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sábado, 31 de mayo de 2025
EXODO PARTE 96
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL EXODO
Por C.H.M.
CAPITULO 12
En este detalle vemos a Cristo, "nuestra pascua", exponiéndose El mismo a la acción del fuego de la justicia y de la santidad de Dios, que hallaron en El un objeto perfecto y justo. Cristo pudo decir: "Tú has probado mi corazón, hasme visitado de noche; me has apurado y nada inicuo hallaste; heme propuesto que mi boca no ha de propasarse". (Salmo 17:3). Todo en El fué perfecto; el fuego lo probó, y no halló en El escorias. "La cabeza con sus pies y sus intestinos", es decir, el asiento de su inteligencia, y su vida exterior, con todos sus afectos más íntimos, todo fué sometido a la acción del fuego, y todo fué hallado perfecto. Es muy significativa la manera en que el cordero debía ser asado, como lo son en su menor detalle todas las ordenanzas del Señor.
"Ninguna cosa comeréis de él cruda, ni cocida en agua". Si el cordero hubiese sido comido así, no habría podido ser la expresión de la preciosa y grande verdad que debía prefigurar según la intención de Dios, a saber, que nuestro Cordero pascual debía sufrir en la cruz la justa ira de Dios.
Nosotros no estamos solamente bajo la protección eterna de la sangre, sino que por la fe, nuestras almas se nutren de la persona del Cordero. Muchos de entre nosotros nos equivocamos en este respecto. Estamos inclinados a contentarnos con ser salvos por la obra de Cristo cumplida a favor nuestro, sin mantenernos en una santa comunión con El. Su corazón amante no podía contentarse con esto. El nos ha cercado a sí para que pudiéramos gozar de El, alimentarnos de El y regocijarnos en El. Cristo se nos presenta como aquel que ha sufrido el fuego intenso de la ira de Dios con todo su rigor, a fin de ser, según su carácter maravilloso de Cordero, el alimento espiritual de nuestras
almas. Continuará...
viernes, 30 de mayo de 2025
EXODO PARTE 95
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL EXODO
Por C.H.M.
CAPITULO 12
Estamos unidos a un Jefe vivo, nos hemos llegado a una "piedra viva". (1 Ped. 2:4). El es nuestro centro. Habiendo hallado la paz, por su sangre, nosotros le reconocemos como nuestro gran centro de reunión y como el lazo que nos une. "Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy en medio de ellos". (Mat. 18:20). El Espíritu Santo es el único que reúne; Cristo es el único objeto alrededor del cual nos reunimos; y nuestra asamblea, así reunida, debe ser caracterizada por la santidad, a fin de que el Señor nuestro Dios pueda habitar entre nosotros. El Espíritu Santo no puede reunir más que en torno de Cristo; le es imposible reunir las almas alrededor de un sistema, de un nombre, de una doctrina, o de una ordenanza. El reúne alrededor de una persona, y esta persona es Cristo glorificado en el cielo. Este hecho debe comunicar un carácter particular a la asamblea de Dios. Los hombres pueden asociarse sobre una base, alrededor de un centro, o en vista de un objeto cualquiera que hayan escogido; pero cuando es el Espíritu Santo el que asocia, lo hace sobre el fundamento de una redención cumplida, y en derredor de la persona de Cristo, con el fin de edificar un templo santo para Dios. (1 Cor. 3:16-17; 6:19; Efes. 2:21-22; 1 Ped. 2:4-5).
Debemos considerar ahora, en detalle, los principios que nos presenta la fiesta de la Pascua.
La congregación de Israel, cobijada bajo la sangre, debía ser organizada por Jehová de una manera que fuese digna de El. Para ponerles al abrigo del castigo, nada más que la sangre era necesario, como acabamos de verlo; pero en la comunión que procedía de la seguridad procurada por la sangre, eran necesarias otras cosas, y cosas que no podían ser descuidadas impunemente.
En primer lugar, leemos: "Y aquella noche comerán la carne asada al fuego, y panes sin levadura: con hierbas amargas lo comerán. Ninguna cosa comeréis de él cruda, ni cocida en agua, sino asada al fuego; su cabeza con sus pies y sus intestinos". (Vers. 8-9). El cordero, alrededor del cual la congregación estaba reunida, y que comían celebrando la fiesta, era un cordero asado, un cordero que había estado bajo la acción del fuego. Continuará...
jueves, 29 de mayo de 2025
EXODO PARTE 94
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL EXODO
Por C.H.M.
CAPITULO 12
No debemos considerar tampoco la cruz de Cristo como un simple incidente en una vida de expiación por el pecado. La cruz fué el grande y único acto de expiación por el pecado. "El cual mismo llevó nuestros pecados sobre su cuerpo en el madero" (1 Ped. 2:24); y no los llevó en ninguna otra ocasión. No los llevó en el pesebre, ni en el desierto, ni en el huerto, sino únicamente "sobre el madero". Jamás tuvo nada que ver con el pecado, respecto a su expiación, sino en la cruz; y una vez puesto en ella, inclinó la cabeza y dio su vida, bajo el peso de los pecados acumulados de su pueblo. Nunca tampoco sufrió de la mano de Jehová más que en la cruz; pero allí, Jehová le escondió su rostro, porque fué hecho "pecado por nosotros". (2 Cor. 5:21).
Esta sucesión de pensamientos, y los diversos pasajes de donde son sacados, puede ser que ayuden al lector para comprender más claramente el poder divino de estas palabras: "Veré la sangre, y pasaré de vosotros". Era absolutamente necesario, sin duda alguna, que el cordero fuese sin defecto, para que pudiese soportar la mirada santa de Jehová. Pero si la sangre no hubiese sido derramada Jehová no habría podido pasar de su pueblo sin herirlo, porque "sin derramamiento de sangre no se hace remisión". (Hebr. 9:22). De nuevo meditaremos este asunto, Dios mediante, de una manera más completa en los tipos del Levítico, porque merece una profunda atención de parte de todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con sinceridad.
Consideremos ahora la Pascua bajo su segundo punto de vista, es decir, como el centro alrededor del cual la asamblea estaba reunida, en tranquila, santa y feliz comunión. Israel, salvado por la sangre, era una cosa; e Israel, comiendo el cordero era otra muy diferente. Los Israelitas habían sido salvos sólo por la sangre, pero el objeto alrededor del cual estaban reunidos era, evidentemente, el cordero asado. Esto no es en ninguna manera una distinción absurda. La sangre del cordero constituye a la vez el fundamento de nuestra relación con Dios, y de nuestra relación los unos con los otros. Es a causa de nuestra condición como lavados en la sangre del Cordero que somos llevados a Dios y que tenemos comunión los unos con los otros. Fuera de la expiación perfecta de Cristo, no puede haber ninguna comunión, ni con Dios, ni con la asamblea de Dios. No obstante, los creyentes están reunidos por el Espíritu Santo en torno de un Cristo vivo en los cielos. Continuará...
miércoles, 28 de mayo de 2025
EXODO PARTE 93
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL EXODO
Por C.H.M.
CAPITULO 12
Nunca meditará mi lector con demasiada atención este asunto tan solemne e importante. Hay dos puntos relativos a esta cuestión, de los cuales conviene acordarse siempre, a saber: que no había unión posible con Cristo sino por medio de la resurrección; y que Cristo sufrió por los pecados solamente en la cruz. No debemos imaginarnos que Cristo nos ha unido a si por su encarnación; esto era imposible. ¿Cómo habría podido unirse con El de esa manera nuestra carne de pecado?
Necesariamente el cuerpo del pecado debía de ser destruido por la muerte; era necesario que el pecado fuese quitado: la gloria de Dios exigía esto, y también que todo el poder del enemigo fuese abolido. ¿Cómo podían ser satisfechas estas exigencias sino por la sumisión del Cordero de Dios, precioso y sin mácula, a la muerte de cruz? "Porque convenía que aquel por cuya causa son todas las cosas, y por el cual todas las cosas subsisten, habiendo de llevar a la gloria a muchos hijos, hiciese consumado por aflicciones al autor de la salud de ellos". (Hebr. 2:10). "He aquí, echo fuera demonios, y acabo sanidades hoy y mañana, y al tercer día soy consumado" (Luc. 13:32). La expresión "consumado", que hallamos en los dos pasajes citados más arriba, no se relaciona con la persona de Cristo de una manera abstracta, por cuanto, como Hijo de Dios, El era perfecto de toda eternidad, y en cuanto a su humanidad, fué también igualmente perfecto. Pero como "autor de la salud", como "habiendo de llevar a la gloria a muchos hijos", y para asociarse un pueblo redimido, fué necesario que llegase al "tercer día" para ser "consumado". El solo descendió al "lago de miseria del lodo cenagoso"; pero inmediatamente puso sus "pies sobre la peña" de la resurrección y se asoció "muchos hijos". (Sal. 40:1-3). El solo combatió en la batalla; mas, como vencedor poderoso, distribuye entre los que le rodean el rico botín, fruto de su victoria, a fin de que nosotros lo recojamos y lo gocemos eternamente. Continuará...
martes, 27 de mayo de 2025
EXODO PARTE 92
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL EXODO
Por C.H.M.
CAPITULO 12
Como un pueblo puesto en relación con Dios sobre el fundamento de una redención cumplida, fué un gran privilegio para los Israelitas el ser colocados bajo ciertas responsabilidades; mas esas responsabilidades no formaban el lazo de unión, sino que eran las naturales consecuencias de él.
