" este título encierra todos los demás nombres. ¡Qué maravillosa gracia la de ser llamado a caminar en compañía de Aquél que lleva tal nombre! Estamos en el desierto, y encontramos pruebas, aflicciones, y dificultades; pero mientras tanto que gocemos del privilegio de poder recurrir en todo tiempo y en todas las circunstancias al que se revela a nosotros en su gracia infinitamente variada, según todas nuestras necesidades y flaquezas, no debemos temer el desierto. Cuando Dios se disponía para hacer atravesar el desierto a su pueblo, fué cuando reveló su nombre a Moisés; y aunque el creyente pueda decir ahora "Abba Padre" por el Espíritu de adopción que mora en él, no por esto pierde el privilegio de poder gozar de la comunión con Dios en todas las diversas formas en que El se ha complacido manifestarse. El nombre de "Dios", por ejemplo, es un título que nos lo revela como obrando en la unidad de su propia esencia, manifestando su poder y su divinidad eterna en las obras de la creación. Continuará...

jueves, 27 de marzo de 2025

Ministerio cristiano evangélico: Manantial de Vida, Jeremías capítulo 1

Ministerio cristiano : Manantial de Vida, Audiolibro: La Autoridad de la...

EXODO PARTE 30

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M. Era preciso que fuese enseñado por Dios y enviado por El; y asimismo lo es para todos los que entran en una carrera de servicio y de testimonio para Cristo. Plegue a Dios que estas santas lecciones sean profundamente grabadas en nuestros corazones, para que todas nuestras obras lleven el sello de la autoridad y de la aprobación del Maestro. Pero tenemos aun algo más que aprender al pie del monte Horeb. El alma encuentra placer deteniéndose en este lugar. "Bien es que nos quedemos aquí". (Mateo 17:4). El lugar de la presencia de Dios es siempre un lugar de ejercicio, donde el corazón puede estar cierto de ser puesto en descubierto. La luz, que resplandece en esa santa presencia, manifiesta todas las cosas; y esta es nuestra gran necesidad en medio de las vanas pretensiones que nos rodean, del orgullo y de la propia satisfacción que están dentro de nosotros. Nosotros podríamos ser tentados de creer que en el mismo momento en que Moisés recibió el mensaje divino, respondió: "Heme aquí", o que dijo: "Señor, ¿qué quieres que haga?" Pero no; fué preciso que fuese conducido a ello. El recuerdo de su primera falta le hacía vacilar, sin duda alguna, porque cuando se obra sin Dios, en cualquier cosa, es seguro que sobreviene el desaliento. "Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel? (Vers. 11). Moisés, aquí, no se parece mucho al hombre que, cuarenta años antes, "pensaba que sus hermanos entendían que Dios les había de dar salud por su mano". (Hechos 7:25), ¡Tal es el hombre! Tan pronto demasiado rápido, tan pronto demasiado lento en el obrar. Moisés había aprendido muchas cosas después del día que mató al egipcio; había hecho grandes progresos en el conocimiento de si mismo, y este conocimiento le hacía desconfiado y temeroso. Evidentemente, Moisés no tenía aun suficiente confianza en Dios. Si yo miro a mí mismo, no haré "nada"; pero si miro a Cristo, "todo lo puedo". Y así, cuando Moisés, impulsado por la desconfianza y el temor, respondió: "¿Quién soy yo?" Dios -le replicó-: "Yo seré contigo" (Vers. 12). Esta respuesta hubiera debido satisfacerle. Si Dios es conmigo, ¡qué importa lo que soy yo o quién soy! Cuando Dios le dice: "Enviarte he" y "Yo seré contigo", el siervo está abundantemente provisto de autoridad y de potencia divina, y por lo tanto, debe estar perfectamente tranquilo y contento de ir allí donde Dios le envía. Continuara...

miércoles, 26 de marzo de 2025

Ministerio cristiano evangélico: Manantial de Vida, Isaías capítulo 66

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EXODO PARTE 29

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
EXODO Por C.H.M. Lo contrario acontece a aquel que se alimenta con los frutos de su ministerio, y que toma placer en los goces que le procura, o con la atención que inspira y el interés que despierta; el tal se parece a una cañería que conduciendo el agua a los demás, no guarda para sí más que el orín que la oxida. Es bien deplorable, en efecto, el hallarse en una condición parecida; y sin embargo, es en realidad la situación en que se encuentra todo siervo que se ocupa más de la obra y de sus resultados que del Maestro y de su gloria. Nosotros debemos juzgarnos severamente sobre este asunto. El corazón es engañoso y el enemigo es hábil; es por esto que tenemos gran necesidad de prestar seria atención a esta palabra de exhortación: "Sed templados, y velad". (1 Pedro 5: 8). Cuando el alma ha sido llevada al convencimiento de los numerosos y variados peligros que rodean al siervo de Cristo, ella está en estado de comprender la necesidad que tiene de permanecer mucho tiempo a solas con Dios: allí se vive feliz y en seguridad. Cuando nosotros empezamos nuestra obra, continuándola y terminándola a los pies del Maestro, nuestro servicio es el verdadero servicio rendido a Cristo. Después de todo lo que acabamos de decir, debe ser evidente para mi lector que el aire que se respira "detrás del desierto" es un aire muy saludable para todo siervo de Cristo. Horeb es el verdadero punto de partida de todos aquellos a quienes Dios envía para trabajar por El. Fué en Horeb que Moisés aprendió a descalzar sus pies y a cubrir su rostro. Cuarenta años antes Moisés quiso empezar su obra; pero ese movimiento de impaciencia era prematuro. Fué en la soledad de la montaña de Dios, y de en medio de la zarza ardiendo, que salió el mensaje divino resonando en sus oídos de servidor dispuesto: "Ven por tanto ahora, y enviarte he a Faraón, para que saques a mi pueblo, los hijos de Israel, de Egipto." (Vers. 10). En este mandato había la verdadera autoridad de Aquel que hablaba. Hay una inmensa diferencia entre ser enviado de Dios, y correr sin ser enviado; es evidente que Moisés no estaba preparado para el servicio cuando, al principio, él quiso comenzar la obra matando al Egipcio y procurando poner paz entre sus hermanos. Si nada menos que cuarenta años de disciplina secreta eran necesarios, ¿cómo habría podido cumplir él su obra de otra manera? Continuará...

martes, 25 de marzo de 2025

Ministerio cristiano evangélico: Manantial de Vida, Isaías capítulo 65

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EXODO PARTE 28

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M. Tal es, pues, el doble carácter de la revelación hecha a Moisés en el monte Horeb. La santidad y la gracia se hallaban reunidas en lo que él vio y oyó. Y esos dos elementos se hallan siempre, como sabemos, en todas las obras y revelaciones de Dios caracterizándolas de una manera especial; y así debieran caracterizar igualmente la vida de todos aquellos que, de una manera o de otra, trabajan para el Señor o tienen comunión con El. Todo siervo fiel es enviado desde la presencia inmediata de Dios, con toda la gracia y la santidad que moran allí; él es llamado a ser santo y lleno de gracia, para reflejar en el mundo ese doble rasgo del carácter de Dios, y para esto, no es solo necesario que venga de su presencia, sino que permanezca, en espíritu, habitualmente en ella. Este es el verdadero secreto de un servicio eficaz. Para poder trabajar para Dios exteriormente, es preciso estar con El interiormente. Es necesario que yo me mantenga en el santuario secreto de su presencia, o de lo contrario, fracasaré completamente en mi servicio. Muchos faltan en este particular y sucumben. Nosotros corremos el grave peligro de salirnos de la solemnidad y calma de la presencia divina, arrastrados por la excitación de un servicio activo y por la agitación que en nosotros producen nuestras relaciones con el mundo. Debemos velar cuidadosamente sobre nosotros mismos en este particular. Si perdemos esta santa disposición de espíritu representada aquí por "los pies descalzos", nuestro servicio será bien pronto insípido y sin provecho. Si consentimos que nuestra obra se interponga entre nuestro corazón y el Maestro, ella no valdrá gran cosa. No podemos servir a Cristo de una manera eficaz sino en la medida que gozamos de El. Cuando el corazón se ocupa de las perfecciones que nos atraen poderosamente hacia El, nuestras manos le sirven de la manera más agradable a sus ojos, y más digna de su nombre. De modo que nadie puede presentar a Cristo delante de las almas a menos que él mismo no se nutra de Cristo en lo íntimo de su ser. Podrá, ciertamente, predicar un sermón, hacer un discurso, orar, escribir libros, y cumplir desde el principio al fin todos los actos exteriores de un siervo; pero con todo esto, no sirve a Cristo. El que quiere presentar a Cristo a los demás debe ocuparse de Cristo él mismo. ¡Feliz el hombre que sirve así, cualquiera que sea el éxito de su trabajo, o el acogimiento que se haga a su servicio! Porque aunque ese ministerio no llamase la atención ni ejerciese ninguna influencia visible, o no produciese resultados manifiestos, el que de tal manera sirve, tiene en Cristo un dulce y feliz retiro, y halla en El una parte asegurada que nada ni nadie puede quitarle jamás. Continuará...

lunes, 24 de marzo de 2025

Ministerio cristiano evangélico: Manantial de Vida, Isaías capítulo 64

Ministerio cristiano : Manantial de Vida, Audiolibro: La Autoridad de la...

