lunes, 5 de mayo de 2025

EXODO PARTE 70

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL EXODO
Por C.H.M. CAPITULOS 7 A 11 El Señor Jesús ha satisfecho todas las deudas sobre la cruz en favor de su pueblo; y la prueba de ello, es que ahora está sentado a la diestra de Dios. Un Cristo resucitado es la prueba eterna de una redención completa y cumplida; y si la redención es un hecho cumplido, la paz del creyente es una realidad verdadera y estable. No somos nosotros quienes han hecho la paz, ni nunca habríamos podido hacerla; todos nuestros esfuerzos, en ese sentido, sólo habrían servido para manifestar con mayor evidencia que nosotros éramos infractores de la paz. Pero Cristo, habiendo hecho la paz, por la sangre de su cruz, ha tomado su asiento en lugares celestiales, triunfando de todos los enemigos. Por El, Dios anuncia la buena nueva de la paz. La palabra del Evangelio trae esta paz; y el alma que cree el evangelio tiene la paz, establecida delante de Dios, porque Cristo es su paz. (Véase Hechos 10:36; Rom. 5:1; Efes. 2:14; Col. 1:20). De esta manera Dios ha satisfecho no solamente las exigencias de su gloria, sino que, haciéndolo, ha abierto un camino por el cual su amor infinito puede descender hasta el más culpable de la culpable raza de Adán. Luego, en cuanto al resultado práctico, la cruz de Cristo no sólo ha quitado los pecados del creyente, sino que ha quebrantado para siempre los lazos que le retenían al mundo, por lo cual tiene el privilegio de poder considerar al mundo como una cosa crucificada, y de ser considerado por el mundo como un crucificado. Tal es la posición respectiva del creyente y del mundo en relación el uno con el otro. El juicio que este mundo ha hecho sobre Cristo, ha sido expresado por la posición en la cual Cristo ha sido colocado por el mundo, con propósito deliberado. El mundo fué invitado a escoger entre Cristo y un asesino. Dio libertad al asesino y clavó a Cristo en la cruz entre dos malhechores. Por lo tanto, si el creyente sigue los pasos de Cristo, y se compenetra con su espíritu, y lo manifiesta, ocupará el mismo lugar que Cristo en la estima del mundo; y de esta manera conocerá que, en cuanto a su posición delante de Dios, está crucificado con Cristo, mas será también llevado a realizar este hecho en su vida y en su experiencia de cada día. Pero, mientras que la cruz ha roto las cadenas que unían al cristiano con el mundo, la resurrección ha introducido al creyente bajo el poder de nuevos lazos y nuevas relaciones. Si en la cruz vemos el juicio del mundo respecto a Cristo, en la resurrección vemos el juicio de Dios. El mundo ha crucificado a Cristo, mas "Dios también le ensalzó a lo sumo". (Fil. 2:9). Continuará...

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