lunes, 19 de mayo de 2025

EXODO PARTE 84

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL EXODO Por C.H.M. CAPITULO 12 Pero cuando "el pecado entró en el mundo por un hombre" (Rom. 5:12), y el pecado se introdujo en la tierra, entonces fué revelado el plan más profundo, más perfecto y más glorioso, de la redención por la sangre del Cordero. Esta verdad maravillosa apareció primero a través de la espesa nube que rodeaba a nuestros primeros padres, cuando salieron del huerto de Edén; luego, sus brillantes rayos comenzaron a brillar en las figuras y sombras de la dispensación mosaica; y por fin, ella resplandeció sobre el mundo con todo su esplendor, cuando apareció "de lo alto el Oriente" (Luc. 1:78) en la persona de "Dios ... manifestado en carne" (1 Tim. 3:16); y sus ricos y gloriosos resultados se realizarán cuando aquella grande multitud, vestida de blanco y teniendo palmas en sus manos, se reunirán en torno del trono de Dios y del Cordero, y cuando la creación entera descansará segura bajo el cetro de Paz del Hijo de David. Así, el cordero tomado el día diez y guardado hasta el catorce, nos presenta a Cristo, ordenado desde la eternidad, pero manifestado en el tiempo por amor de nosotros. El designio eterno de Dios en Cristo viene a ser el fundamento de la paz del creyente. Nada menos que esto sería suficiente. Nosotros somos trasladados más allá de la creación; más allá de los límites del tiempo, más allá de la entrada del pecado en el mundo, más allá de todo aquello que pudiese afectar o alterar al fundamento de nuestra paz. La expresión "ya ordenado de antes de la fundación del mundo", nos hace retroceder hacia las profundidades insondables de la eternidad, y nos muestra a Dios formando sus planes de amor y de redención, haciéndolos descansar por entero sobre la sangre expiatoria de su precioso Cordero inmaculado. Cristo fué siempre el pensamiento primario de Dios; por esto, desde que Dios comienza a hablar o a obrar, toma ocasión para presentar en figura a Aquél que ocupaba el lugar más alto en sus consejos y en sus afectos; y siguiendo el hilo de la inspiración divina, vemos que cada ceremonia, cada rito, cada ordenanza y cada sacrificio, anunciaba de antemano al "Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (Juan 1:29, 36), pero ninguno de una manera tan evidente como el de "la pascua". Continuará...

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