EXODO PARTE 27

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M. La gracia del Dios de Abraham, y Dios de la posteridad de Abraham, gracia absoluta, gratuita e incondicional, brilla aquí con todo su esplendor sin ser obscurecida por los "si" y los "pero", los propósitos, las resoluciones y las condiciones del espíritu legalista del hombre. Dios había descendido para manifestarse a sí mismo en gracia soberana, para operar la obra de la salvación perfecta, y poner en ejecución la promesa hecha a Abraham, y confirmada luego a Isaac y Jacob. Dios no había descendido para ver si, de hecho, los que eran el objeto de esta promesa se hallaban en tales condiciones que mereciesen su salvación. No; ellos tenían necesidad de esta salvación, y esto era suficiente para El, Jehová había considerado la opresión bajo la cual gemían; había visto sus dolores, sus lágrimas, sus suspiros y su dura esclavitud, porque, bendito sea su Nombre, "El cuenta las idas y las venidas de su pueblo, y pone sus lágrimas en su redoma". (Salmo 56: 8); Dios no fué atraído hacia Israel por sus méritos ni por sus virtudes; no fué por algo bueno que El hubiese visto en ellos. Y para decirlo en una palabra, el verdadero fundamento de la intervención misericordiosa de Jehová en favor de su pueblo nos es revelado en estas palabras: "Yo soy el Dios de Abraham" y "Yo he visto la aflicción de mi pueblo". Estas palabras nos revelan un gran principio fundamental de las obras de Dios. Dios obra siempre en virtud de lo que El es. "Yo soy", asegura todas las cosas para "Mi pueblo". Es cierto que Jehová no podía dejar a su pueblo en medio de los hornos de ladrillo de Egipto, y bajo el látigo de los capataces de Faraón. Era su pueblo; y por lo tanto, quería obrar, con respecto a ese pueblo, de una manera que fuese digna de su grandeza y de su poder. El hecho que Israel fuese el pueblo de Dios, el objeto favorecido de su amor y de su elección, el poseedor de su promesa incondicional, era suficiente para asegurarle todas las cosas. Nada podía impedir la manifestación pública de la relación que existía entre Dios y aquellos a quienes, según sus consejos eternos, había sido asegurada la posesión de la tierra de Canaán. Había descendido para librarles, y todos los poderes de la tierra y del infierno reunidos, no habrían podido retenerlos cautivos ni una hora más del tiempo fijado por El. Dios pudo servirse, y se sirvió en efecto de Egipto, como de una escuela en la que estaba Faraón como maestro; pero una vez cumplida su misión, el maestro y la escuela son puestos a un lado, y su pueblo libertado con mano

domingo, 23 de marzo de 2025

Ministerio cristiano evangélico: Manantial de Vida, Isaías 63

Ministerio cristiano : Manantial de Vida, Audiolibro: La Autoridad de la...

EXODO PARTE 26

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M. Así como es una gloriosa verdad que Dios, por su Santo Espíritu, mora en cada uno de los miembros de la Iglesia, y que este Espíritu comunica un carácter de santidad al individuo, es también igualmente cierto que El mora en la congregación, y que, por consiguiente, la congregación debe ser santa. El centro, alrededor del cual los miembros son reunidos, es nada menos que la persona de un Cristo vivo, victorioso y glorificado. El poder que los une es la potencia del Espíritu Santo; y el Señor, Dios Todopoderoso, mora en ellos y entre ellos. (Véase Mat. 18:20; 1Cor. 6:19; 3:16-17; Efesios 2:21-22). Si tal es la santidad y dignidad que pertenecen a la morada de Dios, es evidente que nada impuro, ya sea en principio o en práctica, debe ser tolerado. Todos los que están en relación con esta habitación, deberían sentir la importancia y solemnidad de estas palabras: "El lugar en que estás, tierra santa es". "Si alguno violare el templo de Dios, Dios destruirá al tal". (1 Cor. 3:17). Estas palabras son dignas de la más seria atención de parte de todos los miembros de la asamblea de Dios, y de aquellos que como "piedras vivas" forman parte de su santo templo. ¡Aprendamos, pues, todos nosotros, a pisar los atrios de Jehová con los pies descalzos! Bajo todos los aspectos, las visiones del monte Horeb rinden testimonio al mismo tiempo a la gracia y a la santidad del Dios de Israel. Si la santidad de Dios es infinita, su gracia lo es también; y así como la manera en que El se reveló a Moisés nos hace conocer la primera, el mero hecho de revelarse atestigua la segunda. Dios descendió hasta nosotros, porque El es misericordioso, mas luego de haber descendido es necesario que se revele como Santo. "Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios". (Vers. 6). La naturaleza humana se esconde siempre en la presencia de Dios; y cuando nosotros estamos ante su presencia, teniendo nuestros pies descalzos y el rostro cubierto; es decir, en la disposición de alma que esos actos simbolizan tan admirablemente, nos hallamos en las condiciones precisas para poder escuchar los dulces acentos de la gracia. Cuando el hombre ocupa el lugar que le corresponde, Dios puede hablarle con el lenguaje de la misericordia divina. "Y dijo Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto y he oído su clamor a causa de sus exactores: pues tengo conocidas sus angustias; y he descendido para librarlos de mano de los Egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel... El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen". (Vers. 7-9). Continuará...

sábado, 22 de marzo de 2025

Ministerio cristiano evangélico: Manantial de Vida, Isaías 62

Ministerio cristiano : Manantial de Vida, Audiolibro: Simón Pedro, su vi...

EXODO PARTE 25

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M. El Antiguo y el Nuevo Testamento encierran varios casos donde Dios se manifiesta como "fuego consumidor"; hallamos un ejemplo de ello en Levítico 10, donde vemos que el fuego devora a Nadab y Abiú. Jehová habitaba en medio de su pueblo, y quería mantener a este en una posición que fuese digna de El. Dios no podía hacer otra cosa. No sería provechoso para su gloria ni para los suyos, si El tolerase en los que le pertenecen cualquier cosa incompatible con la pureza de su presencia. Es preciso que la morada de Dios sea santa. La misma cosa vemos cuando se trata del pecado de Achán (Josué 7), donde se nos muestra que Dios no puede sancionar el mal con su presencia, cualquiera que sea la forma que el mal revista, ni por oculto que pueda ser. Jehová es "fuego consumidor", y como tal, El debía obrar con respecto a toda especie de mal que podía manchar la congregación de Israel, en medio de la cual El habitaba. Procurar unir la presencia de Dios con un pecado no juzgado, es el último distintivo de la impiedad. Ananías y Safira (Hechos 5) nos enseñan la misma y solemne lección. Dios habitaba en la Iglesia por el Espíritu, no solamente como una influencia, sino como una persona divina; y de tal manera, que no se podía "mentir al Espíritu Santo". La Iglesia era, y es aun, la morada de Dios; y El es quien debe gobernar y juzgar en medio de ella. Los hombres pueden vivir en unión con la impostura, la concupiscencia y la hipocresía; pero Dios no puede hacerlo. Si queremos que Dios habite con nosotros, debemos juzgar todos nuestros caminos, si no, El los juzgará por nosotros. (Véase 1 Cor. 11: 29-32). En cada uno de los casos citados y en muchos más que podríamos aducir, hallamos la fuerza de estas solemnes palabras: "La santidad conviene a tu casa, oh Jehová". (Salmo 93:5). Para aquel que la ha comprendido, esta verdad producirá siempre sobre él un efecto moral análogo al que ejerció sobre Moisés: "No te llegues acá; quita tus zapatos de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es". (Vers. 5). El lugar de la presencia de Dios es santo, y sólo se puede caminar por él con los pies descalzos. Dios, habitando en medio de su pueblo, comunica a toda la asamblea de ese pueblo un carácter de santidad que es el fundamento de todo afecto santo y de toda santa actividad. El carácter de la habitación deriva del carácter de Aquel que la habita. La aplicación de este principio al caso de la Iglesia, que es ahora la morada de Dios por su Espíritu, es de la mayor importancia práctica. Continuará...

viernes, 21 de marzo de 2025

Ministerio cristiano evangélico: Manantial de Vida, Isaías capítulo 61

Ministerio cristiano : Manantial de Vida, Audiolibro: Simón Pedro, su vi...