Deseo recordar también a mi lector que la vida de obediencia a Cristo no nos es presentada en las Escrituras como la causa que nos procura el perdón; fué la muerte de Cristo en la cruz lo que abrió el libre curso al torrente de amor. Si Cristo hubiese continuado hasta ahora recorriendo las ciudades de Israel haciendo bienes" (Hech. 10:38), el velo del templo estaría todavía entero, cerrando al adorador la libre entrada a la presencia de Dios. La muerte de Cristo rasgó "en dos, de alto a bajo" (Mar. 15:38), ese velo misterioso. Fué por "su llaga", y no por su vida de obediencia, que "nosotros fuimos curados" (Is. 53:5; 1 Ped. 2:24); y fué sobre la cruz que El fué herido y molido y "sufrió nuestros dolores", y no en ninguna otra parte. Sus propias palabras, pronunciadas durante el curso de su vida bendita, son suficientes para hacemos comprender el significado del pasaje donde dice: "Empero de bautismo me es necesario ser bautizado: y ¡cómo me angustio hasta que sea cumplido!" (Luc. 12:50). ¿A qué se refiere esta declaración sino a su muerte en la cruz, como cumplimiento de ese bautismo, y qué abriría un camino por el cual su amor podría correr libremente, con justicia, hacia los culpables hijos de Adán? Y luego dice de nuevo: "Si el grana de trigo no cae en tierra y muere, él solo queda". (Juan 12: 24). El era, en efecto, ese precioso "grano de trigo"; y habría quedado "sólo" para siempre si, a pesar de haber sido hecho carne, no hubiese separado por su muerte sobre el madero todo aquello que pudiese impedir la unión de su pueblo con El en la resurrección. "Mas si muriere, mucho fruto lleva". Continuará...
lunes, 26 de mayo de 2025
EXODO PARTE 91
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL EXODO
Por C.H.M.
CAPITULO 12
No es así con la obra de Cristo por nosotros. Ella es absoluta y eternamente completa. Cristo pudo decir: "He acabado la obra que me diste que hiciese". (Juan 17:4), y luego: "Consumado es". (Juan 19:30). El Espíritu Santo no puede decir todavía que ha terminado su obra. Como el verdadero Vicario de Cristo en la tierra, continúa trabajando en medio de las diversas influencias contrarias que rodean la esfera de su actividad; trabaja en el corazón de los hijos de Dios para hacerles llegar, de una manera práctica y experimental, a la altura del modelo a cuya imagen deben ser hechos semejantes. Pero jamás conduce el alma a que haga depender de su obra la paz de que goza el creyente en la presencia de Dios. La misión del Espíritu Santo es de hablar de Jesús, y no de sí mismo. "Tomará de lo mío", dice Jesús, y os lo hará saber". (Juan 16:14). Puesto que solamente por la enseñanza del Espíritu se puede comprender el verdadero fundamento de la paz, y no hablando jamás el Espíritu de sí mismo, es evidente que sólo puede presentar la obra de Cristo como el fundamento sobre el cual el alma debe apoyarse para siempre; más aun, es en virtud de esta obra que el Espíritu hace su morada y cumple sus maravillosas operaciones en el corazón del creyente. El Espíritu no es nuestro título, si bien es El quien nos lo revela, y nos hace capaces de poder comprenderlo y gozarlo.
Así, el cordero pascual, como fundamento de la paz de Israel, es un tipo admirable y magnífico de Cristo como fundamento de la paz del creyente. Nada debía ser añadido a la sangre puesta sobre el dintel, y tampoco nada más hay que añadir a la sangre puesta sobre el propiciatorio.
"El pan sin levadura" y "las hierbas amargas" eran cosas necesarias; pero en ninguna manera debían formar el fundamento de la paz, ni en todo, ni en parte. Debían ser usadas en el interior del hogar, constituyendo los signos característicos de la comunión en la familia; el verdadero fundamento de todo era la sangre del cordero. Ella salvó a los Israelitas de la muerte, introduciéndoles en una nueva escena de vida, de luz y de paz, formando así el lazo de unión entre Dios y su pueblo redimido. Continuará...
domingo, 25 de mayo de 2025
EXODO PARTE 90
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL EXODO
Por C.H.M.
CAPITULO 12
Jamás podremos percibir con demasiada sencillez esta diferencia tan importante. Sólo por la sangre de Cristo obtenemos la paz, la justificación perfecta, y la justicia divina. El es quien purifica nuestras conciencias, quien nos introduce en el Lugar Santísimo, quien hace que Dios sea justo recibiendo al pecador que cree, y quien nos da derecho a todos los goces, a todos los honores, y a todas las glorias del cielo. (Véase Rom. 3:24-26; 5:9; Efes. 2:13-18; Col. 1:20-22; Hebr. 9:14; 10:19; 1 Ped. 1:19; 2:24; 1 Juan 1:7; Apoc. 7:14-17).
Al procurar exponer cual es el valor de la preciosa sangre de Cristo, delante de Dios, espero que nadie pensará que yo pretendo escribir ni una sola palabra que pueda empequeñecer la importancia de la obra del Espíritu. ¡Dios no lo permita nunca! El Espíritu Santo nos revela a Cristo, nos hace conocerle, nos permite gozar de El, y alimenta nuestras almas de El; rinde testimonio a Cristo y toma de las cosas de Cristo para comunicárnoslas. El es la potencia de nuestra comunión, el sello, el testigo, las arras, la unción. En una palabra, todas las benditas operaciones del Espíritu son absolutamente esenciales. Sin El, no podemos ver, ni oír, ni sentir, ni experimentar, ni manifestar nada de Cristo, ni gozar de El. La doctrina de estas diversas operaciones del Espíritu Santo está claramente expuesta en las Escrituras, y es recibida y comprendida por todo cristiano fiel bien enseñado.
Sin embargo, a pesar de todo esto, la obra del Espíritu no es el fundamento de la paz; y si lo fuese, no podríamos disfrutar de una paz sólida y segura hasta la venida de Cristo, porque la obra del Espíritu en la Iglesia no se terminará, propiamente hablando, hasta entonces. El Espíritu prosigue su obra en el creyente. "El mismo Espíritu pide por nosotros con gemidos indecibles" (Rom. 8:26); trabaja para hacernos llegar a aquella estatura a la cual hemos sido llamados, es decir, a una perfecta semejanza, en todas las cosas, a la imagen del "Hijo"; es el único autor de todo buen deseo, de toda aspiración santa, de todo afecto puro, de toda experiencia divina y de toda convicción sana; pero es evidente que su obra en nosotros no será completa, hasta que habremos abandonado la escena presente de este mundo para tomar nuestro lugar con Cristo en la gloria, así como el siervo de Abraham no terminó su misión, respecto a Rebeca, hasta que la hubo presentado a Isaac. Continuará...
sábado, 24 de mayo de 2025
EXODO PARTE 89
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL EXODO
Por C.H.M.
CAPITULO 12
Muchas almas sinceras se hallan en esta triste condición. Se ocupan más de su fe y de sus sentimientos que de la sangre de Cristo y de la palabra de Dios; en otras palabras, miran dentro de ellas mismas, en lugar de mirar afuera, a Cristo. Este no es el procedimiento de la fe; y, por consiguiente, carecen de paz.
El Israelita protegido por el rociamiento de la sangre podría enseñar a esas almas una lección muy oportuna. El no fué salvo por el valor que concedió a la sangre, sino simplemente por la sangre misma. Sin duda, el apreciaba la sangre a su manera, como es seguro también que pensaría en ella; pero Dios no había dicho: "Cuando veré el aprecio que hacéis de la sangre, pasaré de vosotros"; sino: "Veré la sangre, y pasaré de vosotros". La sangre, con todo su valor y su divina eficacia, había sido puesta delante de Israel; y si el pueblo hubiese querido poner algo más al lado de ella, aunque sólo hubiese sido un pedazo de pan sin levadura, para fortalecer el fundamento de su seguridad, habría hecho a Dios mentiroso, y negado la suficiencia perfecta de su remedio.
Nuestra natural inclinación es de buscar en nosotros, o en nuestras cosas, algo que pueda constituir, junto con la sangre de Cristo, el fundamento de nuestra paz. Sobre este punto vital se advierte en muchos cristianos una lamentable falta de claridad y de comprensión, como lo demuestran las dudas y temores de que se ven atormentadas un buen número de ellos. Estamos inclinados a mirar los frutos del Espíritu en nosotros, como si fuesen el fundamento de nuestra paz, en vez de mirar a la obra de Cristo por nosotros. Pronto tendremos la oportunidad de considerar cual es el lugar que ocupa la obra del Espíritu Santo en el cristianismo; pero esta obra no nos es presentada nunca en las Escrituras como siendo el fundamento donde se afirma nuestra paz. El Espíritu Santo no ha hecho la paz, es Cristo quien la ha hecho; no se nos dice el Espíritu Santo sea nuestra paz, mas se nos dice que Cristo es nuestra paz; Dios no envió a predicar "la paz por el
Espíritu Santo", sino "la paz por Jesucristo". (Comp. Hech. 10:36; Efes. 2:14, 17; Col. 1:20). Continuará...
viernes, 23 de mayo de 2025
EXODO PARTE 88
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL EXODO
Por C.H.M.
