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miércoles, 30 de abril de 2025
EXODO PARTE 65
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M.
CAPITULOS 7 A 11
Satanás ha logrado su propósito. Su plan invariable, desde el principio, consiste en impedir el testimonio rendido al nombre de Dios en la tierra; y aquí también su plan oculto era el mismo, cuando hacía decir a Faraón: "Andad, sacrificad a vuestro Dios en la tierra" ¿No hubiese sido destruir el valor del testimonio el adherirse a esta proposición? ¡El pueblo de Dios en Egipto, y el Dios de los Hebreos asociado a los ídolos de Egipto! ¡Qué terrible blasfemia! Lector, nosotros deberíamos meditar seriamente sobre estas cosas. El esfuerzo del enemigo para inducir al pueblo de Israel a sacrificar a su Dios en Egipto, revela un principio diabólico mucho más importante de lo que podríamos suponer al primer golpe de vista. El enemigo triunfaría si pudiese obtener la más pequeña apariencia de conformidad divina en favor de la religión del mundo sin importarle en cuanto tiempo, ni por cuales medios, ni en qué circunstancias pudiese lograrlo. El no tiene ninguna objeción que hacer contra una religión de esta especie. Su intento se logra tan efectivamente por medio de lo que se llama "el mundo religioso", como por cualquier otro medio de lo que él emplea; por esto obtiene un gran triunfo cuando consigue que un verdadero cristiano acredite la religión del mundo. Es un hecho positivo, bien conocido, que nada excita más la indignación del mundo que este principio divino de total separación del presente siglo malo. Se os dejarán creer las mismas cosas, predicar las mismas doctrinas, y hacer las mismas obras; pero en el momento en que intentéis, aunque solo sea en una pequeña medida, conformaros a las órdenes divinas: "a esto evita" (2 Tim. 3:5) y "salid de en medio de ellos, y apartaos" (2 Cor. 6:17), podéis estar ciertos de encontraros con la más violenta oposición. ¿Cómo se explica esto? Unicamente por este solo hecho; que los cristianos separados de la vana religión del mundo rinden un testimonio a Cristo que nunca podrían rendirle mientras estuviesen asociados con ella. Entre la religión humana y Cristo hay una inmensa diferencia. Un pobre Hindú, hundido en las tinieblas, os hablará de su religión, pero nada sabe de Cristo. El apóstol no dice: "Si hay alguna consolación en la religión" (Fil. 2:1), aunque sin duda los sectarios de una religión cualquiera hallan en su religión lo que creen ser una consolación. Pero Pablo había hallado su consolación en Cristo, después de haber hecho plenamente la experiencia de la vanidad de la religión, aun en su forma más bella e imponente. (Comp. Gál. 1:13-14; Fil. 3:4-11). Continuará...
martes, 29 de abril de 2025
EXODO PARTE 64
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M.
CAPITULOS 7 A 11
Debemos examinar todavía el tercer punto que hemos señalado en esta parte del libro, o sean las cuatro objeciones maliciosas de Faraón, oponiéndose a la completa libertad del pueblo de Dios y a su entera separación de Egipto. La primera de estas objeciones se halla en el capitulo 8, verso 25.
"Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y díjoles: Andad, sacrificad a vuestro Dios en la tierra". Es superfluo hacer notar aquí, que ya sean los encantadores con la resistencia que oponen, o las objeciones que Faraón hace, lo cierto es que Satanás está detrás de esta escena; es evidente que el objeto del Diablo al sugerir esta proposición a Faraón, no era otro que impedir el testimonio que debía ser rendido al nombre de Jehová, y que estaba íntimamente relacionado con la separación completa entre el pueblo de Dios y Egipto. Es asimismo cierto que tal testimonio no habría podido ser dado si Israel hubiese permanecido en Egipto, aunque el pueblo hubiese sacrificado a Jehová.
Los Israelitas se habrían colocado entonces en el mismo terreno que los Egipcios, y habrían puesto a Jehová al mismo nivel de los dioses de Egipto; entonces los Egipcios habrían podido decir a los Israelitas: "No vemos ninguna diferencia entre nosotros: vosotros tenéis vuestro culto y nosotros tenemos el nuestro: ¿dónde está, pues, la diferencia?"
Los hombres consideran perfectamente justo y muy natural que cada cual tenga una religión, sea la que sea. Con tal que seamos sinceros y no nos mezclemos con las ideas religiosas de nuestro vecino, poco importa la forma de nuestra religión. Tales son los pensamientos de los hombres respecto a lo que ellos llaman religión; pero es bien manifiesto que la gloria del nombre de Jesús no es tenida en cuenta para nada en todo esto. El Enemigo se opondrá siempre a toda idea de separación, y el corazón del hombre no la comprenderá nunca. El corazón humano puede aspirar a la piedad, porque la conciencia atestigua que no está todo en regla, pero al mismo tiempo anhela poder seguir al mundo. El corazón quisiera "sacrificar a Dios en la tierra"; por esto cuando se acepta una piedad mundana y se rehusa "salir y separarse", Continuará...
lunes, 28 de abril de 2025
EXODO PARTE 63
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M.