EXODO PARTE 24

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M. "Oír", es una parte indispensable de la obra del siervo; es preciso que se mantenga frecuentemente en la presencia del maestro, a fin de saber lo que debe hacer. "El oído" y "la lengua" están íntimamente unidos en diferentes aspectos; y si, bajo el punto de vista moral o espiritual, el oído está cerrado y la lengua desatada, no hay duda que se dirán muchas necedades y locuras. "Por esto, mis amados, todo hombre sea pronto para oír tardío para hablar". (Santiago 1:19). Esta exhortación oportuna se apoya sobre dos hechos, a saber: que todo lo que es bueno viene de arriba, y que el corazón está lleno de maldad siempre presto a desbordarse. Por esta causa es necesario que el oído esté abierto y la lengua refrenada; ciencia bien admirable y original; ciencia en la cual Moisés hizo grandes progresos "detrás del desierto", y que todos pueden adquirir con tal que estén dispuestos a aprender en la misma escuela. "Y apareciósele el Angel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora, y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema". (Vers. 2-3). Efectivamente, era una grande visión que una zarza ardiendo no se consumiera. La corte de Faraón no habría podido ofrecer nada semejante a los cortesanos. Pero, además de ser grande, esta visión era el símbolo de la gracia, que, en medio del horno de Egipto, guardaba los elegidos sin que fuesen consumidos. "Jehová de los ejércitos es con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob". (Salmo 46:7). En esta palabra se halla fuerza y seguridad, victoria y paz. Dios con nosotros, Dios en nosotros, y Dios por nosotros: de nada más tenemos necesidad. Nada más interesante e instructivo que meditar la manera en la cual Jehová se dignó revelarse a Moisés, en este pasaje que nos ocupa. Dios iba a darle el encargo de sacar a su pueblo de Egipto, a fin de que ese pueblo fuese su asamblea, para habitar en medio de él así en el desierto, como en la tierra de Canaán; y es de en medio de una zarza ardiendo que El le da su mensaje. ¡Símbolo hermoso, justo y solemne, de Jehová, habitando en medio del pueblo elegido y rescatado! "Nuestro Dios es fuego consumidor", (Hebreos 12:29), no para consumirnos a nosotros, sino para consumir todo lo que, en nosotros y a nuestro alrededor, es contrario a su santidad, y por consiguiente, un peligro para nuestra verdadera felicidad eterna. "Tus testimonios son muy firmes; la santidad conviene a tu casa, oh Jehová, por los siglos y para siempre". (Salmo 93:5). Continuará,,,

jueves, 20 de marzo de 2025

Ministerio cristiano evangélico: Manantial de Vida, Isaías capítulo 60

Ministerio cristiano : Manantial de Vida, Audiolibro: Simón Pedro, su vi...

EXODO PARTE 23

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M. Sería tan lógico encerrarlo durante diez años en una mina de hulla para ponerle en condiciones de discutir sobre las propiedades de la luz y de la sombra, como hacerle caminar a través del lodazal de la mitología pagana, a fin de prepararle para interpretar los oráculos de Dios, o de hacerle capaz de pastorear el rebaño de Cristo. Haga Dios que tú, querido lector, puedas conocer por tu propia experiencia lo que significa estar "detrás del desierto", en ese lugar sagrado, donde la humana naturaleza es ahajada hasta el polvo, y donde Dios es exaltado. Allí, los hombres y las cosas, el mundo y el "yo", las circunstancias presentes y su influencia, todo es estimado en su justo valor. Sólo allí hallarás una balanza puesta en el fiel divino, justa y propia para pesar todo lo que hay en tu interior, así como lo que te rodea. Allí no hay falsos colores, ni galas ficticias, ni vanas pretensiones. El enemigo de las almas no tiene el poder de dorar la arena de ese santo lugar. Todo es realidad; los pensamientos del corazón son justos en todas las cosas, y se elevan por encima de la febril influencia de los negocios del mundo. El tumulto aturdidor, la agitación, y la confusión de Egipto, no penetran en ese lugar retirado; no se oye el ruido del mundo comercial y financiero; el ambiente no está impregnado de ambiciones; la tentación de la gloria mundana desaparece y la sed de oro no se deja sentir. Los ojos no son obscurecidos por la concupiscencia; el corazón no se hincha de orgullo; la adulación de los hombres no envanece, ni sus censuras desaniman. En una palabra, todo es puesto a un lado, excepto la luz y la calma de la presencia divina; sólo la voz de Dios se deja oír; su luz gloriosa ilumina; sus pensamientos son recibidos en el corazón. Tal es el lugar donde deben ir todos los que quieran ser aptos para el ministerio, y donde deben quedarse si desean trabajar con éxito en la obra. Pidamos a Dios que todos los que aparecen en escena para servir en público conozcan por experiencia lo que es respirar la atmósfera de este santo lugar. Entonces habría menos tentativas infructuosas en el ejercicio del ministerio, pero en cambio, éste sería más eficaz para la gloria de Cristo. Examinemos ahora lo que vio y oyó Moisés "detrás del desierto". Como ya hemos dicho, él aprende allí lo que está muy por encima de la inteligencia de los más eminentes sabios de Egipto. A la razón humana puede parecerle una extraña pérdida de tiempo el que un hombre como Moisés deba pasar cuarenta años en el desierto guardando ovejas. Continuará...

miércoles, 19 de marzo de 2025

Ministerio cristiano evangélico: Manantial de Vida, Isaías capítulo 59

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EXODO PARTE 22

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M. Nosotros habríamos podido creer que la educación de Moisés estaba terminada en el momento en que se halló en posesión de toda la sabiduría de los Egipcios y gozando al mismo tiempo de las ventajas que le ofrecía a este efecto la vida de la corte. Nosotros habríamos podido suponer que en un hombre tan privilegiado, hallaríamos no solo una instrucción sólida y extensa, sino también una distinción tal en sus maneras, que le harían apto para cumplir toda especie de servicio. Pero ver a un tal hombre, tan bien dotado e instruido, ser llamado a abandonar su alta posición para ir a apacentar ovejas detrás del desierto, es una cosa incomprensible para el hombre, algo que humilla su orgullo y su gloria hasta el polvo, manifestando a todos los ojos que las ventajas humanas tienen poco valor delante de Dios, menos que esto, todas las ventajas son consideradas como "estiércol" ante los ojos del Señor, y ante los de aquellos que han aprendido en su escuela. (Fil. 3:8). Hay una inmensa diferencia entre la enseñanza humana y la divina. La primera tiene por fin el cultivar y enaltecer la naturaleza humana, mientras que la segunda empieza por "secarla" y ponerla a un lado. (Isaías 40:6-8; 1Pedro 1:24). "Mas el hombre animal no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son locura, y no las puede entender, porque se han de examinar espiritualmente". (1 Cor. 2:14). Podéis esforzaros tanto como queráis en educar e instruir al hombre natural, sin que jamás lleguéis a hacer de él un hombre espiritual. "Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es". (Juan 3:6). Si alguna vez el hombre natural cultivado ha podido esperar tener éxito en el servicio de Dios, ese fué Moisés; él era "grande", "sabio" y "poderoso en sus dichos y hechos" (Hechos 7:22); y sin embargo, él debía aprender alguna cosa más "detrás del desierto," que las escuelas de Egipto no le habrían enseñado nunca. Pablo aprendió en Arabia lo que jamás habría aprendido a los pies de Gamaliel. Nadie puede enseñar como Dios, y es necesario que todos los que quieran aprender de El, estén a solas con El. Moisés recibió en el desierto las lecciones más preciosas, más profundas, más poderosas y más durables; y es allí donde deben encontrarse todos los que quieran ser formados para el ministerio. Guárdese el lector de suponer que en estas reflexiones nos proponemos despreciar en lo más mínimo el valor de una instrucción realmente útil, o la cultura de las facultades intelectuales. No es esta en ninguna manera nuestra intención. Continuará...