CAPITULO 12
La aplicación de lo que precede a la paz del pecador es bien sencilla. El Señor Jesús habiendo derramado su preciosa sangre, en expiación perfecta por el pecado, ha llevado esa sangre a la presencia de Dios, y allí El ha hecho la aspersión; y el testimonio de Dios asegura al pecador que cree, que todas las cosas han sido arregladas a su favor, arregladas, no por el aprecio que él hace de la sangre, sino por la sangre misma, que tiene tan grande valor a los ojos de Dios, que, a causa de esa sangre, y de ella solamente, Dios puede perdonar con justicia todo pecado, y recibir al pecador cono un ser perfectamente justo en Cristo. ¿Cómo podría gozar el hombre de una paz sólida, si su paz dependía de la estima que él hiciese de la sangre? La apreciación mayor que el espíritu humano puede hacer del valor de a sangre, estará siempre infinitamente por debajo de su valor divino; por lo tanto, si nuestra paz dependiese de nuestra justa apreciación de lo que esta sangre vale, jamás podríamos gozar de una paz firme y segura, y sería lo mismo como si nosotros la buscásemos "por las obras de la ley". (Rom. 9:32; Gál. 2:16; 3:10). Es necesario que haya un fundamento de paz suficiente sólo en la sangre, porque de otra manera jamás tendríamos paz.
Mezclar a esa sangre el valor que nosotros le concedemos, es derribar todo el edificio del cristianismo, tan efectivamente como si condujéramos al pecador al pie del monte de Sinaí, y que lo pusiéramos bajo la alianza de las obras. O bien el sacrificio de Cristo es suficiente, o bien no lo es.
Y si lo es, ¿por qué esas dudas y temores? Con las palabras de nuestros labios declaramos que la obra está cumplida, mas las dudas y los temores del corazón dicen que no lo está. Todos aquellos que dudan de su perdón perfecto y eterno, niegan en lo que a ellos se refiere, el cumplimiento y la perfección del sacrificio de Cristo.
Hay un gran número de personas que retrocederían a la idea de poner en duda, abiertamente y de propósito deliberado, la eficacia del sacrificio de Cristo, y no obstante, no gozan de una paz segura. Estas personas dicen estar convencidas de que la sangre de Cristo es perfectamente suficiente para satisfacer por completo todas las necesidades del pecador; pero si ellas pudiesen estar ciertas de tener una parte en esa sangre. Si solamente tuviesen la fe verdadera. Continuará...
jueves, 22 de mayo de 2025
EXODO PARTE 87
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL EXODO
Por C.H.M.
CAPITULO 12
El pecador no discierne el carácter absoluto de la redención por la sangre de Cristo, en su aplicación a si mismo. Parece ignorar que el pleno perdón de sus pecados descansa sobre el simple hecho de haberse cumplido una expiación perfecta, un hecho atestiguado y probado a la vista de toda inteligencia creada, por la resurrección de entre los muertos del Sustituto de los pecadores. Ellos saben que no hay otro medio de salvarse que la sangre de la cruz, pero los demonios también saben esto y no les aprovecha para nada. Lo que ellos ignoran, y lo que nosotros necesitamos saber, es que somos salvos ya. El Israelita no conocía solamente que la sangre era una salvaguardia, mas sabía perfectamente que él estaba en seguridad. ¿Y por qué? Ciertamente que no por alguna cosa que él hubiese hecho, o sentido, o pensado; sino porque Dios había dicho: "Veré la sangre, y pasaré de vosotros". El Israelita descansaba en el testimonio de Dios; él creía lo que Dios había dicho, porque Dios lo había dicho; "este signó que Dios es verdadero". (Juan 3:33).
Nota, querido lector, que el Israelita no descansaba sobre sus propios pensamientos, o sobre sus sentimientos, ni tampoco sobre sus experiencias relativas a la sangre. Esto habría sido descansar sobre un miserable fundamento de arena. Sus pensamientos y sus sentimientos podían ser profundos o superficiales; pero profundos o superficiales, nada tenían que ver con el fundamento de su paz.
Dios no había dicho: "Cuando veréis la sangre y la estimáreis como debe ser estimada, yo pasaré de vosotros". Esto habría bastado para hundir al Israelita en una profunda desesperación en cuanto a sí mismo, puesto que es imposible para el espíritu humano apreciar en su justo valor la preciosa sangre del Cordero. Lo que le daba la paz, era la certidumbre de que el ojo de Jehová reposaba sobre la sangre, y el Israelita sabía que El la apreciaba en todo su valor. "¡Veré la sangre!" He aquí lo que tranquilizaba su corazón. La sangre estaba afuera, en el dintel de la puerta, y el Israelita que estaba dentro no podía verla; mas Dios veía la sangre, y esto era perfectamente suficiente. Continuará...
miércoles, 21 de mayo de 2025
EXODO PARTE 86
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL EXODO
Por C.H.M.
CAPITULO 12
La sangre de afuera decía que todo había sido arreglado perfectamente, puesto que Dios había intervenido en ello; y por consiguiente, una paz perfecta reinaba adentro. La sombra de una duda en el corazón de un Israelita habría sido una grave ofensa inferida al divino fundamento de la paz, a saber, la sangre de la propiciación.
Sin duda, cada uno de aquellos que se hallaban dentro de la puerta rociada con sangre, debería sentir, necesariamente, que si él debiese recibir la justa retribución de sus pecados, la espada del destructor caería irremisiblemente sobre él; mas ahora, el cordero había sufrido, en lugar suyo, el trato que él merecía. Este era el fundamento sólido de su paz. El juicio que le correspondía había caído sobre una víctima predestinada por Dios; y creyendo esto, podía comer en paz en el interior de su casa. Una sola duda habría hecho a Jehová mentiroso, porque El había dicho: "Veré la sangre, y pasaré de vosotros". Esto es suficiente. No se trataba aquí de méritos personales: el Yo estaba absolutamente fuera del asunto. Todos los que se hallaban protegidos por la sangre estaban en completa seguridad. No estaban solamente en el camino para ser salvos; lo estaban ya. No debían esperar que serían salvos, o pedir para que lo fuesen; ellos conocían ya como un hecho probado, que lo eran desde luego, en virtud de la autoridad de esta palabra que permanecerá de generación en generación. Además, no se hallaban en parte salvos y en parte expuestos al juicio, sino que estaban completamente salvos. La sangre del cordero y la palabra de Jehová constituían el fundamento de la paz de Israel en esta noche terrible, cuando el ángel de la muerte hirió a todos los primogénitos de Egipto. Si un solo cabello de una cabeza israelita hubiese sido tocado, este hecho habría desmentido la palabra de Jehová, y declarado inútil la sangre del cordero.
Es muy importante tener un conocimiento claro de aquello que constituye el fundamento de la paz del pecador, en la presencia de Dios. Se asocian tantas cosas a la obra cumplida por Cristo, que las almas se ven hundidas en la incertidumbre y en la obscuridad en cuanto a su aceptación. Continuará...
martes, 20 de mayo de 2025
EXODO PARTE 85
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL EXODO
Por C.H.M.
CAPITULO 12
En la interpretación de este capítulo 12 del Exodo, tenemos que ver con una asamblea y con un sacrificio. "Y Lo inmolará toda la congregación del pueblo de Israel entre las dos tardes". (Vers. 6). Esto no significa tanto un cierto número de familias con varios corderos (lo que por cierto es mucha verdad en si), como una sola asamblea y un solo cordero. Cada familia era la expresión local de toda la asamblea reunida alrededor del cordero, así como lo está toda la Iglesia de Cristo, reunida en el nombre del Señor Jesús por el Espíritu Santo, de cuya Iglesia, cada asamblea particular, en donde quiera que se reúna, es sólo la expresión local. "Y tomarán de la sangre, y pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer. Y aquella noche comerán la carne asada al fuego, y panes sin levadura; con hierbas amargas lo comerán. Ninguna cosa comeréis de él cruda, ni cocida en agua, sino asada al fuego; su cabeza con sus pies y sus intestinos." (Vers. 7-9). El cordero pascual se nos presenta bajo dos aspectos distintos, o sea como fundamento de la paz y como centro de unidad. La sangre en el dintel aseguraba la paz a Israel. "Y veré la sangre, y pasaré de vosotros". (Vers. 13). Nada más que la aspersión de la sangre era necesario, para que se pudiese gozar de una paz asegurada en relación con la obra del ángel destructor. La muerte debía hacer su obra en todas las casas del país de Egipto.
"Está establecido a los hombres que mueran una vez. (Hebreos 9:27). Pero Dios, en su gran misericordia, halló un sustituto sin mácula para Israel, sobre el cual la sentencia de muerte fué ejecutada. Las exigencias de la gloria de Dios y la necesidad de Israel hallaron así en una sola y misma cosa, a saber, en la sangre del cordero, aquello que les satisfacía igualmente por entero. Continuará...
lunes, 19 de mayo de 2025
EXODO PARTE 84
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL EXODO
Por C.H.M.
CAPITULO 12
Pero cuando "el pecado entró en el mundo por un hombre" (Rom. 5:12), y el pecado se introdujo en la tierra, entonces fué revelado el plan más profundo, más perfecto y más glorioso, de la redención por la sangre del Cordero. Esta verdad maravillosa apareció primero a través de la espesa nube que rodeaba a nuestros primeros padres, cuando salieron del huerto de Edén; luego, sus brillantes rayos comenzaron a brillar en las figuras y sombras de la dispensación mosaica; y por fin, ella resplandeció sobre el mundo con todo su esplendor, cuando apareció "de lo alto el Oriente" (Luc. 1:78) en la persona de "Dios ... manifestado en carne" (1 Tim. 3:16); y sus ricos y gloriosos resultados se realizarán cuando aquella grande multitud, vestida de blanco y teniendo palmas en sus manos, se reunirán en torno del trono de Dios y del Cordero, y cuando la creación entera descansará segura bajo el cetro de Paz del Hijo de David.
Así, el cordero tomado el día diez y guardado hasta el catorce, nos presenta a Cristo, ordenado desde la eternidad, pero manifestado en el tiempo por amor de nosotros. El designio eterno de Dios en Cristo viene a ser el fundamento de la paz del creyente. Nada menos que esto sería suficiente. Nosotros somos trasladados más allá de la creación; más allá de los límites del tiempo, más allá de la entrada del pecado en el mundo, más allá de todo aquello que pudiese afectar o alterar al fundamento de nuestra paz. La expresión "ya ordenado de antes de la fundación del mundo", nos hace retroceder hacia las profundidades insondables de la eternidad, y nos muestra a Dios formando sus planes de amor y de redención, haciéndolos descansar por entero sobre la sangre expiatoria de su precioso Cordero inmaculado. Cristo fué siempre el pensamiento primario de Dios;
por esto, desde que Dios comienza a hablar o a obrar, toma ocasión para presentar en figura a Aquél que ocupaba el lugar más alto en sus consejos y en sus afectos; y siguiendo el hilo de la inspiración divina, vemos que cada ceremonia, cada rito, cada ordenanza y cada sacrificio, anunciaba de antemano al "Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (Juan 1:29, 36), pero ninguno de una manera tan evidente como el de "la pascua". Continuará...
domingo, 18 de mayo de 2025
EXODO PARTE 83
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEl
Por C.H.M.
CAPITULO 12
Todos los privilegios, todas las bendiciones y las glorias de la creación reposaban sobre la obediencia de una criatura, y en el momento en que esta cayó, todo fué perdido. Pero la tentativa que hizo Satanás de turbar y corromper la creación, sólo sirvió para abrir el camino a la manifestación de los proyectos más profundos de Dios en la redención.
Esta maravillosa verdad nos es presentada en figura bajo el hecho que el cordero debía ser guardado desde el día diez hasta el catorce. Este cordero era, indiscutiblemente, una figura de Cristo, como nos lo enseñan claramente los pasajes siguientes: "Porque nuestra pascua, que es Cristo, fué sacrificada por nosotros". (1 Cor. 5:7); y: "Sabiendo que habéis sido rescatados de vuestra vana conversación, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata: sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación: ya ordenado de antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros" (1 Ped. 1: 18-20).
Todos los designios de Dios, de toda eternidad, tenía relación con Cristo, y ningún esfuerzo del enemigo ha podido nunca alterarlos; muy al contrario, todos sus esfuerzos no han hecho más que contribuir a la manifestación de la sabiduría insondable y a la firmeza inmutable de los consejos de Dios. Si el Cordero sin mancha y sin contaminación" fué "ya ordenado de antes de la fundación del mundo", ciertamente que la redención debía estar en la mente de Dios antes de la fundación del mundo. El Dios Todopoderoso no tuvo necesidad de improvisar un plan con el cual poder remediar el terrible mal que el enemigo había introducido en la creación; no; El no hizo más que sacar del tesoro inexplorado de sus maravillosos designios, la verdad concerniente al Cordero sin mácula ordenado ya desde la eternidad, y que debía ser "manifestado en los postreros tiempos por amor a nosotros".
Cuando la creación salió nueva y perfecta de las manos del Creador, ninguna necesidad tenía de la sangre del Cordero, puesto que en cada una de sus fases y de sus partes, se manifestaba la huella admirable de la mano divina que las había formado, y las pruebas infalibles de "su eterna potencia y divinidad". (Rom. 1:20). Continuará...
sábado, 17 de mayo de 2025
EXODO PARTE 82
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M.
CAPITULO 12
Es cierto que el Enemigo de las almas sabe colorear la escena pasajera de la vida presente, para hacer creer al hombre que ella es toda de oro. El sabe levantar más de un teatro de autómatas, para excitar la risa de una multitud descuidada y frívola, que no quiere acordarse de que es Satanás quien mueve los hilos de los muñecos, y que su objeto es alejar las almas de Cristo para arrastrarlas a la perdición eterna. No hay nada real ni sólido que satisfaga el alma, sino en Cristo. Sin El "todo es vanidad y aflicción de espíritu". (Eccl. 2:17). Sólo en Cristo se hallan los goces verdaderos y eternos; y por esto, sólo cuando empezamos a vivir en El, de El, con El, empezamos a vivir verdaderamente. "Este mes os será principio de los meses; será este para vosotros el primero en los meses del año". El tiempo pasado en los hornos de ladrillo, cerca de "las ollas de las carnes", es como si no hubiese existido; así debía ser considerado por Israel, aunque el recuerdo de ese tiempo pasado debería servir siempre para reanimar de nuevo y hacer más profundo en el corazón del pueblo el sentimiento de lo que la gracia divina había realizado en su favor.
"Hablad a toda la congregación de Israel, diciendo: En el diez de aqueste mes tómese cada uno un cordero por las familias de los padres, un cordero por familia; El cordero será sin defecto, macho de un año: tomaréislo de las ovejas o de las cabras: y habéis de guardarlo hasta el día catorce de este mes; y lo inmolará toda la congregación del pueblo de Israel entre las dos tardes". (Vers. 3- 6). He aquí la redención del pueblo fundamentada sobre la sangre del Cordero, según el designio eterno de Dios; esto nos enseña lo que comunica a esta redención su divina estabilidad. La redención no ha sido el fruto de un segundo pensamiento de Dios: antes que fuese el mundo, o Satanás, o el pecado; antes que la voz de Dios hubiese interrumpido el silencio de la eternidad y llamado los mundos a su existencia, sus grandes designios de amor existían delante de El, y estos consejos de amor no pueden hallar jamás un fundamento suficientemente sólido en la creación. Continuará...
viernes, 16 de mayo de 2025
EXODO PARTE 81
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M.
CAPITULO 12
Todo lo que cautiva la atención del hombre mundano, los honores, las riquezas, los placeres, los atractivos de la vida, todas estas cosas, consideradas a la luz del juicio de Dios y pesadas en la balanza del santuario, no son en el fondo más que un horrible vacío, la nada, indigno todo ello de ocupar un lugar en los relatos del Espíritu Santo. "El que es incrédulo al Hijo, no verá la vida". (Juan 3:36).
Los hombres hablan de gozar de la vida, cuando se lanzan al mundo, cuando viajan de un lado y de otro para ver todo aquello que es digno de verse; pero olvidan que el solo medio real y verdadero de "ver la vida", es el de "creer en el Hijo de Dios".
Mas los hombres piensan de otra manera. Se imaginan que la "vida verdadera" se termina cuando un hombre se hace cristiano, real y verdadero, y no sólo de nombre y de profesión exterior; pero la palabra de Dios nos enseña que es precisamente cuando nosotros podemos ver la vida y gustar la verdadera felicidad. "El que tiene al Hijo, tiene la vida." (1 Juan 5:12). Y otra vez: "Bienaventurado aquel cuyas iniquidades son perdonadas, y borrados sus pecados." (Salmo 32:1).
Sólo en Cristo podemos tener nosotros la vida y la felicidad. Fuera de El todo es muerte y miseria según el juicio del cielo, aunque las apariencias puedan parecer otra cosa. Cuando el espeso velo de la incredulidad ha sido quitado de encima del corazón, entonces podemos ver, con los ojos de la fe, al Cordero inmolado llevando sobre el madero maldito la pesada carga de nuestra culpabilidad, y entrar en el sendero de la vida, participando de la copa de la felicidad divina. Esta vida empieza en la cruz, para continuar hasta una eternidad de gloria, y la felicidad es de día en día más profunda y más pura, dependiendo más cada día de Dios, y reposando mejor sobre Cristo, hasta que llegaremos a alcanzar aquella estatura del varón perfecto, en la presencia de Dios y del Cordero. Buscar la vida y la dicha por otros medios, es un trabajo mucho más vano que "hacer ladrillos sin paja". Continuará...
jueves, 15 de mayo de 2025
EXODO PARTE 80
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL EXODO
Por C.H.M.
CAPITULO 12
He aquí la grande diferencia que hace Dios. El tira una línea de demarcación; y a un lado de esta línea está la "vida", y al otro lado la "muerte". Algunos de los primogénitos de Egipto podían ser tan hermosos y tener los mismos atractivos que los de Israel, y tal vez más; pero Israel tenía la vida y la luz, fundamentadas sobre los consejos del amor de un Dios Redentor, y establecidas firmemente, como vamos a verlo, por la sangre del Cordero. Esta era la bienaventurada posición de Israel; mientras que, del otro lado, en toda la extensión del país de Egipto, desde el monarca sentado en el trono hasta la sierva ocupada en moler, no se veía más que muerte, y sólo se oía el grito amargo de la angustia, arrancado por el golpe terrible de la vara de Jehová. Dios puede abatir el espíritu altivo del hombre; El puede hacer que "la ira del hombre" le acarree alabanza, y reprimir el resto de las iras. (Salmo 76:10). "Y descenderán a mi todos estos tus siervos, e inclinados delante de mi dirán: Sal tú, y todo el pueblo que está bajo de ti; y después de esto yo saldré". (Cap. 11:8). Dios cumplirá sus propósitos. Es menester que sus designios de misericordia sean cumplidos a toda costa; y la confusión de rostro
será para aquellos que se le oponen. "Alabad a Jehová, porque es bueno; porque para siempre es su misericordia. Al que hirió a Egipto en sus primogénitos, porque para siempre es su misericordia. Al que sacó a Israel de en medio de ellos, porque para siempre es su misericordia; con mano fuerte, y brazo extendido, porque para siempre es su misericordia". (Salmo 136:1 y 10-12).