CAPITULOS 7 A 11
En efecto, la "insensatez de Jannes y Jambres" fué manifiesta a todos, cuando no solamente se vieron impotentes para continuar imitando los milagros de Moisés yAarón, sino que de hecho, fueron envueltos en los juicios de Dios lo mismo que los demás egipcios. Este hecho es muy importante. La insensatez de todos aquellos que no poseen más que la apariencia será igualmente manifestada. No solamente serán incapaces de imitar del todo los efectos de la vida y de la potencia divina, sino que vendrán a ser el objeto de los juicios que resultarán de la resistencia a esta verdad, rechazada por ellos mismos.
¿Se dirá que todo esto no encierra grandes enseñanzas para un tiempo, como el nuestro, de tanta apariencia sin eficacia? Ciertamente que no; y estos ejemplos deberían influir sobre toda conciencia como potencia de vida, hablar a todos los corazones con acentos solemnes y penetrantes, para llevarnos a cada uno de nosotros a examinarnos seriamente y darnos cuenta de si realmente rendimos testimonio a la verdad viviendo según la eficacia de la piedad, o si somos un obstáculo a ella, neutralizando sus efectos y no teniendo más que su apariencia. Los efectos de la potencia de la verdad se mostrarán en que nosotros persistimos en las cosas que hemos aprendido. (2 Tim. 3:14).
Sólo aquellos que han sido enseñados de Dios podrán persistir; los que por la virtud del Espíritu de Dios han bebido del agua de la vida, en la fuente pura de la inspiración divina.
Pero gracias sean dadas a Dios, en las numerosas fracciones de la Iglesia se halla un gran número de tales personas. Aquí y allá, hay algunos cuyas conciencias han sido lavadas en la sangre expiatoria del "Cordero de Dios" (Juan 1:29); los corazones de los cuales son penetrados por un verdadero afecto a la persona del Señor Jesús, gozándose en sus espíritus en la gloriosa esperanza de verle "tal como es", y ser hechos semejantes a su imagen para siempre. Pensando en éstos, se anima el corazón. Es un gozo indecible el poder tener comunión con aquellos que pueden dar razón de su esperanza, y de la posición que ocupan como hijos de Dios. ¡Que el Señor aumente de día en día el número de los verdaderos creyentes, y que la eficacia de la piedad sea esparcida en estos últimos tiempos, para que se rinda un brillante testimonio al nombre de Aquél que es digno de ser ensalzado! Continuará...
domingo, 27 de abril de 2025
EXODO PARTE 62
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL EXODO
Por C.H.M.
CAPITULOS 7 A 11
Sin embargo, los encantadores de Egipto sólo pudieron imitar en tres cosas a los siervos del Dios vivo y verdadero: cambiaron sus varas en serpientes (Cap. 7:12); transformaron el agua en sangre (Cap. 7: 22); e hicieron subir las ranas sobre el país (Cap. 8:7); pero en cuanto a la cuarta señal que requería la potencia creadora, que significaba la manifestación de la vida, unida a una prueba evidente del estado de humillación de la naturaleza, se vieron confundidos y obligados a exclamar: "Dedo de Dios es este". (Cap. 8:16-19). Lo mismo sucede con los que resisten a la verdad en los postreros días. Todo lo que hacen, es hecho según la potencia directa de Satanás, y por lo tanto, dentro de los límites de su poder. Y su fin esencial no es otro que el de "resistir a la verdad".
Las tres cosas que "Jannes y Jambres" tuvieron el poder de ejecutar, se caracterizan por la potencia satánica, la muerte y la impureza, a saber: las serpientes, la sangre y las ranas. Por estos medios "resistieron a Moisés", y "así también éstos resisten a la verdad", e impiden su acción moral sobre la conciencia. Nada contribuye más a debilitar el poder de la verdad, como el ver ciertas personas que se hallan completamente fuera de su influencia, hacer exactamente las mismas cosas que aquellos que son guiados por ella. Así obra el Diablo en el momento actual. El procura que todos los hombres sean considerados como cristianos. El quisiera hacernos creer que estamos
rodeados de un "mundo cristiano", pero el pretendido "mundo cristiano" no es más que una cristiandad falsificada, que lejos de rendir testimonio a la verdad, está aquí, según los designios del enemigo, para oponerse a la influencia de la verdad que santifica y purifica los corazones.
En una palabra, el siervo de Cristo, el testigo de la verdad de Dios, se halla rodeado por todas partes del espíritu de "Jannes y Jambres"; y es conveniente que lo recuerde, conociendo a fondo el mal contra el cual debe luchar; que no olvide que el mundo que le rodea es una imitación diabólica de la obra de Dios, no producida, por la varita mágica de un encantador abiertamente hostil y malo, sino por la acción de falsos religiosos, teniendo "apariencia de piedad", mas habiendo negado la "eficacia de ella"; gentes que hacen obras, al parecer buenas y justas, pero que no tienen la vida de Cristo en sus almas, ni el amor de Dios en sus corazones, ni tampoco la potencia de la palabra de Dios en sus conciencias. "Mas no prevalecerán", añade el apóstol, "porque su insensatez será manifiesta a todos, como también lo fué la de aquellos". Continuará...
sábado, 26 de abril de 2025
EXODO PARTE 61
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL EXODO
Por C.H.M.
CAPITULOS 7 A 11
Considerando las diversas formas de la oposición de Satanás a la verdad de Dios, vemos que su sistema ha sido siempre de resistir a esta verdad; en primer lugar, por la violencia, atacándola abiertamente, y luego, cuando este medio le ha fallado, procurando desacreditarla por medio de una falsificación. Así procura en primer lugar de hacer morir a Moisés (Cap. 2:15), y no pudiendo llevar a cabo su propósito, ensaya de imitar sus obras.
