lunes, 17 de marzo de 2025

.EXODO PARTE 20

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M. CAPITULO 3 Continuemos la historia personal de Moisés, y consideremos este gran siervo de Dios durante el período tan interesante de su vida en el retiro, período que comprende los cuarenta mejores años de su existencia, si puede decirse así. El Señor, en su bondad, su sabiduría y su fidelidad, condujo su siervo aparte, lejos de la mirada y de los pensamientos de los hombres para educarle bajo su dirección inmediata. Moisés tenía necesidad de ello. Es verdad que Moisés había pasado sus primeros cuarenta años en el palacio de Faraón; y si bien su estancia en la corte del rey no fué sin provecho para él, todo lo que había aprendido allí no era nada en comparación con lo que aprendió en el desierto. El tiempo pasado en la corte podía serle útil, mas la estancia en el desierto le era indispensable. Nada puede reemplazar la comunión secreta con Dios, ni la educación que se recibe en su escuela y bajo su disciplina. "Toda la sabiduría de los egipcios" no le habría hecho apto para el servicio al cual él debía ser llamado. Habría podido seguir una brillante carrera en las escuelas de Egipto, y salir de ellas cubierto de honores literarios, con la inteligencia enriquecida con vastos conocimientos, y el corazón lleno de orgullo y vanidad. Habría podido tomar sus títulos en la escuela de los hombres, sin haber aprendido aun el A, B, C, en la escuela de Dios. Porque la sabiduría y la ciencia humana, por mucho valor que tengan, no pueden hacer de un hombre un siervo de Dios, ni dar la aptitud necesaria para cumplir un deber cualquiera en el servicio divino. Los conocimientos humanos pueden hacer capaz al hombre no regenerado para llenar un papel importante delante del mundo; pero es necesario que aquel que Dios quiere emplear en su servicio, esté dotado de cualidades bien diferentes, que sólo se adquieren en el santo retiro de la presencia de Dios. Todos los siervos de Dios han debido aprender por experiencia la verdad de lo que acabamos de decir: Moisés en Horeb, Elías en el arroyo de Cherith, Ezequiel junto al río de Chebar, Pablo en Arabia y Juan en la isla de Patmos. Y si consideramos a Jesús, el Siervo divino, vemos que el tiempo que pasó en el retiro fué diez veces mayor que el de su ministerio público. Aunque Jesús fué perfecto en inteligencia y voluntad, pasó treinta años en el humilde hogar de un pobre carpintero de Nazaret antes de manifestarse al pueblo. Y luego, una vez emprendida su obra, ¡cuántas veces le vemos alejarse de las miradas de los hombres para gozar en "un lugar aparte" de la dulce y santa presencia de su Padre! Continuará...

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