"Y habló Jehová a Moisés y Aarón en la tierra de Egipto, diciendo: Este mes os será principio de 1os meses; será este para vosotros el primero de los meses del año". (Cap. 12:1-2). Hay aquí un cambio muy interesante en el orden de contar el tiempo. El año común o civil seguía su curso ordinario, cuando Jehová lo interrumpió a causa de su pueblo, enseñándole así, en principio, que debía comenzar una nueva era con El. La historia anterior de Israel no debía ser tenida en cuenta en adelante; la redención debía constituir el primer paso en la vida real.
Esto nos enseña una verdad bien sencilla, y es que el conocimiento de una salvación perfecta y de una paz estable y asegurada, por la preciosa sangre del Cordero, coloca al hombre en medio de un nuevo orden de cosas y empieza para él en realidad su vida con Dios. Hasta entonces, según el juicio de Dios y la expresión de las Escrituras, el hombre está "muerto en delitos y pecados"; ajeno "de la vida de Dios". (Efesios 2:1; 4:18). Su historia entera no es más que un espacio vacío, aunque en la opinión del hombre, pueda haber sido una larga escena de ruidosa actividad. Continuará...
miércoles, 14 de mayo de 2025
EXODO PARTE 79
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL EXODO
Por C.H.M.
CAPITULO 12
Sin embargo, una de las prerrogativas de Dios es de responder a todos los razonamientos orgullosos del hombre, y de bajar las soberbias imaginaciones del espíritu humano. Dios puede imprimir la sentencia de muerte sobre toda la naturaleza, aun cuando ésta adquiere sus formas más bellas. "Está establecido a los hombres que mueran una vez". (Hebreos 9: 27). Nadie puede escapar a esta sentencia. El hombre puede procurar cubrir su humillación por diversos medios; escondiendo su paso a través del valle de sombra de muerte de la manera más heroica; dando los nombres más honrosos que pueda imaginarse a sus últimos días, los más humillantes de su carrera; dorando con falsos resplandores el lecho de muerte; decorando el convoy fúnebre y la tumba de cierta apariencia de pompa, de aparato y de gloria; levantando sobre los restos corrompidos un monumento espléndido, sobre el cual se inscriben los anales de la vergüenza humana; el hombre puede hacer todo esto, pero después de todo, la muerte es muerte, y no puede retardarla ni un solo momento, ni transformarla en otra cosa de lo que realmente es, a saber: "La paga del pecado". (Rom 6:23).
Estos pensamientos nos han sido sugeridos por los primeros versículos del capítulo 11: "Una plaga traeré aun". ¡Palabra solemne! Ella pone el sello a la sentencia de muerte pronunciada sobre los primogénitos de Egipto, "el principio de toda su fuerza". (Salmo 105:36). Y dijo Moisés: Jehová ha dicho así: A la media noche yo saldré por medio de Egipto, y morirá todo primogénito en tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sienta en su trono, hasta el primogénito de la sierva que está tras la muela; y todo primogénito de las bestias. Y habrá gran clamor por toda la tierra de Egipto, cual nunca fué, ni jamás será". (Cap. 11:4-6). Tal debía ser la plaga final -la muerte en cada casa-. "Mas entre todos los hijos de Israel, desde el hombre hasta la bestia ni un perro moverá su lengua; para que sepáis que hará diferencia Jehová entre los Egipcios y los Israelitas". (Vers. 7). No hay más que el Señor que pueda hacer "diferencia" entre aquellos que son suyos y los que no lo son. No debemos, por lo tanto, decir a nadie: "Estate en tu lugar, no te llegues a mí, que soy más santo que tú" (Isaías 65:5); este es el lenguaje propio de un fariseo. Pero cuando Dios "hace diferencia", es nuestro deber indagar en qué consiste esta diferencia, y en el caso presente, vemos que se trataba de una simple cuestión de vida o de muerte. Continuará...
martes, 13 de mayo de 2025
EXODO PARTE 78
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL EXODO
Por C.H.M.
CAPITULO 12
Dios da algunas veces a los hombres aquello que está de acuerdo con el verdadero deseo de sus corazones: "Por tanto, les envía Dios operación de error, para que crean a la mentira; para que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, antes consintieron a la iniquidad" (2 Tes. 2:11-12). Si los hombres rechazan la verdad cuando les es presentada, tendrán ciertamente la mentira; si no quieren a Cristo, tendrán a Satanás; si menosprecian el cielo, tendrán el infierno.
¿Hallará algo que responder a esto el espíritu incrédulo? Que comience por probar primero que todos los que son tratados judicialmente así, han obrado plenamente según su responsabilidad; que Faraón, por ejemplo, en el asunto que nos ocupa, obró, en alguna medida, según las luces que él poseía; y así sucesivamente con todos los demás casos. El deber de probar recae por entero, indiscutiblemente, sobre aquellos que están dispuestos a disputar con Dios acerca de sus juicios contra los que rechazan su verdad. El hijo de Dios, sencillo de corazón, justificará a Dios en sus mas insondables dispensaciones. y aunque no pueda responder de una manera satisfactoria a todas las preguntas difíciles de la incredulidad; halla un reposo perfecto en estas palabras: "El juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?" (Gén. 18:25).
Hay una grande diferencia entre la manera de obrar de Dios para con los paganos (Rom. 1) y para con aquellos que rechazan el Evangelio. (2 Tes. 1, 2). En cuanto a los primeros, se dice: "Y como a ellos no les pareció tener a Dios en su noticia, Dios los entregó a una mente depravada, para hacer lo que no conviene"; pero en cuanto a los segundos. la Palabra enseña que "por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos, por tanto, pues, les envía Dios operación de error, para que crean a la mentira: para que sean condenados todos". Los paganos rehusan el testimonio de la creación, y por lo tanto, son entregados a ellos mismos. Los que rechazan el Evangelio, repelen la luz resplandeciente que irradia de la cruz, y por lo mismo pronto les será enviado "espíritu de error". Esto es muy solemne para nuestros tiempos, en los que hay tanta abundancia de luz y tanta profesión de cristianos, mucho más sabiduría en esta manera de resolver una dificultad aparente, que en los razonamientos más complicados; porque ciertamente, un corazón que esté dispuesto a "altercar con Dios" (Rom. 9:20) no será convencido por los razonamientos del hombre. Continuará...
lunes, 12 de mayo de 2025
EXODO PARTE 77
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL EXODO
Por C.H.M.
CAPITULO 12
"Y Jehová dijo a Moisés: Una plaga traeré; aún sobre Faraón, y sobre Egipto; después de la cual él os dejará ir de aquí; y seguramente os echará de aquí del todo". (Cap. 11:1). Otro golpe más duro todavía debe caer aun sobre este monarca endurecido y sobre su pueblo, para obligarle a dejar ir a los bienaventurados objetos de la gracia soberana de Jehová.
Es en vano que el hombre se endurezca y se levante contra Dios; porque ciertamente Dios puede quebrantar y reducir en polvo al corazón más duro, y abatir hasta la humillación al espíritu más altivo. "Humillar puede a los que andan en soberbia". (Dan. 4:37). El hombre puede imaginarse que es algo; puede levantar en alto la cabeza en su loco orgullo, como si fuese su propio dueño.
¡Hombre vano! ¡Cuán poco conoce su mísera condición y verdadero carácter! El no es más que un medio, un instrumento de Satanás, que lo emplea para poner obstáculos a los designios de Dios. La inteligencia más brillante, el genio más elevado, la más indomable energía, no son más que otros tantos instrumentos en las manos de Satanás para ejecutar sus negros planes, a menos que no sean puestas bajo el gobierno inmediato del Espíritu de Dios. Ningún hombre es su propio dueño; él es gobernado o por Cristo o por Satanás. El rey de Egipto podía creerse un agente libre, y sin embargo no era más que un instrumento en las manos de otro. Satanás estaba detrás del trono; y en consecuencia de haberse entregado a él para resistir a los planes de Dios, Faraón fué entregado judicialmente a la influencia endurecedora y ciega del maestro que se había escogido.
Esto nos explica una expresión que leemos frecuentemente en los primeros capítulos de este libro: "Jehová endureció el corazón de Faraón". (Cap. 9:12). No sería provechoso para nadie procurar evitar el sentido claro y completo de esta solemne declaración. Si el hombre rechaza la luz del testimonio divino, es judicialmente entregado al endurecimiento y ceguera del corazón; Dios lo abandona a sí mismo; y entonces Satanás apoderándose de él, lo arrastra inconscientemente hacia la perdiclon. En todo este asunto había luz abundante para hacer ver a Faraón la extravagancia y la locura del camino que seguía, procurando retener bajo su mano a aquellos a quienes Dios le había ordenado que dejase marchar. Pero la verdadera inclinación de su corazón era de oponerse a Dios con todas sus fuerzas, y por este motivo Dios lo abandonó a si mismo, e hizo de él un monumento para la manifestación de su gloria "por toda la tierra". Esto no encierra ninguna dificultad sino para aquellos que desean disputar con Dios, y esforzarse contra el Todopoderoso" (Job 15: 25), arruinando así sus almas inmortales. Continuará...
domingo, 11 de mayo de 2025
EXODO PARTE 76
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL EXODO
Por C.H.M.