Lo mismo ha sido en cuanto a la verdad confiada a la Iglesia de Dios. Los primeros esfuerzos de Satanás se manifestaron por la ira de los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo, por los tribunales, por la cárcel y la espada. Pero en el pasaje de la segunda epístola a Timoteo, no se hace mención de tales procedimientos. El ataque frente a frente ha sido reemplazado por el medio mucho más sutil y más peligroso de una profesión vana, de una apariencia sin poder, de una falsificación humana. El Enemigo en lugar de presentarse con la espada de la persecución en la mano, se pasea cubierto con el manto de la religión, profesando e imitando aquello mismo que en otro tiempo combatió y persiguió; y por este medio obtiene por ahora ventajas inmensas. Las formas horribles que el mal moral ha revestido, y que de siglo en siglo han manchado las páginas de la historia de la humanidad, en lugar de hallarse en aquellos sitios donde naturalmente podrían buscarse, en los antros de las tinieblas humanas, se hallan ahora cuidadosamente ocultas bajo los pliegues del manto de una religiosidad fría e impotente, lo cual constituye una de las obras maestras del Diablo.
Es natural que el hombre, como ser caído y corrompido que es, sea egoísta, avaro, vanidoso, altivo, amigo de los deleites más que de Dios, pero que sea todo esto bajo la forma hermosa de la "apariencia de piedad", denota la energía especial de Satanás empleada en su resistencia a la verdad "en los postreros días". Nada tiene de extraño que el hombre mundano manifieste abiertamente esos vicios, concupiscencias y pasiones repugnantes, que son el resultado forzoso de su alejamiento de la fuente de santidad y de pureza, y es natural que así sea, porque el hombre será siempre lo que ha sido hasta el fin de su historia. Pero, por otro lado, cuando se ve asociado el santo nombre del Señor Jesús con la perversidad y maldad implacable del hombre; cuando los principios santos se ven unidos con prácticas impías; cuando se ven todas aquellas cosas que caracterizan la corrupción de los gentiles, tal como nos las describe el primer capitulo de Romanos, cubiertas con la "apariencia de piedad", entonces en verdad puede decirse: he aquí el carácter horrible de "los postreros días", la resistencia de "Jannes y Jambres". Continuará...
viernes, 25 de abril de 2025
EXODO PARTE 60
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M.
CAPITULOS 7 A 11
La oposición que "Jannes y Jambres" hicieron a Moisés consistía simplemente en imitar, hasta donde les fué posible, las señales que éste hacia. No vemos que atribuyesen a un poder engañador o maligno las señales de Moisés, sino más bien procuraron neutralizar sus efectos sobre la conciencia, haciendo ellos las mismas cosas. Lo que Moisés hacía, también ellos podían hacer, de manera que después de todo, no había una gran diferencia entre ellos. Lo mismo valía el uno que los otros. Un milagro es un milagro. Si Moisés obraba milagros para sacar al pueblo de Egipto, ellos podían obrarlos para hacerlo quedar en el país. ¿Dónde estaba pues la diferencia?
De todo esto aprendemos que la resistencia más diabólica al testimonio de Dios en el mundo viene de aquellos que, si bien imitan los efectos de la verdad, no tienen más que la "apariencia de piedad", negando "la eficacia de ella". (2 Tim. 3:5). Esas gentes pueden hacer las mismas cosas, adoptar las mismas costumbres, y las mismas formas, emplear el mismo lenguaje, y profesar las mismas opiniones que los creyentes. Si el cristiano verdadero, constreñido por el amor de Cristo, da de comer al que tiene hambre; da vestido al desnudo; visita los enfermos; esparce las Escrituras; distribuye tratados; ora, canta, defiende y predica el Evangelio, el formalista puede hacer otro tanto; y estemos alerta, porque este es el carácter especial de la resistencia opuesta a la verdad "en los últimos tiempos"; este es el espíritu de Jannes y Jambres. ¡Cuán necesario nos es comprender esta importante verdad! ¡Cuánto importa recordar que "de la manera que Jannes y Jambres resistieron a Moisés, así" esos hipócritas amadores de sí mismos, del mundo y de los placeres, "resisten a la verdad"! Ellos no quisieran vivir sin tener una "apariencia de piedad", pero aunque adoptan la apariencia porque ha entrado a formar parte de las costumbres, aborrecen "la eficacia" de ella, porque esto significa el renunciamiento de sí mismo. "La eficacia" de la piedad implica el reconocimiento de los derechos de Dios, el establecimiento de su reino en el corazón, y como consecuencia, la manifestación de estas cosas en el carácter y la vida entera; pero el formalista ignora todo esto. "La eficacia" de la piedad nunca podrá estar de acuerdo con ninguno de estos caracteres horribles que nos señala el pasaje de la epístola a Timoteo citado más arriba; pero "la apariencia", encubriéndoles, les permite vivir sin someterse, y esto es lo que causa el placer del formalista hipócrita. El no se cuida de subyugar sus tentaciones, de interrumpir sus placeres, de dominar sus pasiones, de poner en regla sus afectos, de que su corazón sea purificado. Continuará...
jueves, 24 de abril de 2025
EXODO PARTE 59
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M.