martes, 18 de marzo de 2025

Ministerio cristiano evangélico: Manantial de Vida, Isaías capítulo 58

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EXODO PARTE 21

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M. Tal vez se pregunte: si esto es así, ¿cómo, pues, se podrá responder a la necesidad apremiante de obreros que siempre se ha hecho sentir, si es necesario que todos pasen por una educación secreta tan prolongada? A esto respondemos que se trata de un asunto del Maestro y no nuestro. Es El quien sabe llamar los obreros, y quien sabe también prepararlos. En ninguna manera es ésta la obra del hombre. Si El toma mucho tiempo para la educación de tal hombre, es porque así lo juzga bueno, pues si otra fuese su voluntad, sabemos que un instante le bastaría para llevar a cabo esta obra. Una cosa es evidente, y es la siguiente, que Dios ha tenido a todos sus siervos mucho tiempo a solas con El, ya fuese antes, o después de su entrada en el ministerio público; y que sin esta disciplina, sin esta experiencia en secreto, nosotros nunca seremos más que unos teóricos estériles y superficiales. Aquel que se aventura en una carrera pública sin haberse pesado debidamente en la balanza del santuario, y sin medirse de antemano en la presencia de Dios, se parece a un navío dándose a la vela sin haberse equipado convenientemente, cuya suerte indudable es el naufragio al primer embate del viento. Por el contrario, aquel que ha pasado por las diferentes clases de la escuela de Dios, posee una profundidad, una solidez y una constancia, que forman la base esencial del carácter de un verdadero siervo. Por esta razón, cuando vemos a Moisés alejado, a la edad de cuarenta años, de todos los honores y de la magnificencia de una corte, para pasar otros cuarenta años en la soledad del desierto, podemos esperar verle emprender una notable carrera de servicio. La mano del hombre es inhábil para formar un vaso para honra, santificado, y útil para los usos del Señor". Solo Dios es capaz de ello. "Y apacentando Moisés las ovejas de Jethro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas detrás del desierto, y vino a Horeb, monte de Dios". (Cap. 3:1). ¡Qué cambio en la vida de Moisés! En el Génesis, capítulo 46:34, hemos visto que "los Egipcios abominan todo pastor de ovejas", sin embargo, Moisés, que estaba instruido "en toda la sabiduría de los Egipcios", es trasladado desde la corte de Egipto, a una montaña "detrás del desierto", para apacentar un rebaño de ovejas y prepararse para el servicio de Dios. Seguramente, "no es ese el modo de obrar del hombre", ni el curso natural de las cosas; es un camino incomprensible para la carne y la sangre. Continuará...

lunes, 17 de marzo de 2025

Ministerio cristiano evangélico: Manantial de Vida, Isaías capítulo 57

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.EXODO PARTE 20

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M. CAPITULO 3 Continuemos la historia personal de Moisés, y consideremos este gran siervo de Dios durante el período tan interesante de su vida en el retiro, período que comprende los cuarenta mejores años de su existencia, si puede decirse así. El Señor, en su bondad, su sabiduría y su fidelidad, condujo su siervo aparte, lejos de la mirada y de los pensamientos de los hombres para educarle bajo su dirección inmediata. Moisés tenía necesidad de ello. Es verdad que Moisés había pasado sus primeros cuarenta años en el palacio de Faraón; y si bien su estancia en la corte del rey no fué sin provecho para él, todo lo que había aprendido allí no era nada en comparación con lo que aprendió en el desierto. El tiempo pasado en la corte podía serle útil, mas la estancia en el desierto le era indispensable. Nada puede reemplazar la comunión secreta con Dios, ni la educación que se recibe en su escuela y bajo su disciplina. "Toda la sabiduría de los egipcios" no le habría hecho apto para el servicio al cual él debía ser llamado. Habría podido seguir una brillante carrera en las escuelas de Egipto, y salir de ellas cubierto de honores literarios, con la inteligencia enriquecida con vastos conocimientos, y el corazón lleno de orgullo y vanidad. Habría podido tomar sus títulos en la escuela de los hombres, sin haber aprendido aun el A, B, C, en la escuela de Dios. Porque la sabiduría y la ciencia humana, por mucho valor que tengan, no pueden hacer de un hombre un siervo de Dios, ni dar la aptitud necesaria para cumplir un deber cualquiera en el servicio divino. Los conocimientos humanos pueden hacer capaz al hombre no regenerado para llenar un papel importante delante del mundo; pero es necesario que aquel que Dios quiere emplear en su servicio, esté dotado de cualidades bien diferentes, que sólo se adquieren en el santo retiro de la presencia de Dios. Todos los siervos de Dios han debido aprender por experiencia la verdad de lo que acabamos de decir: Moisés en Horeb, Elías en el arroyo de Cherith, Ezequiel junto al río de Chebar, Pablo en Arabia y Juan en la isla de Patmos. Y si consideramos a Jesús, el Siervo divino, vemos que el tiempo que pasó en el retiro fué diez veces mayor que el de su ministerio público. Aunque Jesús fué perfecto en inteligencia y voluntad, pasó treinta años en el humilde hogar de un pobre carpintero de Nazaret antes de manifestarse al pueblo. Y luego, una vez emprendida su obra, ¡cuántas veces le vemos alejarse de las miradas de los hombres para gozar en "un lugar aparte" de la dulce y santa presencia de su Padre! Continuará...

domingo, 16 de marzo de 2025

Ministerio cristiano evangélico: Manantial de Vida, Isaías capítulo 56

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EXODO PARTE 19

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M. Ya sea que contemplemos a Cristo manifestado en gloria, o escondido a la vista del mundo, la Iglesia le está íntimamente unida. Y, como el mundo no puede verle ahora, tampoco puede conocer a ese cuerpo que se llama la Iglesia, y que es UNO con El. "EL mundo no nos conoce, porque no le conoce a él". (1 Juan 3:1). Muy pronto aparecerá Cristo en su gloria, y la Iglesia aparecerá con El. "Cuando Cristo, nuestra vida, se manifestáre, entonces nosotros también seremos manifestados con él en gloria". (Col. 3:4) y aún "Y yo, la gloria que me diste les he dado; para que sean consumadamente una cosa, como también nosotros somos una cosa. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean consumadamente una cosa; y que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado, como a mí también me has amado." (Juan 17: 22-13). Tal es la gloriosa y santa posición de la Iglesia. Ella es UNA con Aquel que es desechado del mundo, pero que ocupa el trono de la Majestad en los cielos. El Señor Jesús se ha hecho responsable por ella en la cruz, a fin de que ella participe de su vilipendio presente y de su gloria venidera. ¡Plegue a Dios que todos los que forman parte de ese cuerpo, tan gloriosamente privilegiado, sean profundamente compenetrados del sentimiento inteligente del camino que les conviene seguir, y del carácter de que deben estar revestidos aquí abajo! Entonces, seguramente que todos los hijos de Dios responderían más plena y claramente a este amor inmenso con que han sido amados, a la salvación que les ha sido dada; y a la dignidad a que han sido elevados. La vida del cristiano debiera ser siempre el resultado natural de un privilegio comprendido y realizado, y no el resultado forzado de promesas y resoluciones legales; el fruto natural de una posición conocida y de la cual se goza por la fe, y no el fruto de los propios esfuerzos del hombre para llegar a una posición "por las obras de la ley". Todos los verdaderos creyentes son una parte de la Esposa de Cristo; por lo tanto, deben a Cristo los afectos que corresponden a esta relación. ¡Que sea así, Señor, con todo tu pueblo bien amado, que tú has rescatado al precio de tu sangre preciosa! En Juan 17:21-23, se trata de dos uniones distintas o diferentes. La primera es la unión cuyo sostenimiento fue puesto bajo la responsabilidad de la Iglesia, y que ha fracasado completamente, la segunda es la unión que Dios cumplirá infaliblemente, y que manifestará en la gloria. Si el lector lee atentamente este pasaje, se convencerá fácilmente de esta diferencia, ya sea en cuanto al carácter, como al resultado de estas uniones. Continuará...