CAPITULOS 7 A 11
Nada se descubre aquí del espíritu legalista del hombre. Las palabras "hasta que lleguemos allá", son nuestra salvaguardia contra ese mal terrible. Nosotros hemos hecho el "camino de tres días", antes que una sola palabra referente al sacrificio se haya hecho oír o haya sido comprendida por nosotros; estamos en plena posesión, completa e indiscutible, de la vida de resurrección y de la justicia eterna; hemos abandonado ese país de muerte y de tinieblas; hemos sido conducidos a Dios mismo, de tal suerte, que podemos gozar de El por el poder de la vida que nos es dada, y en la esfera de justicia en la cual hemos sido colocados: servir es entonces nuestro mayor gozo. No hay, pues, en el corazón ni un solo pensamiento del cual Dios no sea digno; no hay en todo el rebaño ni una sola víctima que sea demasiado preciosa para ser sacrificada sobre su altar. Cuanto más cerca caminamos de El y más intima es nuestra comunión con El, mejor comprenderemos que nuestra comida y nuestra bebida es hacer su santa voluntad. El creyente considera como su mayor privilegio el poder servir al Señor, y toma placer en todo ejercicio y en toda manifestación de la naturaleza divina. No camina cargado con un yugo pesado y duro. Su yugo ha sido roto por causa de la unción" (Isaías 10:27); su carga ha sido quitada para siempre por la sangre de la cruz, en tanto que avanza "rescatado", "regenerado" y "libertado", en virtud de estas consoladoras palabras: "Deja ir a mi pueblo". Continuará...
sábado, 10 de mayo de 2025
EXODO PARTE 75
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL EXODO
Por C.H.M.
CAPITULOS 7 A 11
La respuesta de Moisés a esta última objeción de Faraón nos presenta una magnífica exposición de los derechos soberanos de Jehová sobre su pueblo, y sobre todo aquello que le pertenece. "Moisés respondió: Tú también nos entregarás sacrificios y holocaustos que sacrifiquemos a Jehová nuestro Dios. Nuestros ganados irán también con nosotros; no quedará ni una uña; porque de ellos hemos de tomar para servir a Jehová nuestro Dios; y no sabemos con qué hemos de servir a Jehová, hasta que lleguemos allá". (Cap. 10: 25-26). Cuando los hijos de Dios pueden tomar por medio de una fe sencilla e infantil, el alto lugar que les corresponde por la muerte y la resurrección, entonces pueden tener un conocimiento algo exacto de los derechos de Dios sobre ellos. "No sabemos con qué hemos de servir a Jehová, hasta que lleguemos allá". Israel no conocía cuál era su responsabilidad ni las exigencias de Dios, hasta que hubo hecho el "camino de tres días". El pueblo no podía conocer esas cosas en medio de la atmósfera corrompida del Egipto. Es indispensable que la redención sea conocida como un hecho realizado, antes que se pueda tener una idea justa o completa de la responsabilidad. Todo esto es perfecto y de una extraordinaria hermosura. "El que quisiere hacer su voluntad, conocerá de la doctrina". (Juan 7:17). Es necesario que por el poder de la muerte y de la resurrección, estemos completamente fuera de Egipto; entonces, y sólo entonces, conoceremos realmente lo que es el servicio del Señor. Cuando, por la fe, tomamos nuestro lugar en esos celestes y gloriosos atrios donde nos ha introducido la preciosa sangre de Cristo; cuando miramos a nuestro alrededor y contemplamos los resultados varios,
excelentes y maravillosos del amor que nos ha rescatado; cuando consideramos atentamente la figura de Aquél que nos ha introducido en ese lugar y que nos ha hecho merced de todas esas riquezas, entonces nos vemos constreñidos a exclamar: ¿Qué pondré a los pies de un tal amor? ¿Qué daré al Señor por su gracia infinita? ¡Ah! ¡Mi vida y mi corazón son Suyos sin condición!
"No quedará ni una uña", responde Moisés; ¡qué nobles palabras! Egipto no es el lugar propio para guardar nada que pertenezca a los redimidos de Jehová; Dios es digno de todo; "cuerpo, alma y espíritu", todo lo que somos y todo lo que tenemos, le pertenece a El. "No sois vuestros, porque comprados sois por precio" (1 Cor. 6:19-20); y es nuestro grande privilegio consagrarnos con todo lo que poseemos a Aquél a quien pertenecemos y a cuyo servicio hemos sido llamados. Continuará...
viernes, 9 de mayo de 2025
EXODO PARTE 74
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL EXODO
Por C.H.M.
CAPITULOS 7 A 11
No será así; id ahora vosotros los varones y servid a Jehová: pues esto es lo que vosotros demandasteis. Y echáronlos de delante de Faraón". (Cap. 10:8-11). De nuevo, vemos como el enemigo procura asentar un golpe de muerte al testimonio rendido al nombre del Dios de Israel.
¡Los padres en el desierto y los hijos en Egipto; qué terrible anomalía Esto no era posible. Si los hijos hubiesen quedado en Egipto, ¿no se habría podido decir que los padres los habían abandonado? puesto que los hijos eran una parte integrante de ellos mismos. Todo lo más que se habría podido decir en tal caso, es que una parte de Israel servía a Jehová y otra parte a Faraón. Pero Jehová no podía compartir el servicio de su pueblo con Faraón, y por lo tanto, era necesario que El lo poseyese todo o nada. He aquí una cuestión importante para los padres cristianos. ¡Tengámoslo presente en nuestros corazones dándole la importancia que se merece! Tenemos el inmenso privilegio de poder contar con la ayuda de Dios para procurar el bien de nuestros hijos, y para criarlos "en disciplina y amonestación del Señor". (Efes. 6:4). Ninguna otra porción debe satisfacernos para nuestros hijos, sino aquella misma que nosotros disfrutamos.
La cuarta y última objeción de Faraón se relacionaba al ganado grande y pequeño. "Entonces Faraón hizo llamar a Moisés, y dijo: Id servid a Jehová; solamente queden vuestras ovejas y vuestras vacas: vayan también vuestros niños con vosotros". (Cap. 10:24). ¡Con qué perseverancia disputaba Satanás a Israel cada pulgada de terreno en su camino fuera de Egipto! En primer lugar procura hacerles quedar en el país; luego a tenerles cerca del país; después a retener una parte del pueblo; y por fin, cuando ha fracasado en esas tres tentativas, se esfuerza en hacerles marchar sin ningún medio para servir a Jehová. No pudiendo retener a los servidores, se empeña en retener el ganado que les es necesario para su servicio, pensando obtener así el mismo resultado por un medio diferente. Puesto que no puede inducirles a sacrificar en el país, quisiera enviarles fuera del país sin víctimas para sus sacrificios. Continuará...
jueves, 8 de mayo de 2025
EXODO PARTE 73
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M.
CAPITULOS 7 A 11
Es muy importante comprender claramente que el fin de Satanás en cada una de sus objeciones no era sino el de poner obstáculos al testimonio, que no podía ser rendido al nombre del Dios de Israel más que por "un peregrinaje de tres días a través del desierto". Esto era verdaderamente, "alejarse"; ir mucho más allá de lo que Faraón podía imaginarse, donde no le era posible seguir a Israel. ¡Qué grande bendición sería si todos los que hacen profesión de salir de Egipto se alejasen verdaderamente de él, por el espíritu de su entendimiento y por la elevación de su carácter; si reconociesen exactamente el límite que marca entre ellos y el mundo la cruz y el sepulcro de Cristo! Nadie puede colocarse en ese verdadero límite por la sola energía de su naturaleza. Por esto el Salmista pudo decir: "No entres en juicio con tu siervo; porque no se justificará delante de ti ningún viviente". (Salmo 143:2). Lo mismo acontece respecto a la verdadera y efectiva separación del mundo. "Ningún viviente" puede realizarla. Sólo es posible hacerlo considerándose como "muerto con Cristo" y "resucitado con El, por la fe de la operación de Dios" (Col. 2:12), que el hombre puede ser "justificado" delante de Dios y separado del mundo. He aquí lo que se puede llamar "alejarse". ¡Haga Dios que todos los que hacen profesión de cristianos y se llaman de este nombre, puedan alejarse así! Entonces su lámpara dará una luz constante; su testimonio dejará oír un sonido inteligible; su marcha será elevada; sus experiencias ricas y profundas; su paz correrá como un río; sus afectos serán celestiales y sus vestiduras puras. Y sobre todo esto, el nombre del Señor Jesús será glorificado en ellos, por la potencia del Espíritu Santo, según la voluntad de Dios el Padre.
La tercera objeción de Faraón reclama una atención especial por nuestra parte. "Moisés y Aarón volvieron a ser llamados a Faraón, el cual les dijo: Andad, servid a Jehová vuestro Dios.
¿Quién y quién son los que han de ir? Y Moisés respondió: Hemos de ir con nuestros niños y con nuestros viejos, con nuestros hijos y con nuestras hijas; con nuestras ovejas y con nuestras vacas hemos de ir; porque tenemos solemnidad de Jehová. Y él les dijo: Así sea Jehová con vosotros como yo os dejaré ir a vosotros y a vuestros niños; mirad como el mal está delante de vuestro rostro. Continuará...
miércoles, 7 de mayo de 2025
EXODO PARTE 72
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M.