CAPITULOS 7 A 11
Nadie más que Jehová poseerá en definitiva ese país, y El lo poseerá para la simiente de Abraham. Un simple pasaje de las Escrituras es suficiente para fijar nuestras ideas sobre este asunto o sobre cualquier otro de las Escrituras. La tierra de Canaán es para la posteridad de Abraham, y la posteridad de Abraham para la tierra de Canaán, y nunca ningún poder humano o infernal podrá invertir este orden divino. El Dios eterno ha empeñado su palabra, y la sangre de la eterna alianza ha sido derramada para ratificarla. ¿Quién, pues, podrá anularla? "El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán". (Mat. 24: 35). No hay como el Dios de Jeshurun, montado sobre los cielos para tu ayuda, y sobre las nubes con su grandeza. El eterno Dios es tu refugio, y acá abajo los brazos eternos; él echará de delante de ti al enemigo, y dirá: Destruye. E Israel, fuente de Jacob, habitará confiado solo en tierra
de grano y de vino: también sus cielos destilarán rocío. Bienaventurado tú, oh Israel, ¿quién como tú, pueblo salvo por Jehová, escudo de tu socorro, y espada de tu excelencia? Así que tus enemigos serán humillados, y tú hollarás sobre sus alturas". (Deut 33:26-29).
Debemos considerar ahora, en segundo lugar, la oposición de "Jannes y Jambres", los encantadores de Egipto. Nunca hubiésemos conocido los nombres de esos dos antagonistas de la verdad de Dios, si el Espíritu Santo no los hubiese nombrado en relación con los "tiempos peligrosos" sobre los cuales el apóstol Pablo advierte a su hijo Timoteo. Es de suma importancia que el lector cristiano comprenda bien el verdadero carácter de la resistencia que esos encantadores opusieron a Moisés; y con el fin de darle una vista completa del asunto, citaremos todo el pasaje de la epístola de Pablo a Timoteo, pasaje profundamente importante y solemne.
"Esto también sepas, que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos: que habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, detractores, desobedientes a los padres, ingratos, sin santidad, sin afecto, desleales, calumniadores, destemplados, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, arrebatados, hinchados, amadores de los deleites más que de Dios; teniendo apariencia de piedad, mas habiendo negado la eficacia de ella; y a éstos evita.
Porque de éstos son los que se entran por las casas, y llevan cautivas las mujercillas cargadas de pecados, llevadas de diversas concupiscencias; que siempre aprenden, y nunca pueden acabar de llegar al conocimiento de la verdad. Y de la manera que Jannes y Jambres resistieron a Moisés, así también estos resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos acerca de la fe. Mas no prevalecerán; porque su insensatez será manifiesta a todos, como también lo fué la de aquellos". (2 Tim. 3:1-9). Continuará...
miércoles, 23 de abril de 2025
EXODO PARTE 58
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M.
CAPITULOS 7 A 11
Considerando a Faraón y sus hechos, el alma se transporta en medio de las escenas terribles del Apocalipsis, que nos muestran al último orgulloso opresor del pueblo de Dios, haciendo descender sobre él y sobre su reino las siete copas de la ira del Todopoderoso. Dios, en sus designios, ha querido que Israel tuviese la preeminencia sobre la tierra; es pues necesario que cualquiera que tenga la pretensión de oponerse a esta preeminencia, sea completamente inutilizado.
La gracia divina debe encontrarse con los que son el objeto de ella, y cualquiera que intente oponer una barrera a esta gracia debe ser "quitado"; que éste sea el Egipto, Babilonia, o "la bestia que era y
no es, aunque es" (Apoc. 17:8), poco importa. La potencia divina abrirá el camino, a fin que la gracia divina pueda derramarse, y la maldición eterna caerá sobre todos aquellos que se opongan a ello. Los obstinados saborearán durante toda la eternidad del siglo de los siglos el fruto amargo de su rebelión contra "Jehová, el Dios de los Hebreos". El ha dicho a su pueblo: "Toda herramienta que fuere fabricada contra ti, no prosperará" (Is. 54:17), y su fidelidad inmutable cumplirá ciertamente lo que su gracia infinita ha prometido. Por esto, cuando Faraón persistió en retener con su mano de hierro al Israel de Dios, las copas de la ira divina fueron derramadas sobre él, y todo el país de Egipto fué cubierto de tinieblas, de enfermedades y desolación. Pronto será lo mismo con el grande y último opresor, cuando saldrá del abismo sin fondo, armado de la potencia satánica, para aplastar bajo el "pie de soberbia" (Sal. 36:11) a los que Jehová ha escogido como objetos de su amor. Su trono será derribado, su reino devastado por las siete últimas plagas, y finalmente él mismo será hundido, no en el mar Rojo, sino "en el lago de fuego y azufre". (Apoc. 17:8; 20:10).
Ni un tilde ni una jota de lo que Dios prometió a Abraham, a Isaac y a Jacob, pasará sin que sea cumplido. Dios lo cumplirá todo. A pesar de todo lo que se ha dicho o hecho en sentido contrario, Dios se acuerda de sus promesas y las cumplirá. "Porque todas las promesas de Dios son en él (en Jesucristo) Sí, y en él Amen". (2 Cor. 1:20). Muchas dinastías se han elevado y han jugado su papel en el teatro de este mundo; muchos tronos han sido erigidos sobre las ruinas de la antigua gloria de Jerusalem; muchos imperios han florecido por un tiempo, y luego se han derrumbado; muchos potentados ambiciosos han combatido por la posesión de la "tierra prometida"; todo esto ha tenido lugar, pero no obstante, Jehová ha dicho de la Palestina: "La tierra no se venderá rematadamente, a perpetuidad, porque la tierra mía es". (Lev. 25:23). Continuará...
martes, 22 de abril de 2025
EXODO PARTE 57
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M.