sábado, 15 de marzo de 2025

Ministerio cristiano evangélico: Manantial de Vida, Isaías capítulo 55

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EXODO PARTE 18

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M. "Padre, -dice-, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, ellos estén también conmigo; para que vean mi gloria que me has dado; por cuanto me has amado desde antes de la constitución del mundo". (Juan 17:24). Tales eran los pensamientos de Cristo con respecto a su pueblo, y nosotros podemos juzgar hasta que punto Moisés simpatizó con estos pensamientos benditos. Indudablemente, él participó en alto grado del mismo espíritu que su Maestro, y mostró ese espíritu, sacrificando de su propia voluntad toda consideración personal y asociándose, sin ninguna reserva, al pueblo de Dios. En el capitulo siguiente consideraremos de nuevo los hechos y el carácter personal de este gran siervo de Dios, limitándose aquí a considerarlo como un tipo del Señor Jesús. Según lo que leemos en Deuteronomio 18:15, "Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis" (compárese Hechos 7:37), es evidente que Moisés era un tipo de Cristo. No nos entregamos pues a la fantasía del hombre considerando a Moisés como un tipo, sino que seguimos la enseñanza clara y expresa de las Escrituras, que en los últimos versículos del capítulo 2 del Exodo, nos presenta este mismo tipo bajo dos aspectos: primero, (vers. 14 y Hechos 7:27-28), siendo rechazado por Israel; y a continuación en su unión con una mujer extranjera del país de Madián. (Vers. 21-22). Hemos desarrollado ya estos dos puntos, en cierta medida, tratando de la historia de José, quien, rechazado por sus hermanos según la carne, se unió a una mujer egipcia. El rechazamiento de Cristo por Israel y su unión con la Iglesia están representadas ambas cosas en figura en la historia de José como en la de Moisés; pero bajo dos aspectos distintos. En la historia de José, se ve la manifestación de la enemistad positiva contra su persona; en la de Moisés se trata más bien del rechazamiento de su misión. De José está escrito que: "sus hermanos aborrecíanle, y no le podían hablar pacíficamente". A Moisés, le dijeron: "¿Quién te ha puesto a ti por príncipe y juez sobre nosotros?" En una palabra, el primero fué personalmente aborrecido; el segundo, públicamente rechazado. Lo mismo acontece en cuanto a la manera en que el gran misterio de la Iglesia es representado en la historia de estos dos santos del Antiguo Testamento. Asenath representa una fase de la Iglesia del todo diferente de la que es representada por Séphora. Asenath fué unida a José durante el tiempo de su exaltación; Séphora fué la compañera de Moisés durante el tiempo de su vida obscura en el desierto. (Compárese Gén. 41: 41-45 con Ex. 2:15; 3:1). José y Moisés fueron, los dos, rechazados por sus hermanos en la época de su unión con mujeres extranjeras; mas el primero era gobernador sobre toda la tierra de Egipto, y el último apacentaba un rebaño "detrás del desierto". Continuará...

viernes, 14 de marzo de 2025

Ministerio cristiano evangélico: Manantial de Vida, Isaías capítulo 54

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EXODO PARTE 17

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M. Y tal era el corazón de Moisés, por la gracia de Dios. Por esto, con toda la energía y con todos los afectos de ese corazón, Moisés se lanzó, cuerpo, alma y espíritu, en medio de sus hermanos oprimidos "escogiendo antes ser afligido con el pueblo de Dios". Y así es que fué "por la fe" que él obró así. Pesa bien este asunto, querido lector: Nosotros no debemos contentarnos con desear el bien del pueblo de Dios, o con ocuparnos de él, o de hablar benévolamente en su favor; nuestro deber es de identificamos plenamente con él, por despreciado y perseguido que sea. Un corazón generoso y benévolo puede hallar cierto placer en patrocinar el cristianismo; pero es otra cosa del todo distinta el identificarse con los cristianos y sufrir con Cristo. Una cosa es ser protector, y otra cosa ser mártir; y estas dos cosas se distinguen bien en las Escrituras desde el principio al fin. Abdías tuvo cuidado de los testigos de Dios, mas Elías fué un testigo para Dios (1 Reyes 18: 3, 4). Darío sentía tal afecto por Daniel que, a causa de él, pasó una noche sin conciliar el sueño; pero Daniel pasó la misma noche en el foso de los leones, como un testigo de la Verdad. (Dan. 6:18). Nicodemo se aventuró a pronunciar una palabra por Cristo, pero un conocimiento más profundo del Maestro le habría llevado a identificarse con El. Estas consideraciones son eminentemente prácticas. El Señor Jesús no tiene necesidad de protectores; El quiere verdaderos compañeros. La verdad que le concierne nos ha sido revelada para que tengamos comunión con Su persona en los cielos, y no para que tomemos la defensa de su causa en la tierra. El se ha identificado con nosotros al precio inmenso de todo el amor que podía darnos. Nada le obligaba a ello, y El habría podido guardar su lugar "en el seno del Padre" por toda la eternidad; pero entonces, ¿cómo habría podido descender hasta nosotros, pecadores culpables y dignos del infierno, el inmenso río de amor que estaba retenido en su corazón? Entre El y nosotros no podía existir ninguna unidad sino bajo ciertas condiciones que exigían de su parte el abandono completo de todas las cosas. ¡Bendito sea para siempre su Nombre adorable! Voluntariamente se sometió a tales condiciones y "se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad, y limpiar para si un pueblo propio, celoso de buenas obras". (Tito 2:14). Jesús no quiso gozar sólo de su gloria, y dio satisfacción a su corazón amante apropiándose "muchos hijos" en esta gloria. Continuará...

jueves, 13 de marzo de 2025

Ministerio cristiano evangélico: Manantial de Vida, Isaías capítulo 53

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EXODO PARTE 16

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M. La potencia de la fe se muestra rechazando constantemente esas pretendidas direcciones providenciales. Así fué en el caso de Moisés. "Por fe Moisés, hecho ya grande, rehusó ser llamado hijo de la hija de Faraón" y "Por fe dejó a Egipto". Si él hubiese juzgado las cosas por la vista de sus ojos, habría aceptado la dignidad que le era ofrecida como un don manifiesto de la Providencia, y habría permanecido en la corte de Faraón, donde en apariencia la mano de Dios le había preparado tan extenso campo de trabajo. Pero como él caminó por la fe "y no por vista", abandonó todas aquellas cosas. ¡Qué noble ejemplo, digno de ser imitado! Y notemos que lo que Moisés estimó como "mayores riquezas que los tesoros de los Egipcios" no fué sólo el vituperio por Cristo, sino "el oprobio de Cristo". "Los denuestos de los que te vituperaban cayeron sobre mi". (Salmo 69: 9). El Señor Jesús se identificó en perfecta gracia con su pueblo. Dejando el seno del Padre y deponiendo toda la gloria de que estaba revestido, descendió del cielo, y tomó el lugar de Su pueblo; confesó el pecado de los suyos y sufrió el castigo sobre el maldito madero. Tal fué su abnegación voluntaria; no se limitó a obrar por nosotros, sino que se hizo uno con nosotros, librándonos así de todo lo que podía estar contra nosotros. Nosotros vemos de esta manera hasta que punto Moisés identificó en sus simpatías, con los mismos pensamientos y sentimientos de Cristo, respecto al pueblo de Dios. Viviendo, como él vivía, en medio del bienestar, de la pompa y de la grandeza del palacio de Faraón, donde las "comodidades temporales de pecado" y "las riquezas de Egipto" abundaban, él habría podido, si lo hubiese querido, gozar de todas esas cosas; le habría sido fácil vivir y morir en la opulencia, y recorrer un camino iluminado, desde el principio hasta el fin, por el sol del favoritismo real; mas esto no habría sido según "la fe", ni tampoco conforme a Cristo. Desde la posición elevada que Moisés ocupaba, vio a sus hermanos doblegados bajo el peso de las cargas que se habían puesto sobre ellos, y por la fe comprendió que su lugar era de estar con ellos. Sí; con ellos en su oprobio, en su servidumbre, en su aflicción y en su humillación. Si él no hubiese estado motivado más que por un sentimiento de afecto, de filantropía, o de patriotismo, habría hecho valer su poderosa influencia en favor de sus hermanos; tal vez su intercesión hubiera podido lograr que Faraón disminuyese las cargas que les oprimían, haciéndoles la vida más fácil por medio de las concesiones reales que él les hubiera hecho conceder; pero un tal procedimiento no sería nunca el de un corazón en comunión con el corazón de Cristo, ni le satisfaría jamás. Continuará...

miércoles, 12 de marzo de 2025

Ministerio cristiano : Manantial de Vida, Audiolibro: Simón Pedro, su vi...