CAPITULOS 7 A 11
Andad con Dios y no andaréis con el mundo. Las frías distinciones y las reglas severas no tienen ninguna eficacia. Es la potencia divina lo que nos es necesario. Tenemos necesidad de comprender la significación y aplicación espiritual del "camino de tres días por el desierto", el cual no sólo nos separa para siempre de los hornos de ladrillo y de los cuadrilleros de Egipto, sino también de sus templos y altares.
La segunda objeción de Faraón participa en mucho del mismo carácter y tendencia de la primera. "Y dijo Faraón: Yo os dejaré ir para que sacrifiquéis a Jehová vuestro Dios en el desierto, con tal que no vayáis más lejos". (Cap. 8:28). No pudiendo retener a los israelitas en Egipto, procuraba a lo menos tenerlos cerca de las fronteras, para poder influir sobre ellos por las diversas influencias del país. De esta manera el pueblo hubiese podido ser conquistado de nuevo más fácilmente, y su testimonio mejor aniquilado que si Israel no hubiese salido nunca de Egipto.
Aquellos que vuelven al mundo después de haber parecido que lo abandonaban, hacen mucho más daño a la causa de Cristo que si nunca se hubiesen movido de él; porque virtualmente confiesan que habiendo probado las cosas divinas, han descubierto que las cosas terrenas son mejores y satisfacen más.
Pero no es esto todo. El efecto moral de la verdad sobre las conciencias de los inconvertidos recibe un golpe fatal a causa de aquellos que habiendo profesado abandonar el mundo, vuelven a las mismas cosas que parecía habían dejado para siempre. No es que tales casos concedan a nadie la autorización para rechazar la verdad de Dios, teniendo en cuenta que cada uno es responsable de sí mismo y tendrá que dar cuenta a Dios de sus propios actos. Pero el efecto producido en este sentido es siempre malo. "Ciertamente, si habiéndose ellos apartado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, y otra vez envolviéndose en ellas, son vencidos, sus postrimerías les son hechas peores que los principios. Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, tornarse atrás del santo mandamiento que les fué dado." (2 Pedro 2:20,21).
Por este motivo, si no se está dispuesto a "abandonar el mundo enteramente", es mucho mejor no moverse de él en absoluto. El enemigo no ignoraba esto; de ahí la segunda objeción. El adoptar una posición de vecindad responde admirablemente bien a sus designios. Los que no saben tomar una posición decidida, son siempre débiles e inconsecuentes; y de hecho, su influencia, cualquiera que sea, conduce, indefectiblemente, hacia un lado enteramente falso. Continuará...
martes, 6 de mayo de 2025
EXODO PARTE 71
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M.
CAPITULOS 7 A 11
Y si la distancia es considerable en principio, también debería serlo en la práctica. El mundo y el cristiano no deberían tener absolutamente nada en común; y nada tendrán en común sino aquello en que el cristiano niegue a su Señor y Maestro. El creyente se muestra infiel a Cristo en la misma proporción de la comunión que mantiene con el mundo.
Todo esto es bastante claro; pero, querido lector, ¿adónde nos conduce en cuanto a lo que concierne a este mundo? Seguramente, fuera de él, y esto de un modo completo. Nosotros estamos muertos al mundo y vivos con Cristo. Somos participantes a la vez de su desprecio en el mundo y de su aceptación en el cielo; y el gozo de esta aceptación nos hace considerar como nada la prueba del desprecio del mundo. Ser desechado en el mundo, sin saber que yo tengo un lugar y una parte en el cielo, sería insoportable para mí; pero cuando las glorias del cielo absorben las miradas del alma, muy poco de la tierra es necesario. Pero puede ser que se pregunte: "¿Y qué es el mundo?" Sería difícil hallar una expresión tan vaga y mal determinada como la de "mundo" o "mundanalidad", porque en general estamos inclinados a hacer comenzar "lo mundano" uno o dos grados más arriba del punto donde nos encontramos situados espiritualmente. Sin embargo, la palabra de Dios define con perfecta precisión lo que es el "mundo", cuando lo designa como comprendiendo todo lo que "no es del Padre". (1 Juan 2:15-16). Así, cuanto más profunda sea mi comunión con el Padre, mejor se ejercitará mi discernimiento respecto a lo que pertenece al mundo. Tal es la manera que Dios emplea para enseñarnos. Cuanto más os gocéis con el amor del Padre, tanto más rechazaréis al mundo. Mas, ¿quién es el que nos revela al Padre? Es el Hijo. Y El lo hace por la potencia de su Santo Espíritu. Por esta razón, cuanto más aprendo por el poder del Espíritu, no contristado, a deleitarme en la revelación que el Hijo nos ha dado del Padre, más exacto es mi discernimiento de lo que es el mundo. A medida que el reino de Dios gana terreno en el corazón, nuestro juicio respecto a la mundanalidad viene a ser más recto y justo. Definir lo que es el mundo es bastante difícil; alguien ha dicho que se compone de varios matices que varían gradualmente desde el color blanco hasta el negro más obscuro. No se puede poner un límite y decir: Aquí comienza "lo mundano"; pero la viva y exquisita sensibilidad de la naturaleza divina retrocede delante de ello; y todo lo que nosotros debemos hacer, es marchar adelante por la potencia de esta naturaleza, a fin de mantenernos alejados de toda especie de mundanalidad. "Andad en el Espíritu y no satisfagáis la concupiscencia de la carne". (Gál. 5:16). Continuará...
lunes, 5 de mayo de 2025
EXODO PARTE 70
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL EXODO
Por C.H.M.
CAPITULOS 7 A 11
El Señor Jesús ha satisfecho todas las deudas sobre la cruz en favor de su pueblo; y la prueba de ello, es que ahora está sentado a la diestra de Dios. Un Cristo resucitado es la prueba eterna de una redención completa y cumplida; y si la redención es un hecho cumplido, la paz del creyente es una realidad verdadera y estable. No somos nosotros quienes han hecho la paz, ni nunca habríamos podido hacerla; todos nuestros esfuerzos, en ese sentido, sólo habrían servido para manifestar con mayor evidencia que nosotros éramos infractores de la paz.
Pero Cristo, habiendo hecho la paz, por la sangre de su cruz, ha tomado su asiento en lugares celestiales, triunfando de todos los enemigos. Por El, Dios anuncia la buena nueva de la paz. La palabra del Evangelio trae esta paz; y el alma que cree el evangelio tiene la paz, establecida delante de Dios, porque Cristo es su paz. (Véase Hechos 10:36; Rom. 5:1; Efes. 2:14; Col. 1:20). De esta manera Dios ha satisfecho no solamente las exigencias de su gloria, sino que, haciéndolo, ha abierto un camino por el cual su amor infinito puede descender hasta el más culpable de la culpable raza de Adán.
Luego, en cuanto al resultado práctico, la cruz de Cristo no sólo ha quitado los pecados del creyente, sino que ha quebrantado para siempre los lazos que le retenían al mundo, por lo cual tiene el privilegio de poder considerar al mundo como una cosa crucificada, y de ser considerado por el mundo como un crucificado. Tal es la posición respectiva del creyente y del mundo en relación el uno con el otro. El juicio que este mundo ha hecho sobre Cristo, ha sido expresado por la posición en la cual Cristo ha sido colocado por el mundo, con propósito deliberado. El mundo fué invitado a escoger entre Cristo y un asesino. Dio libertad al asesino y clavó a Cristo en la cruz entre dos malhechores. Por lo tanto, si el creyente sigue los pasos de Cristo, y se compenetra con su espíritu, y lo manifiesta, ocupará el mismo lugar que Cristo en la estima del mundo; y de esta manera conocerá que, en cuanto a su posición delante de Dios, está crucificado con Cristo, mas será también llevado a realizar este hecho en su vida y en su experiencia de cada día.
Pero, mientras que la cruz ha roto las cadenas que unían al cristiano con el mundo, la resurrección ha introducido al creyente bajo el poder de nuevos lazos y nuevas relaciones. Si en la cruz vemos el juicio del mundo respecto a Cristo, en la resurrección vemos el juicio de Dios. El mundo ha crucificado a Cristo, mas "Dios también le ensalzó a lo sumo". (Fil. 2:9). Continuará...
domingo, 4 de mayo de 2025
EXODO PARTE 69
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M.
CAPITULOS 7 A 11
Es a causa de no haberse apropiado con la sencillez de la fe estas verdades fundamentales que un gran número de los hijos de Dios se lamentan de no poseer una paz segura; de experimentar constantes variaciones en su estado espiritual, y continuos altos y bajos en su experiencia. Cada duda en el corazón de un cristiano es un deshonor hecho a la palabra de Dios y al sacrificio de Cristo. Es porque el cristiano no permanece ya, desde ahora, en aquella luz que brillará del tribunal de Cristo, que se siente atormentado por las dudas y temores. Y aunque esas fluctuaciones e incertidumbres, que tantas personas tienen que deplorar, no son comparativamente más que consecuencias ligeras en cuanto no afectan más que la experiencia de estas personas, los efectos que producen sobre su culto, su servicio y su testimonio son infinitamente más graves, por cuanto la gloria del Señor está interesada en ello. Pero generalmente hablando, se piensa poco en la gloria del Señor, porque el objeto principal, el fin supremo, para la mayor parte de los cristianos, es la salvación personal. Nosotros somos inclinados a considerar como esencial todo aquello que se relaciona directamente con nosotros, mientras que aquello que afecta a la gloria de Cristo en nosotros y por nosotros, es considerado como no-esencial o secundario.