CAPITULOS 7 A 11
Estos cinco capítulos forman una parte distinta del libro del Exodo; su contenido puede agruparse bajo los tres puntos siguientes: los diez juicios de Jehová; la resistencia de "Jannes y Jambres"; y las cuatro objeciones de Faraón.
Todo el país de Egipto fué quebrantado bajo los golpes sucesivos de la vara de Jehová. Todos, desde el monarca sentado en el trono, hasta la última criada moliendo en el molino, debieron sentir el peso de esta vara terrible. "Envió a su siervo Moisés, y a Aarón al cual escogió. Pusieron en ellos las palabras de sus señales, y sus prodigios en la tierra de Cham. Echó tinieblas, e hizo oscuridad; y no fueron rebeldes a su palabra. Volvió sus aguas en sangre, y mató sus pescados.
Produjo su tierra ranas, aun en las cámaras de sus reyes. Dijo, y vinieron enjambres de moscas, y piojos en todo su término. Volvió en su tierra sus lluvias en granizo, y en fuego de llamaradas. E hirió sus viñas y sus higueras, y quebró los arboles de su término. Dijo, y vinieron langostas, y pulgón sin número; y comieron toda la hierba de su país, y devoraron el fruto de su tierra. Hirió además a todos los primogénitos en su tierra, el principio de toda su fuerza". (Sal. 105:26-36).
Aquí, el salmista nos describe en términos concisos los terribles castigos que, por la dureza de su corazón, Faraón atrajo sobre su tierra y sobre su pueblo. Este monarca soberbio había emprendido la tarea de resistirse a la voluntad soberana y a la marcha del Dios altísimo, y como justa consecuencia de esto fué cegado y endurecido judicialmente. "Y Jehová endureció el corazón de Faraón y no los oyó; como Jehová lo había dicho a Moisés. Entonces Jehová dijo a Moisés: Levántate de mañana y ponte delante de Faraón, y dile: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.
Porque yo enviaré esta vez todas mis plagas a tu corazón, sobre tus siervos, y sobre tu pueblo, para que entiendas que no hay otro como yo en toda la tierra. Porque ahora yo extenderé mi mano para herirte a ti y a tu pueblo de pestilencia, y serás quitado de la tierra. Y a la verdad yo te he puesto para declarar en ti mi potencia, y que mi Nombre sea contado en toda la tierra". (Ex. 9:12-16). Continuará...
lunes, 21 de abril de 2025
EXODO PARTE 56
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M.
CAPITULOS 5 y 6
Conocía el montante de la deuda, y la ha pagado. Sabía cuánto había por hacer, y lo ha cumplido todo. Las exigencias de su propia gloria debían ser satisfechas, y las ha satisfecho. Toda la obra es enteramente suya. Por esto dijo a Israel: "Yo os sacaré"; "Yo os meteré"; "Yo os tomaré por mi pueblo"; "Yo os daré (la tierra) por heredad. "YO JEHOVA". Esto era lo que El quería hacer, en virtud de lo que "El era", y mientras tanto que esta grande verdad no ha sido plenamente comprendida, y no ha sido recibida en el alma por la potencia del Espíritu Santo, no puede haber una paz sólida. No se puede tener el corazón feliz ni la conciencia tranquila, a menos de saber y creer que todos los derechos divinos han sido divinamente satisfechos.
El resto del capítulo contiene un registro de "cabezas de las familias" de los padres de Israel. Este registro es interesante en cuanto nos muestra a Jehová haciendo el empadronamiento de los que le pertenecen, aunque ellos habitan todavía en el país del enemigo. Israel era el pueblo de Dios, y Dios hacía el recuento de aquellos sobre los cuales tenía los derechos de soberano. ¡Qué gracia más maravillosa! ¡Hallar un objeto de interés en aquellos que estaban en medio de la degradación de la servidumbre de Egipto, era una gracia digna de Dios! El que ha hecho los mundos y habita rodeado de los ángeles poderosos en fortaleza, siempre dispuestos para hacer "su voluntad" (Sal. 103:21), descendió aquí abajo con el fin de adoptar algunos esclavos, con cuyo nombre quiso unir el suyo para siempre. Descendió en medio de los hornos de ladrillo del Egipto, y allí vio a un pueblo que gemía bajo el látigo del opresor, y entonces pronunció estas palabras memorables: "Deja ir a mi pueblo". Y habiendo hablado así, se dispuso a contar el número de ellos, como diciendo: Estos son míos; veamos cuántos son para que ninguno sea dejado atrás. "El levanta del polvo al pobre, y al menesteroso ensalza del estiércol, para asentarlo con los príncipes; y hace que tengan por heredad asiento de honra; porque de Jehová son las columnas de la tierra, y él asentó sobre ellas la tierra." (1 Sam. 2:8). Continuará...
domingo, 20 de abril de 2025
EXODO PARTE 55
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M.
CAPITULOS 5 y 6
Era un privilegio de Israel de permanecer para siempre bajo la salvaguardia de ese nombre significativo de Jehová, de ese nombre que nos manifiesta a Dios obrando por su propia gloria, y formando su pueblo oprimido para publicar por él esta gloria. (Comp. Is. 43:11, 12, 15, 21).