EXODO PARTE 15

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M. Debido a una intervención maravillosa, y por una serie incomprensible de circunstancias que cada una de ellas revelaba la mano del Todopoderoso, y que ninguna previsión humana habría podido combinar, la hija de Faraón vino a ser el instrumento por el cual Moisés fué sacado de las aguas, criado y educado hasta que "hubo cumplido la edad de cuarenta años". (Hechos 7:23). En tales circunstancias, el abandono de su alta posición y de la influencia que ésta le permitía ejercer, no podía ser considerada en el caso de Moisés más que como el resultado de un celo mal entendido. Así razona nuestra pobre y ciega naturaleza; pero la fe piensa distinto, porque la naturaleza y la fe están siempre en oposición la una con la otra. Y aunque ellas no pueden ponerse de acuerdo en un solo punto, es probable que no hay nada sobre lo cual se hallen tan distanciadas como sobre lo que se llama generalmente "direcciones providenciales". La naturaleza considerará siempre esas indicaciones providenciales como autorizaciones para dejarse llevar por sus propias inclinaciones mientras que la fe las considerará como tantas otras ocasiones de renunciamiento a sí mismo. O Jonás habría podido ver en el encuentro "providencial" de una nave que partía para Tarsis, una dirección bien palpable de la Providencia, mientras que esto no era más que una puerta por la cual procuraba evitar el camino de la obediencia. Sin duda alguna, es un privilegio del creyente el ver la mano y oír la voz de su Padre en todas las circunstancias de la vida. Pero el cristiano que se deja conducir por ellas, es semejante a un navío en alta mar, sin brújula ni timón; está expuesto a la furia de las olas y los vientos. La promesa de Dios a sus hijos es ésta: "Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar: sobre ti fijaré mis ojos". (Salmo 32:8); y luego Su palabra de amonestación: "No seáis como el caballo, o el mulo, sin entendimiento: con cabestro y con freno su boca ha de ser reprimida, para que no lleguen a ti". (Salmo 32:9). Por lo tanto, es mucho mejor ser guiados por el ojo de nuestro Padre, que por "el cabestro y el freno" de las circunstancias, y nosotros sabemos que la aceptación ordinaria y corriente de la palabra "Providencia" no suele ser más que otro término para expresar la acción de las circunstancias. Continuará...

martes, 11 de marzo de 2025

Ministerio cristiano evangélico: Manantial de Vida, Isaías capítulo 52

Ministerio cristiano : Manantial de Vida, Audiolibro: Simón Pedro, su vi...

EXODO PARTE 14

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M. Así caminó Moisés. Fué un hombre de fe que supo identificarse con el espíritu de su Maestro, y que siguió sus pisadas con firmeza y constancia maravillosas. Es cierto que se anticipó de cuarenta años al tiempo fijado por Dios, para el juicio de Egipto y la liberación de Israel; sin embargo, no vemos que se haga ninguna mención de este hecho en el comentario inspirado que hallamos en el capítulo 11 de los Hebreos, donde se trata del principio divino sobre el cual estaba basada su senda. Por fe Moisés, hecho ya grande, rehusó ser llamado hijo de la hija de Faraón; escogiendo antes ser afligido con el pueblo de Dios, que gozar de comodidades temporales de pecado. Teniendo por mejores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque miraba a la remuneración. Por fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible". (Hebreos 11: 24-27). Este pasaje nos presenta la conducta de Moisés de una manera llena de gracia. Es siempre así que el Espíritu Santo cuenta la historia de los santos del Antiguo Testamento. Cuando el Espíritu Santo escribe la historia de un hombre, nos lo muestra tal como es, con todas sus faltas e imperfecciones; pero cuando en el Nuevo Testamento El comenta esta misma historia, se limita a hacernos conocer el verdadero principio fundamental, y el resultado general de la vida de ese hombre. Así, aunque en el Exodo leemos que Moisés "miró a todas partes" y que "tuvo miedo, y dijo: Ciertamente, esta cosa es descubierta", y por fin que "Moisés huyó de delante de Faraón", en la epístola a los Hebreos leemos que lo que Moisés hizo, lo hizo "por fe," no temiendo la ira del rey porque se sostuvo como viendo al Invisible". Y pronto será lo mismo cuando "venga el Señor, el cual también aclarará lo oculto de las tinieblas, y manifestará los intentos de los corazones; y entonces cada uno tendrá de Dios la alabanza". (1 Cor. 4:5). He aquí una verdad bien consoladora y preciosa para toda alma recta y para el corazón fiel. El corazón puede formar más de un proyecto que, por diversas razones, la mano es impotente para realizar. Todos esos intentos serán "manifestados" cuando "venga el Señor". ¡Bendita sea la gracia divina que nos ha dado esta seguridad! Los anhelos de amor de un corazón sincero que le está unido son mucho más preciosos a los ojos de Cristo que las más perfectas obras exteriores. Continurá...

lunes, 10 de marzo de 2025

Ministerio cristiano evangélico: Manantial de Vida, Isaías capítulo 51

Ministerio cristiano evangélico: Manantial de Vida

EXODO PARTE 13

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M. El acto de Moisés, respecto al Egipcio, encierra una lección profundamente práctica para todo siervo de Dios. Dos circunstancias se unen en ella, a saber: el temor de la ira del hombre, y la esperanza de obtener la aprobación del hombre. No obstante, el siervo de Dios no debe preocuparse ni por la una ni por la otra. ¿Qué le importa la ira o la aprobación de un pobre mortal a aquél que se halla investido de una misión divina, y que goza de la presencia de Dios? Para un tal siervo, estas cosas tienen menos importancia que la ligera capa de polvo que se posa sobre una balanza. "Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios será contigo en donde quiera que fueres". (Josué 1:9). "Tú pues, ciñe tus lomos, y te levantarás, y les hablarás todo lo que te mandaré; no temas delante de ellos, porque no te haga yo quebrantar delante de ellos. Porque he aquí que yo te he puesto en este día como ciudad fortalecida, y como columna de hierro, y como muro de bronce sobre toda la tierra, a los reyes de Judá, a sus príncipes, a sus sacerdotes, y al pueblo de la tierra. Y pelearán contra ti, mas no te vencerán; porque yo soy contigo, dice Jehová, para librarte". (Jer. 1: 17-19). Colocado sobre este terreno elevado, el siervo de Cristo no mira aquí y allá, sino que obra según este consejo de la sabiduría divina: "Tus ojos miren lo recto, y tus párpados en dirigir delante de ti". (Prov. 4:25). La sabiduría divina nos conduce siempre a mirar hacia arriba, y adelante. Estemos seguros que hay algo de malo, y que no estamos en el verdadero terreno del servicio de Dios, cuando nosotros miramos a nuestro alrededor, ya sea para evitar la mirada airada de un mortal, o para buscar la sonrisa de su aprobación; en este caso, no tenemos la seguridad de que nuestra misión sea de autoridad divina, y que gozamos de la presencia de Dios, dos cosas que son absolutamente necesarias para todo siervo de Dios. Es cierto que un gran número de personas, ya sea por una profunda ignorancia, o por excesiva confianza en ellas mismas, entran en una esfera de actividad a la cual Dios no las destinaba, y para la que, en consecuencia, no las había dotado; y además, esas personas muestran tal sangre fría y un tal aplomo, que maravillan a aquellos que se encuentran en situación de poder juzgar con imparcialidad de sus obras y de sus méritos. Pero toda esa hermosa apariencia deja su lugar bien pronto a la realidad, y no puede modificar en lo más mínimo el principio que nada puede librar realmente al hombre de mirar aquí y allá, si no es la convicción íntima de haber recibido una misión de Dios, y de gozar de su presencia. El que posee estas dos cosas está enteramente libre de las influencias humanas, y es independiente de los hombres. Continuará...

domingo, 9 de marzo de 2025

Ministerio cristiano evangélico: Manantial de Vida, Isaías capítulo 50

Ministerio cristiano : Manantial de Vida, Audiolibro: Simón Pedro, su vi...

