viernes, 14 de marzo de 2025

EXODO PARTE 17

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M. Y tal era el corazón de Moisés, por la gracia de Dios. Por esto, con toda la energía y con todos los afectos de ese corazón, Moisés se lanzó, cuerpo, alma y espíritu, en medio de sus hermanos oprimidos "escogiendo antes ser afligido con el pueblo de Dios". Y así es que fué "por la fe" que él obró así. Pesa bien este asunto, querido lector: Nosotros no debemos contentarnos con desear el bien del pueblo de Dios, o con ocuparnos de él, o de hablar benévolamente en su favor; nuestro deber es de identificamos plenamente con él, por despreciado y perseguido que sea. Un corazón generoso y benévolo puede hallar cierto placer en patrocinar el cristianismo; pero es otra cosa del todo distinta el identificarse con los cristianos y sufrir con Cristo. Una cosa es ser protector, y otra cosa ser mártir; y estas dos cosas se distinguen bien en las Escrituras desde el principio al fin. Abdías tuvo cuidado de los testigos de Dios, mas Elías fué un testigo para Dios (1 Reyes 18: 3, 4). Darío sentía tal afecto por Daniel que, a causa de él, pasó una noche sin conciliar el sueño; pero Daniel pasó la misma noche en el foso de los leones, como un testigo de la Verdad. (Dan. 6:18). Nicodemo se aventuró a pronunciar una palabra por Cristo, pero un conocimiento más profundo del Maestro le habría llevado a identificarse con El. Estas consideraciones son eminentemente prácticas. El Señor Jesús no tiene necesidad de protectores; El quiere verdaderos compañeros. La verdad que le concierne nos ha sido revelada para que tengamos comunión con Su persona en los cielos, y no para que tomemos la defensa de su causa en la tierra. El se ha identificado con nosotros al precio inmenso de todo el amor que podía darnos. Nada le obligaba a ello, y El habría podido guardar su lugar "en el seno del Padre" por toda la eternidad; pero entonces, ¿cómo habría podido descender hasta nosotros, pecadores culpables y dignos del infierno, el inmenso río de amor que estaba retenido en su corazón? Entre El y nosotros no podía existir ninguna unidad sino bajo ciertas condiciones que exigían de su parte el abandono completo de todas las cosas. ¡Bendito sea para siempre su Nombre adorable! Voluntariamente se sometió a tales condiciones y "se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad, y limpiar para si un pueblo propio, celoso de buenas obras". (Tito 2:14). Jesús no quiso gozar sólo de su gloria, y dio satisfacción a su corazón amante apropiándose "muchos hijos" en esta gloria. Continuará...

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