"Por tanto dirás a los hijos de Israel: YO JEHOVA; y yo os sacaré de debajo de las cargas de Egipto, y os libraré de su servidumbre, y os redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes; y os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios; y vosotros sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios, que os saco de debajo de las cargas de Egipto; y os meteré en la tierra, por la cual alcé mi mano que la daría a Abraham, a Isaac y a Jacob; y yo os la daré por heredad. YO JEHOVA". (Vers. 6-8).
Todo esto proclama la gracia más pura, la más gratuita, y la más rica. Jehová se presenta al corazón de los suyos como Aquel que obrará en ellos, por ellos, y con ellos, para manifestar su gloria. Por
débiles y miserables que fuesen, El había descendido para hacer ver su gloria, y manifestar su gracia mostrando un ejemplo de su poder en la completa salvación de su pueblo. La gloria de Dios y la
completa libertad de Israel, eran dos cosas inseparablemente unidas. Más tarde, todas estas cosas debían serles recordadas: "No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová, y os ha escogido; porque vosotros erais los más pocos de todos los pueblos; sino porque Jehová os amó, y quiso guardar el juramento que juró a vuestros padres, os ha sacado Jehová con mano fuerte, y os ha rescatado de casa de siervos, de la mano de Faraón, rey de Egipto". (Deut. 7:7-8).
Nada hay más propio para establecer y afirmar al corazón temeroso y débil sobre un fundamento sólido, que la seguridad de saber que Dios se ha encargado de nosotros tal como somos, y conociendo perfectamente lo que somos; y que, además, nunca podrá descubrir en nosotros ningún nuevo defecto que pueda alterar el carácter o la medida de su amor para con nosotros. Como había amado a los suyos que estaban en el mundo, amólos hasta el fin". (Juan 13:1). Aquel que El ama, es amado por El con amor invariable; y esta verdad es motivo de gozo inexplicable. Dios sabía lo que nosotros éramos; conocía lo peor que había en nosotros, y a pesar de ello, quiso manifestarnos su amor en el don de su Hijo. Sabía lo que necesitábamos, y ha hecho abundante provisión para todas nuestras necesidades. Continuará...
sábado, 19 de abril de 2025
EXODO PARTE 54
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M.
CAPITULOS 5 y 6
Podríamos preguntarnos hasta qué punto el "por qué" de Moisés, citado en el pasaje que meditamos, fué dictado por una fe real a la par que por una voluntad mortificada y disgustada. Pero sea como sea, lo cierto es que el Señor no reprende a Moisés por este "por qué" ocasionado por la magnitud de la aflicción del momento. Y El le responde con bondad: "Ahora verás lo que yo haré a Faraón; porque con mano fuerte los ha de dejar ir; y con mano fuerte los ha de echar de su tierra". (Cap. 6:1). Esta respuesta está llena de una gracia particular. En lugar de censurar la insolencia de aquel que se permite poner en entredicho los caminos insondables de "Yo Soy", ese Dios siempre misericordioso procura levantar el espíritu anonadado de su siervo, descubriéndole lo que iba a hacer. Esta manera de obrar es digna de Dios, de quien desciende toda buena dádiva y todo don perfecto, "el cual da a todos abundantemente, y no zahiere". (Sant. 1:5, 17). "Porque él conoce nuestra condición; acuérdase que somos polvo". (Sal. 103:14). Y no es solamente en sus actos, sino en El mismo, en su propio nombre y en su carácter, que El quisiera hacer hallar al corazón la consolación y el gozo; porque allí está la dicha perfecta, divina y eterna. Cuando el corazón halla en Dios mismo el consuelo necesario, cuando puede refugiarse en el seguro asilo que le ofrece su nombre, cuando halla en el carácter de Dios la satisfacción perfecta a todas sus necesidades, entonces está verdaderamente elevado por encima de la región de las cosas creadas; puede abandonar las hermosas promesas del mundo, y estimar en su justo valor las soberbias pretensiones del hombre. El corazón que conoce a Dios por experiencia, puede mirar al mundo y decir: "Todo es vanidad"; pero luego, puestos sus ojos en Dios, puede añadir: "Todas mis fuentes están en ti". (Sal. 87: 7).
"Habló todavía Dios a Moisés, y díjole: Yo Soy Jehová; y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob bajo el nombre de Dios Omnipotente, mas en mi nombre Jehová no me notifiqué a ellos. Y también establecí mi pacto con ellos, de darles la tierra de Canaán, la tierra en que fueron extranjeros, y en la cual peregrinaron. Y asimismo yo he oído el gemido de los hijos de Israel, a quienes hacen servir los Egipcios, y heme acordado de mi pacto". (Vers. 2-5). "Jehová" es el nombre que Dios toma como Libertador de su pueblo, en virtud de su alianza de pura y soberana gracia. El se revela a sí mismo como siendo la Fuente eterna del amor redentor; estableciendo sus consejos, cumpliendo sus promesas, y librando a su pueblo elegido de todo enemigo y de todo mal. Continuará...
viernes, 18 de abril de 2025
EXODO PARTE 53
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M.
CAPITULOS 5 y 6
No obstante, la prueba más dolorosa para Moisés no fué motivada por el juicio que su misión mereció por parte de Faraón. El siervo fiel, cuyo corazón esté del todo entregado a Cristo, debe esperar siempre ser considerado por los hombres como un entusiasta visionario. Los hombres contemplan al creyente desde un punto de vista que no nos permite esperar de ellos otra cosa.
Cuanto más fiel sea el siervo a su Maestro divino, cuanto más siga sus huellas, cuanto mas conforme sea a su imagen, tanto más debe esperar ser visto, por los hijos del mundo, como estando "fuera de sí". Y este juicio del mundo no debe ni sorprenderle, ni desanimarle. Pero una cosa infinitamente más penosa para él, es ver su testimonio y su ministerio mal interpretados, despreciados y rechazados por aquellos mismos que son el objeto particular de sus trabajos. En tal caso, el siervo tiene necesidad de estar mucho con Dios, en el secreto de sus pensamientos; tiene necesidad de vivir en el poder de la comunión con El, para ser mantenido en la constante realidad de su senda y de su servicio. Si en estas circunstancias tan difíciles, no se está persuadido de haber recibido una misión del cielo, si no se está consciente de tener consigo la presencia divina, es casi segura la caída.
Si Moisés no hubiese estado sostenido así, ¿cómo habría podido perseverar cuando la creciente opresión del poder de Faraón arrancó a los capataces de los hijos de Israel tales palabras de desaliento como estas: "Mire Jehová sobre vosotros, y juzgue; pues habéis hecho heder nuestro olor delante de Faraón y de sus siervos, dándoles el cuchillo en las manos para que nos maten". (Vers. 21). Motivo había para que Moisés se sintiese abatido, porque volviéndose a Jehová, dijo: "Señor, ¿por qué afliges a este pueblo? ¿para qué me enviaste? Porque desde que yo vine a Faraón para hablarle en tu nombre, ha afligido a este pueblo; y tú tampoco has librado a tu pueblo". (Versículo 22-23). Cuando la libertad parecía más cercana, las cosas habían tomado un aspecto más desolador; como acontece en la naturaleza, la hora más obscura de la noche es con frecuencia la que precede inmediatamente a la aurora del día. Así será en los últimos días de la historia de Israel. La hora de más profunda obscuridad y de la más espantosa angustia, será la que precederá a la aparición repentina del "Sol de justicia" (Mal. 4:1-2), trayendo salud en sus alas, para sanar con sanidad eterna, "el quebrantamiento de la hija de mi pueblo". (Jer. 6:14; 8:11). Continuará...
jueves, 17 de abril de 2025
EXODO PARTE 52
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M.
CAPITULOS 5 y 6
Lo mismo fué con Faraón. El no sabía nada de Jehová, el Dios de los Hebreos, el poderoso "Yo Soy"; por esto consideraba todo lo que Moisés y Aarón le habían dicho acerca de sacrificar a Dios como "palabras de mentira". Las cosas de Dios deben parecer siempre para el espíritu profano del hombre, como vanas, inútiles y desprovistas de sentido. El nombre de Dios puede formar parte de la fraseología de una fría religión formalista, mas Dios, en su persona, no es conocido. Su nombre precioso, en el cual se encierra todo aquello que el corazón del creyente puede desear o necesitar, no tiene para el incrédulo ninguna significación, ni poder, ni virtud; y así todo lo que trata de Dios o se relaciona con El, a sus palabras, a sus consejos, a sus pensamientos o a sus planes, es considerado como "palabras de mentira".
Mas el tiempo se acerca rápidamente cuando no será así. El tribunal de Cristo, los terrores el mundo venidero y las olas del lago de fuego, no serán "palabras de mentira". Seguramente que no; y todos aquellos que, por la gracia, creen que estas cosas son realidades, deberían esforzarse en despertar respecto a ellas la conciencia de los que, como Faraón, consideran "la fabricación de ladrillos" como la sola cosa digna de ocupar el pensamiento, y la única realidad verdadera.
¡Ay, cuán frecuentemente los mismos cristianos viven en la región de las cosas visibles, la región del mundo y de la carne, de tal manera que pierden el sentido profundo, inmutable y potente, de la realidad de las cosas divinas y celestiales! Nosotros tenemos necesidad de vivir más continuamente en la región de la fe, en la región del cielo y de la "nueva creación". Así veríamos las cosas como Dios las ve; pensaríamos respecto a ellas como Dios piensa, y nuestra vida entera sería más elevada, más desinteresada, más completamente separada del mundo y de las cosas terrenas. Continuará...
miércoles, 16 de abril de 2025
EXODO PARTE 51
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M.
CAPITULOS 5 y 6
Además, Faraón no se conocía mejor a sí mismo, de lo que él conocía a Dios. El ignoraba que era un pobre gusano de la tierra, suscitado con el único objeto de dar a conocer la gloria de Aquél a quien él decía no conocer. (Exodo 9:16; Rom. 9:17). "Y ellos dijeron: El Dios de los Hebreos nos ha encontrado; iremos pues, ahora camino de tres días por el desierto, y sacrificaremos a Jehová nuestro Dios; porque no venga sobre nosotros con pestilencia o con espada. Entonces el rey de Egipto les dijo: Moisés y Aarón, ¿por qué hacéis cesar al pueblo de su obra? idos a vuestros cargos... Agrávese la servidumbre sobre ellos, para que se ocupen en ella, y no atiendan a palabras de mentira".(Vers. 3-9).