EXODO PARTE 12

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M. "Y en aquellos días acaeció que, crecido ya Moisés; salió a sus hermanos y vio sus cargas; y observó a un Egipcio que hería a uno de los Hebreos, sus hermanos. Y miró a todas partes, y viendo que no parecía nadie, mató al Egipcio, y escondiólo en la arena". (Vers. 11-12). Moisés muestra aquí su celo por sus hermanos, "mas no conforme a ciencia". (Romanos 10:2). El tiempo fijado por Dios para el juicio de Egipto y la liberación de Israel, no había llegado todavía; por lo tanto, el siervo inteligente espera siempre el tiempo de Dios. Moisés "crecido ya" "fué enseñado en toda la sabiduría de los egipcios" además, "él pensaba que sus hermanos entendían que Dios les había de dar salud por su mano". (Hechos 7: 22-28). Todo esto era verdad, y sin embargo, es evidente que Moisés corrió antes que fuese tiempo; y cuando esto ocurre, la caída está cerca; pero no solo la caída al fin de tal carrera, sino también la incertidumbre, y la falta de tranquilidad y de santa independencia en la marcha de una obra empezada antes del tiempo de Dios. Moisés ¡"miró a todas partes"! Cuando se obra con Dios y para Dios, en la plena inteligencia de sus pensamientos en cuanto a los detalles de la obra, no hay necesidad de mirar aquí y allá. Si el tiempo de Dios hubiese sido realmente entonces, si Moisés hubiese tenido la convicción de haber recibido la misión de parte de Dios para ejecutar juicio sobre Egipto, si hubiese estado cierto que la presencia de Dios estaba con él, no habría "mirado a todas partes" En el discurso de Esteban ante el Sanhedrin, se halla una alusión al acto de Moisés, sobre el cual será conveniente decir algunas palabras. "Y cuando hubo cumplido la edad de cuarenta años, le vino voluntad de visitar a sus hermanos los hijos de Israel. Y como vio a uno que era injuriado, defendiole e hiriendo al Egipcio, vengó al injuriado. Pero el pensaba que sus hermanos entendían que Dios les había de dar salud por su mano; mas ellos no lo habían entendido". (Hech. 7: 23-25). Es evidente que el objeto de Esteban, en todo este discurso, no era otro que el de recordar diversos hechos de la historia de la nación que pudiesen influir sobre las conciencias de los que estaban delante de él; de otra manera, habría sido del todo contrario a este objeto, y contrario también a la regla del Espíritu Santo en el Nuevo Testamento, el levantar aquí la cuestión sobre si Moisés había obrado antes del tiempo ordenado por Dios o no. Además, Esteban se limita a decir que "le vino voluntad de visitar a sus hermanos", sin que diga que Dios le envió en esta época. Esto no afecta tampoco, en ninguna manera, a la cuestión del estado moral de aquellos que lo rechazaron. "Mas ellos no lo habían comprendido". Tal es el hecho en cuanto a ellos, aparte de las lecciones que Moisés pudiera aprender personalmente sobre este asunto. El hombre espiritual comprenderá todo esto sin dificultad. Continuará...

sábado, 8 de marzo de 2025

Ministerio cristiano evangélico: Manantial de Vida; Isaías capítulo 49

Ministerio cristiano : Manantial de Vida, Audiolibro: Simón Pedro, su vi...

EXODO PARTE 11

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M. Cuando Dios educa a alguien, lo hace de una manera digna de El y de su santo servicio. Dios no quiere un neófito para hacer su obra. El siervo de Cristo debe aprender más de una lección; debe pasar por varios ejercicios y sostener muchas luchas en secreto, antes que sea verdaderamente apto para entrar en su ministerio público. Nuestra naturaleza no gusta de este método; ella prefiere mejor empezar desempeñando un papel importante que aprender en secreto; desea más fácilmente ser el objeto de la admiración de los hombres que estar disciplinado bajo la mano de Dios. Pero es preciso que sigamos el camino de Dios, y no el nuestro. La naturaleza puede precipitarse en el campo de la acción, pero Dios no tiene nada que ver con ello: es necesario que lo humano sea quebrantado, consumido, y puesto a un lado. El lugar de la muerte es el sitio que le corresponde. Si la naturaleza humana quiere obrar, Dios, en su fidelidad y sabiduría perfectas, conducirá las cosas de tal manera que el resultado de esa actividad será su completa confusión. Dios sabe lo que debe hacerse con nuestra naturaleza, donde debe ser colocada y donde debe ser mantenida. Que Dios nos ayude para que podamos entrar más profundamente en Sus pensamientos respecto a nuestro yo y en todo cuanto con él se relaciona; así caeremos menos fácilmente en el error; nuestra vida será más fiel y moralmente más elevada, nuestro espíritu más tranquilo, y nuestro servicio eficaz. Meditando la historia de Moisés, es necesario considerar a este gran siervo de Dios desde el doble punto de vista de su carácter personal y de su carácter típico. En el carácter personal de Moisés, hay muchas cosas que, nosotros debemos aprender. Dios tuvo de suscitarlo y de formar su carácter, valiéndose de diversos medios, durante el largo período de ochenta años: primero en el palacio de la hija de Faraón, y luego "detrás del desierto". (Cap. 3: 1). Para nuestros espíritus tan limitados, ochenta años nos parece un tiempo excesivamente largo para la preparación de un siervo de Dios; pero los pensamientos de Dios no son como nuestros pensamientos. Dios sabía que esas dos veces "cuarenta años" eran indispensables para la preparación de ese vaso escogido por El. Continuará...

viernes, 7 de marzo de 2025

Ministerio cristiano evangélico: Manantial de Vida, Isaías capítulo 48

Ministerio cristiano : Manantial de Vida, Audiolibro: Simón Pedro, su vi...

EXODO PARTE 10

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M. Una de las más dichosas ocupaciones del alma regenerada, es seguir las huellas de la intervención divina en las circunstancias y acontecimientos en los cuales un espíritu ligero no ve más que el ciego azar, o el destino cruel. Sucede con frecuencia que la cosa más insignificante viene a ser un importante eslabón de la cadena de acontecimientos que Dios hace concurrir para desarrollar sus grandes designios. Así, por ejemplo, en el capítulo 6 del libro de Esther, versículo 1, vemos a un monarca pagano, pasando una noche sin sueño; cosa sin duda bastante frecuente para él, así como para muchos otros; y a pesar de ello, esta insignificante circunstancia fué un eslabón importante en esta larga cadena de acontecimientos providenciales, que vemos terminar con la maravillosa liberación de la posteridad oprimida de Israel. Lo mismo acontece con el paseo de la hija de Faraón por la ribera del río. ¡Cuán lejos estaba de pensar que ella iba a contribuir al desarrollo de los planes de "Jehová, el Dios de los Hebreos"! No soñaba, ciertamente, que ese niño, llorando en la arquilla de juncos, era el instrumento escogido por Jehová para quebrantar a Egipto hasta sus cimientos. Y, sin embargo, esto era la verdad. Jehová puede hacer que "la ira del hombre le acarree alabanza", y puede reprimir "el resto de las iras". (Salmo 76:10). "Entonces su hermana dijo a la hija de Faraón: ¿Iré a llamarte un ama de las Hebreas, para que te críe este niño? Y la hija de Faraón respondió: Ve. Entonces fué la doncella, y llamó a la madre del niño; a la cual dijo la hija de Faraón: Lleva este niño, y críamelo, y yo te lo pagaré. Y la mujer tomó al niño, y criólo. Y como creció el niño, ella lo trajo a la hija de Faraón, la cual lo prohijó, y púsole por nombre Moisés, diciendo: Porque de las aguas lo saqué". (Cap. 2: 7-8). La fe de la madre de Moisés halla aquí su plena recompensa; Satanás es confundido, y la maravillosa sabiduría de Dios es manifestada. ¿Quién habría imaginado que aquél mismo que había dicho: "Si fuere hijo, matadlo", y que añadió luego: "Echad en el río todo hijo que naciere", tendría en su corte uno de tales hijos, y un TAL hijo? El diablo fué vencido con sus propias armas, porque Faraón, de quien quería servirse para destruir el propósito de Dios, fué usado por Dios mismo para alimentar y educar a ese Moisés, que debía ser Su instrumento para confundir el poder de Satanás. "También esto salió de Jehová de los ejércitos, para hacer maravilloso el consejo y engrandecer la sabiduría". (Isaías 28: 29). Confiemos en El con mayor sencillez, y entonces, nuestro sendero será más gozoso y nuestro testimonio más eficaz. Continuará...

jueves, 6 de marzo de 2025

Ministerio cristiano evangélico: Manantial de Vida, Isaías capítulo 47

Ministerio cristiano : Manantial de Vida, Audiolibro: Simón Pedro, su vi...

