miércoles, 14 de mayo de 2025

EXODO PARTE 79

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL EXODO Por C.H.M. CAPITULO 12 Sin embargo, una de las prerrogativas de Dios es de responder a todos los razonamientos orgullosos del hombre, y de bajar las soberbias imaginaciones del espíritu humano. Dios puede imprimir la sentencia de muerte sobre toda la naturaleza, aun cuando ésta adquiere sus formas más bellas. "Está establecido a los hombres que mueran una vez". (Hebreos 9: 27). Nadie puede escapar a esta sentencia. El hombre puede procurar cubrir su humillación por diversos medios; escondiendo su paso a través del valle de sombra de muerte de la manera más heroica; dando los nombres más honrosos que pueda imaginarse a sus últimos días, los más humillantes de su carrera; dorando con falsos resplandores el lecho de muerte; decorando el convoy fúnebre y la tumba de cierta apariencia de pompa, de aparato y de gloria; levantando sobre los restos corrompidos un monumento espléndido, sobre el cual se inscriben los anales de la vergüenza humana; el hombre puede hacer todo esto, pero después de todo, la muerte es muerte, y no puede retardarla ni un solo momento, ni transformarla en otra cosa de lo que realmente es, a saber: "La paga del pecado". (Rom 6:23). Estos pensamientos nos han sido sugeridos por los primeros versículos del capítulo 11: "Una plaga traeré aun". ¡Palabra solemne! Ella pone el sello a la sentencia de muerte pronunciada sobre los primogénitos de Egipto, "el principio de toda su fuerza". (Salmo 105:36). Y dijo Moisés: Jehová ha dicho así: A la media noche yo saldré por medio de Egipto, y morirá todo primogénito en tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sienta en su trono, hasta el primogénito de la sierva que está tras la muela; y todo primogénito de las bestias. Y habrá gran clamor por toda la tierra de Egipto, cual nunca fué, ni jamás será". (Cap. 11:4-6). Tal debía ser la plaga final -la muerte en cada casa-. "Mas entre todos los hijos de Israel, desde el hombre hasta la bestia ni un perro moverá su lengua; para que sepáis que hará diferencia Jehová entre los Egipcios y los Israelitas". (Vers. 7). No hay más que el Señor que pueda hacer "diferencia" entre aquellos que son suyos y los que no lo son. No debemos, por lo tanto, decir a nadie: "Estate en tu lugar, no te llegues a mí, que soy más santo que tú" (Isaías 65:5); este es el lenguaje propio de un fariseo. Pero cuando Dios "hace diferencia", es nuestro deber indagar en qué consiste esta diferencia, y en el caso presente, vemos que se trataba de una simple cuestión de vida o de muerte. Continuará...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario