viernes, 2 de mayo de 2025

EXODO PARTE 67

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M. CAPITULOS 7 A 11 No hubiese habido ningún testimonio, o habría sido un testimonio completamente falso. Era pues necesario para que el carácter de Dios fuese plena y fielmente manifestado, que su pueblo fuera enteramente librado y completamente separado de Egipto; y es asimismo necesario ahora, para que un testimonio claro y sin equívocos sea rendido al Hijo de Dios, que todos aquellos que le pertenecen sean separados del presente siglo malo. Tal es la voluntad de Dios, y es por esta causa que Cristo se ha dado a sí mismo, según leemos en la Palabra de Dios: "Gracia sea a vosotros, y paz de Dios el Padre, y de nuestro Señor Jesucristo, el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de Dios y Padre nuestro; al cual sea la gloria por siglos de siglos. Amén". (Gál. 1: 3-5). Los Gálatas comenzaban a darse a una religión carnal y mundana, una religión de ordenanzas, una religión de "días, de meses, de tiempos y de años"; y el apóstol, desde el principio de su epístola, les recuerda que el Señor Jesús se entregó a sí mismo con el fin de librar a su pueblo de todo este sistema. Es necesario que el pueblo de Dios sea un pueblo separado, por cuanto es su pueblo, y para que él responda inteligentemente al fin misericordioso que Dios se ha propuesto poniéndole en relación con El mismo y asociándose a su nombre. Un pueblo que hubiese vivido todavía en medio del pecado y de las abominaciones de Egipto no habría podido ser el testigo del Dios Santo; y asimismo ahora, aquél que se mezcla con las suciedades de una religión mundana y corrompida, no puede ser un poderoso y fiel testigo de un Cristo crucificado y resucitado. La respuesta de Moisés a la primera objeción de Faraón es muy notable. "Y Moisés respondió: No conviene que hagamos así, porque sacrificaríamos a Jehová nuestro Dios la abominación de los Egipcios. He aquí, si sacrificáramos la abominación de los Egipcios delante de ellos, ¿no nos apedrearían? Camino de tres días iremos por el desierto, y sacrificaremos a Jehová nuestro Dios como él nos dirá". (Cap. 8:26-27). El camino de tres días", es una separación real del Egipto. Nada menos que esto habría podido satisfacer la fe. El Israel de Dios debe estar separado del país de la muerte de las tinieblas, por la potencia de la resurrección. Es necesario que las aguas del mar Rojo separen a los redimidos de Dios del país de Egipto, antes de que ellos puedan ofrecer un sacrificio agradable a Jehová. Si se hubiesen quedado en Egipto, habrían tenido que sacrificar a Jehová los mismos objetos abominables del culto de los Egipcios. Esto es imposible. En Egipto no podía haber ni tabernáculo, ni templo, ni altar. En toda la extensión del país no había lugar para ninguna de estas cosas. Continuará...

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