EXODO PARTE 9

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M. ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? Ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y la potencia del pecado la ley. Mas a Dios gracias, que nos da la victoria por el Señor nuestro Jesucristo". (1 Cor. 15: 55-57). Por la fe, el alma puede pronunciar esas palabras de triunfo sobre el mártir Abel, sobre José en la cisterna, sobre la simiente real exterminada por la mano de Atalhia; sobre los inocentes niños de Bethlehem pasados a cuchillo por orden del cruel Herodes; y sobre todo, puede pronunciarlas sobre el sepulcro del Autor de nuestra salvación. Pero es posible que algunos no sepan ver y distinguir la obra de la fe, en la construcción de la arquilla de Juncos. Algunos, tal vez, son incapaces de ir más cerca que lo hizo la hermana de Moisés, la cual se paró "a lo lejos, para ver lo que acontecería". Es evidente que "la hermana" no estaba a la altura de "la madre" en cuanto a la medida de la fe. Indudablemente, había en ella ese interés profundo, esa afección real, que vemos en “María Magdalena, y la otra María, sentadas delante del sepulcro". (Mateo 27:1). Mas en la hacedora de la "arquilla" había algo muy superior a la afección o al interés. Es cierto que la madre no "estaba a lo lejos", para ver lo que acontecería a su hijo, y como sucede con frecuencia, la grandeza moral de la fe podría parecer en su caso como si fuese indiferencia: sin embargo, no era indiferencia, sino la verdadera grandeza, la grandeza de la fe. Si la afección natural no la retenía cerca de la escena de la muerte, la potencia de la fe le había encomendado una obra más noble para llevarla a cabo en la presencia del Dios de la resurrección; su fe había hecho lugar para Dios en la escena, y El se manifiesta de una manera infinitamente gloriosa. "Y la hija de Faraón descendió a lavarse al río, y paseándose sus doncellas por la ribera del río, vio ella la arquilla en el carrizal, y envió una criada suya a que la tomase. Y como la abrió, vio al niño; y he aquí que el niño lloraba. Y teniendo compasión de él, dijo: De los niños de los Hebreos es este". (Vers. 5-6). La respuesta divina empieza a hacerse oír en los oídos de la fe, con los más dulces acentos. Dios intervenía en todo esto. Qué importa que el racionalista, el incrédulo, el ateo, se rían de ello; la fe también se ríe, pero de muy distinta manera. La risa de los primeros es la risa fría, desdeñosa, que no acepta la idea de la intervención divina en un acontecimiento tan trivial como es el paseo de una princesa; la risa de la fe es la risa de felicidad, de gozo, al pensar que Dios interviene en todo lo que acontece. Y si alguna vez la intervención de Dios se ha mostrado de una manera palpable, fué, sin duda alguna, en este paseo de la hija de Faraón, aunque ni ella misma lo sabía. Continuará...

miércoles, 5 de marzo de 2025

Ministerio cristiano evangélico: Manantial de Vida, Isaías capítulo 46

Ministerio cristiano : Manantial de Vida, Audiolibro: Simón Pedro, su vi...

EXODO PARTE 8

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M. "Por este hecho, la noble hija de Leví nos da una santa lección. Su "ARQUILLA de juncos, calafateada con PEZ y BETUN," proclama la confianza que ella tenía en la verdad de que había alguna otra cosa que, como en otros tiempos para Noé, "el pregonero de Justicia", podía defender ese "hermoso niño" de las aguas de la muerte. En efecto, la arquilla de juncos, ¿era solamente una invención humana, creada por la previsión y destreza natural del hombre, la inspiración del corazón de una madre que alimenta la dulce, mas quimérica, esperanza de arrebatar su tesoro a las manos despiadadas de la muerte por el agua? ¿No es más bien la fe quien la formó para ser un barca de misericordia, para llevar con toda seguridad a "un hermoso niño" por encima de las sombrías aguas de la muerte, al lugar que le había sido destinado por decreto inmutable del Dios vivo? Cuando contemplamos a la hija de Leví, inclinada sobre esa "arquilla de juncos" que su fe ha construido, dejando allí a su hijo, la madre de Moisés se nos representa como una imagen de la fe que, elevándose atrevidamente por encima de este mundo de desolación y muerte, atraviesa, con su mirada de águila, las sombrías nubes que se ciernen sobre una tumba, y ve al Dios de la resurrección cumplir los designios de sus consejos eternos, en una esfera donde las flechas de la muerte no pueden llegar jamás. Apoyada sobre "la Roca de los siglos" espera en actitud de triunfo, mientras que las olas de la muerte braman y se estrellan a sus pies. ¿Qué valor podía tener el "mandamiento del rey", para un alma que poseía ese principio celeste? ¿Cuál podía ser la importancia de tal mandato para aquella que podía permanecer tranquila al lado de su arquilla de juncos, mirando a la muerte cara a cara? El Espíritu Santo nos lo dice: "Por la fe los padres de Moisés no temieron el mandamiento del rey". (Hebreos capítulo 11, verso 23). El alma que conoce un poco lo que es tener comunión con el Dios que resucita los muertos, no teme nada; ella puede imitar el lenguaje triunfante del Apóstol, y decir: "¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? Continuará..

martes, 4 de marzo de 2025

Ministerio cristiano evangélico: Manantial de Vida, Isaías capítulo 45

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EXODO PARTE 7

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M. Satán tiene el poder de la muerte, mas Dios es el Dios de los vivos, y comunica una vida que está más allá del alcance y del poder de la muerte, una vida a la cual Satán no puede atentar. El corazón creyente halla así un dulce alivio en medio de un mundo donde reina la muerte, y contempla sin temor a Satán desplegando toda la plenitud de su poder; él puede apoyarse confiadamente sobre la potente intervención de Dios en la resurrección. El creyente puede detenerse delante de la tumba que acaba de cerrarse sobre algún ser amado, y recoger, de la boca de Aquél que es "la Resurrección y la Vida", la bienaventurada certeza de una gloriosa inmortalidad. Sabiendo que Dios es más fuerte que Satán, el creyente puede esperar en paz la plena manifestación del poder superior de Dios, y esperando así, apropiarse la victoria de este poder y la paz asegurada que ella trae consigo. Los primeros versículos de este capítulo nos ofrecen un hermoso ejemplo de esta potencia de la fe. "Un varón de la familia de Leví fué, y tomó por mujer una hija de Leví: la cual concibió, y parió un hijo: y viéndolo que era hermoso, túvole escondido tres meses. Pero no pudiendo ocultarle más tiempo, tomó una arquilla de juncos, y calefateóla con pez y betún; y colocó en ella al niño, y púsolo en un carrizal a la orilla del río: y paróse una hermana suya a lo lejos, para ver lo que le acontecería". (Vers. 1-4). De cualquier manera que contemplemos esta escena, la vemos llena de un vivo interés. Vemos a la fe triunfando de las influencias de la naturaleza y de la muerte, permitiendo al Dios de la resurrección que obre en la esfera y según el carácter que le son propios. Sin duda alguna, el poder del enemigo se muestra también de una manera evidente, por cuanto fué necesario que el niño se hallase en tal posición, posición de muerte en principio. Además, una espada traspasa el corazón de la madre, cuando ve a su hijo amado acostado en su pequeña tumba. Mas, si Satanás podía obrar, si la naturaleza, encarnada en la madre, lloraba, Aquél que vivifica los muertos estaba detrás de la nube sombría, y la fe le contemplaba allí, dorando con sus brillantes y vivificadores destellos el lado celeste de la nube. "Por fe Moisés, nacido, fué escondido de sus padres por tres meses, porque le vieron hermoso niño; y no temieron el mandamiento del rey".(Hebreos 11:23). Continuará...