Sin embargo, es bueno comprender claramente que la misma verdad que da la paz segura al alma, la pone en estado de poder ofrecer un culto inteligente, un servicio agradable y un testimonio
eficaz. En el capítulo 15 de la 1ª epístola a los Corintios, el apóstol presenta la muerte y la resurrección de Cristo como el gran fundamento de todas las cosas. "Además os declaro, hermanos,
el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano. Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo fué muerto por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fué sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las
Escrituras". (Vers. 1-4). ¡Tal es el Evangelio! El fundamento de la salvación es un Cristo muerto y resucitado. "El cual fué entregado por nuestros delitos, y resucitado para nuestra justificación".
(Rom. 4:25). Ver, por los ojos de la fe, a Jesús clavado en cruz y sentado sobre el trono, es una visión que debe dar una paz sólida a la conciencia, y una perfecta libertad al corazón. Nosotros podemos mirar al sepulcro y verlo vacío, podemos mirar arriba al trono de gloria y verlo ocupado, y así, continuar nuestro camino gozosos. Continuará...
sábado, 3 de mayo de 2025
EXODO PARTE 68
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M.
CAPITULOS 7 A 11
Es preciso que el creyente sepa dónde ha sido colocado para siempre, en virtud de la muerte y resurrección del Señor Jesús, antes que pueda ser un adorador inteligente, un siervo aprobado y un verdadero y fiel testigo.
La expresión "abominación" se refiere a lo que adoraban los egipcios. No se trata aquí de la cuestión de saber si somos hijos de Dios, y, por lo tanto, salvos.
Muchos hijos de Dios están lejos de conocer el completo resultado de la muerte y resurrección de Cristo en lo que les concierne a cada uno de ellos. No se apropian esta preciosa verdad, que la muerte de Cristo ha abolido para siempre sus pecados (Hebreos 9:26) y que son los bienaventurados participantes de su vida y de su resurrección, con la cual el pecado no puede tener nada que hacer.
Cristo ha sido hecho maldición por nosotros, no como algunos quisieran enseñárnoslo, naciendo bajo la maldición de una ley quebrantada, sino siendo colgado en el madero. (Comp. atentamente Deut. 21:23; Gál. 3:13). Nosotros estábamos bajo la maldición, porque estábamos en nuestros pecados o porque no habíamos guardado la ley; pero Cristo, el hombre perfecto, habiendo magnificado la ley y engrandeciéndola (Isaías 42:21), por el hecho de haberla obedecido perfectamente, vino a ser hecho maldición por nosotros siendo colgado en el madero. Así en su vida, Jesús magnificó la ley de Dios; y en su muerte, llevó la maldición por nosotros. No hay, pues, ahora para el creyente ni pecado, ni maldición, ni ira, ni condenación; y aunque él deba comparecer ante el tribunal de Cristo, este tribunal le será tan favorable entonces, como ahora lo es para él el trono de la gracia. El tribunal manifestará su verdadera condición, esto es, que nada existe que le condene; lo que el creyente es, Dios lo ha operado. El es la obra de Dios. Dios vino a él cuando se encontraba en un estado de muerte y de condenación, y ha sido hecho exactamente tal como Dios quería que fuese. El mismo juez ha borrado sus pecados y es su propia justicia, de manera que el tribunal debe serle favorable; más aún, allí hallará la declaración pública y solemne, hecha al cielo, a la tierra y al infierno, que aquel que es lavado de sus pecados por la sangre del Cordero, es tan limpio como puede serlo, siendo lavado por Dios. (Véase Juan 5:24; Rom. 8:1; 2 Cor. 5:5, 10-11; Efes. 2:10). Todo lo que debía hacerse, Dios lo ha hecho, y seguramente El no condenará su propia obra. La justicia que era reclamada, Dios la ha provisto; y por lo tanto, no hallará en ella ningún defecto. La luz de la silla judicial será bastante radiante para disipar todas las nieblas y nubes que pudiesen obscurecer las glorias incomparables y las virtudes eternas que pertenecen a la cruz, y para mostrar que el creyente es "limpio del todo". (Juan 13:10; 15:3; Efesios 5:27). Continuará...
viernes, 2 de mayo de 2025
EXODO PARTE 67
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M.
CAPITULOS 7 A 11
No hubiese habido ningún testimonio, o habría sido un testimonio completamente falso. Era pues necesario para que el carácter de Dios fuese plena y fielmente manifestado, que su pueblo fuera enteramente librado y completamente separado de Egipto; y es asimismo necesario ahora, para que un testimonio claro y sin equívocos sea rendido al Hijo de Dios, que todos aquellos que le pertenecen sean separados del presente siglo malo. Tal es la voluntad de Dios, y es por esta causa que Cristo se ha dado a sí mismo, según leemos en la Palabra de Dios: "Gracia sea a vosotros, y paz de Dios el Padre, y de nuestro Señor Jesucristo, el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para
librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de Dios y Padre nuestro; al cual sea la gloria por siglos de siglos. Amén". (Gál. 1: 3-5).
Los Gálatas comenzaban a darse a una religión carnal y mundana, una religión de ordenanzas, una religión de "días, de meses, de tiempos y de años"; y el apóstol, desde el principio de su epístola, les recuerda que el Señor Jesús se entregó a sí mismo con el fin de librar a su pueblo de todo este sistema. Es necesario que el pueblo de Dios sea un pueblo separado, por cuanto es su pueblo, y para que él responda inteligentemente al fin misericordioso que Dios se ha propuesto poniéndole en relación con El mismo y asociándose a su nombre. Un pueblo que hubiese vivido todavía en medio del pecado y de las abominaciones de Egipto no habría podido ser el testigo del Dios Santo; y asimismo ahora, aquél que se mezcla con las suciedades de una religión mundana y corrompida, no puede ser un poderoso y fiel testigo de un Cristo crucificado y resucitado.
La respuesta de Moisés a la primera objeción de Faraón es muy notable. "Y Moisés respondió: No conviene que hagamos así, porque sacrificaríamos a Jehová nuestro Dios la abominación de los Egipcios. He aquí, si sacrificáramos la abominación de los Egipcios delante de ellos, ¿no nos apedrearían? Camino de tres días iremos por el desierto, y sacrificaremos a Jehová nuestro Dios como él nos dirá". (Cap. 8:26-27). El camino de tres días", es una separación real del Egipto. Nada menos que esto habría podido satisfacer la fe. El Israel de Dios debe estar separado del país de la muerte de las tinieblas, por la potencia de la resurrección. Es necesario que las aguas del mar Rojo separen a los redimidos de Dios del país de Egipto, antes de que ellos puedan ofrecer un sacrificio agradable a Jehová. Si se hubiesen quedado en Egipto, habrían tenido que sacrificar a Jehová los mismos objetos abominables del culto de los Egipcios. Esto es imposible. En Egipto no podía haber ni tabernáculo, ni templo, ni altar. En toda la extensión del país no había lugar para ninguna de estas cosas. Continuará...
jueves, 1 de mayo de 2025
EXODO PARTE 66
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M.
CAPITULOS 7 A 11
Es verdad que el Espíritu de Dios habla de una religión pura y sin mácula" (San. 1:27); pero el hombre irregenerado no puede participar de ella en ninguna manera, porque ¿cómo podrá el tal tener parte en lo que, es "puro y sin mácula?" Esta religión es la del cielo, la fuente de todo lo que es puro y excelente; ella está exclusivamente "delante de nuestro Dios y Padre", para producir los frutos de la nueva naturaleza de la cual son hechos participantes todos aquellos que creen en el nombre del Hijo de Dios. (Juan 1:12-13; Sant. 1:18; 1 Pedro 1:23; 1 Juan, 5:1). En fin, ella se define por los dos principales aspectos de la benevolencia activa y de la santidad personal: "Visitar los huérfanos y las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha de este mundo". (Sant. 1:27).
Si examináis el catálogo de los verdaderos frutos del cristianismo, los hallaréis todos clasificados bajo estos dos puntos principales; y es muy interesante de notar que lo mismo en el capítulo 8 del Exodo, que en el capitulo primero de Santiago, la separación del mundo es presentada como una cualidad indispensable en el servicio de Dios. Nada que sea manchado por el contacto con el "presente siglo malo" puede ser aceptable delante de Dios, ni recibir de su mano ese sello "puro y sin mácula". "Por lo cual salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré a vosotros Padre, y vosotros me seréis a mí hijos e hijas, dice el
Señor Todopoderoso". (2 Cor. 6:17-18).
No había en Egipto ningún lugar de reunión para Jehová y su pueblo redimido: la libertad y la separación de Egipto eran para Israel una sola y misma cosa. Dios había dicho: "He descendido para librarlos" (Exodo 3:8), y nada menos que esto podía satisfacerle o glorificarle. Una salvación que hubiese dejado al pueblo en Egipto, no habría sido salvación de Dios. Además, debemos recordar que el designio de Jehová en la salvación de Israel así como en la destrucción de Faraón,
era para que su nombre fuese contado en toda la tierra". (Exodo 9:16). Y entonces, ¿qué publicación de su nombre o de su carácter hubiese tenido, si su pueblo hubiese debido prestarle culto en Egipto? Continuará...
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Un hombre mundano y un hombre de fe Luego se siente libre para dedicar los restantes seis días d...
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