viernes, 21 de marzo de 2025

EXODO PARTE 24

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M. "Oír", es una parte indispensable de la obra del siervo; es preciso que se mantenga frecuentemente en la presencia del maestro, a fin de saber lo que debe hacer. "El oído" y "la lengua" están íntimamente unidos en diferentes aspectos; y si, bajo el punto de vista moral o espiritual, el oído está cerrado y la lengua desatada, no hay duda que se dirán muchas necedades y locuras. "Por esto, mis amados, todo hombre sea pronto para oír tardío para hablar". (Santiago 1:19). Esta exhortación oportuna se apoya sobre dos hechos, a saber: que todo lo que es bueno viene de arriba, y que el corazón está lleno de maldad siempre presto a desbordarse. Por esta causa es necesario que el oído esté abierto y la lengua refrenada; ciencia bien admirable y original; ciencia en la cual Moisés hizo grandes progresos "detrás del desierto", y que todos pueden adquirir con tal que estén dispuestos a aprender en la misma escuela. "Y apareciósele el Angel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora, y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema". (Vers. 2-3). Efectivamente, era una grande visión que una zarza ardiendo no se consumiera. La corte de Faraón no habría podido ofrecer nada semejante a los cortesanos. Pero, además de ser grande, esta visión era el símbolo de la gracia, que, en medio del horno de Egipto, guardaba los elegidos sin que fuesen consumidos. "Jehová de los ejércitos es con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob". (Salmo 46:7). En esta palabra se halla fuerza y seguridad, victoria y paz. Dios con nosotros, Dios en nosotros, y Dios por nosotros: de nada más tenemos necesidad. Nada más interesante e instructivo que meditar la manera en la cual Jehová se dignó revelarse a Moisés, en este pasaje que nos ocupa. Dios iba a darle el encargo de sacar a su pueblo de Egipto, a fin de que ese pueblo fuese su asamblea, para habitar en medio de él así en el desierto, como en la tierra de Canaán; y es de en medio de una zarza ardiendo que El le da su mensaje. ¡Símbolo hermoso, justo y solemne, de Jehová, habitando en medio del pueblo elegido y rescatado! "Nuestro Dios es fuego consumidor", (Hebreos 12:29), no para consumirnos a nosotros, sino para consumir todo lo que, en nosotros y a nuestro alrededor, es contrario a su santidad, y por consiguiente, un peligro para nuestra verdadera felicidad eterna. "Tus testimonios son muy firmes; la santidad conviene a tu casa, oh Jehová, por los siglos y para siempre". (Salmo 93:5). Continuará,,,

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