¡Qué revelación hallamos aquí de los resortes secretos del corazón humano! ¡Qué incapacidad mas completa pata entrar en las cosas de Dios! Todos los derechos divinos y todas las revelaciones de Dios eran, según el juicio de Faraón, "palabras de mentira". ¿Qué le importaba a él el "camino de tres días por el desierto" ni "la fiesta a Jehová"? ¿Cómo podía comprender la necesidad de este viaje, ni el carácter o el fin de tal fiesta? Faraón comprendía lo que significaba agravar la servidumbre y hacer ladrillo; estas cosas tenían para él cierto sentido de realidad; pero en cuanto a Dios, a su servicio o a su culto, no veía en ello más que una verdadera quimera, inventada por aquellos que buscaban una excusa para evitar las rudas realidades de la vida.
Con mucha frecuencia ha acontecido la misma cosa con los sabios y poderosos de este mundo, quienes han sido los primeros en tachar de vanidad y locura los divinos testimonios de Dios. Escuchad, por ejemplo, la información que hizo el "muy excelente Festo" sobre la gran cuestión debatida entre Pablo y los judíos. "Solamente tenían contra él ciertas cuestiones acerca de su superstición, y de un cierto Jesús, difunto, el cual Pablo afirmaba que estaba vivo". (Hechos 25:19). ¡Pobre Festo! ¡Cuán poco sabía lo que se decía! ¡Qué poco comprendía la importancia de saber si "Jesús" estaba "muerto" o "vivo"! Estaba bien lejos de pensar en la inmensa influencia que esta cuestión ejercería sobre él mismo, y sobre sus amigos Agripa y Berenice; pero esta ignorancia no cambiaba en nada la realidad del hecho; y él y ellos saben ahora mucho más sobre este asunto a pesar de que en los días pasajeros de su gloria terrestre, lo consideraron sólo como una cuestión supersticiosa, indigna de la atención de los hombres sensatos, únicamente propia para ocupar el cerebro desequilibrado de visionarios entusiastas. Sí; la importante cuestión que decide el destino de todo hijo de Adán, la cuestión sobre la cual descansa la condición presente y eterna de la iglesia y del mundo, y en la que se reúnen todos los consejos de Dios, era, según el juicio de Festo, una vana superstición. Continuará...
martes, 15 de abril de 2025
EXODO PARTE 50
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M.
CAPITULOS 5 y 6
"Porque también Cristo padeció una vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios". (1 Pedro 3:18). No somos introducidos solamente a un nuevo estado, sino llevados a una persona, a saber, Dios, y somos hechos participantes de una naturaleza que es capaz de hallar sus delicias en El. "Y no sólo esto, mas aun nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por el cual hemos ahora recibido la reconciliación". (Rom. 5:11).
Qué hermosura y qué fuerza descubrimos en este mensaje de libertad: "Deja ir a mi pueblo a celebrarme fiesta en el desierto". (Cap. 5:1). "El Espíritu del Señor es sobre mi, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado para sanar a los quebrantados de corazón; para pregonar a los cautivos la libertad, y a los ciegos vista; para poner en libertad a los quebrantados; para predicar el año agradable del Señor". (Luc. 4:18-19). La buena nueva del Evangelio anuncia la libertad de todo yugo y servidumbre. La paz y la libertad, como Dios las ha proclamado, son los dones que el Evangelio aporta a los que lo reciben por la fe.
Notemos que se dice: "Deja ir a mi pueblo a celebrarme fiesta". Si bien los hijos de Israel debían cesar en el servicio de Faraón, esto era para entrar al servicio de Dios. El cambio era bien grande. En lugar de fatigarse bajo el yugo de los gobernadores y cuadrilleros de Faraón, debían celebrar fiesta a Jehová; y si bien para esto era necesario abandonar a Egipto y salir al desierto, la presencia divina les acompañaría; y si el desierto era triste y árido, también era el único camino que conducía a la tierra de Canaán. Entraba en los planes de Dios que Israel celebrase una fiesta en el desierto, y para esto se le debía "dejar salir" fuera de Egipto.
Sin embargo, Faraón no parece nada dispuesto para obedecer esta orden divina "¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel?" (Vers. 2). Por estas palabras, Faraón nos revela de un modo admirable su verdadera condición moral, su ignorancia y su desobediencia. Estas dos cosas van juntas. Si no se conoce a Dios, no se le puede obedecer, porque la obediencia está siempre basada sobre el conocimiento. El alma que tiene la dicha de conocer a Dios, siente que este conocimiento es la vida (Juan 17: 3); y la vida es el poder; y teniendo poder se puede obedecer. Es evidente que el que no tiene la vida no puede hacer nada; por lo tanto, se demuestra una gran falta de inteligencia cuando se pretende que alguno cumpla ciertos actos exteriores, con el fin de hacerle alcanzar por este medio aquella vida por la cual solamente el individuo es capaz de poder hacer algo. Continuará...
lunes, 14 de abril de 2025
EXODO PARTE 49
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M.
CAPITULOS 5 y 6
Tal es la doctrina de las Escrituras en lo concerniente a las importantes cuestiones relativas a la condición y la naturaleza. Pero, ¿cómo y sobre qué fundamento es introducido el creyente en una condición de justicia divina, y hecho participante de la naturaleza divina? Ese gran cambio depende enteramente de esta gloriosa verdad: "que Jesús murió y resucitó". (1Tes. 4:14). Este Ser bendito dejó el trono de la gloria, las mansiones de luz; descendió a este mundo de pecado y de miseria, en semejanza de carne de pecado, y luego de haber manifestado y glorificado a Dios perfectamente en todos los actos de su vida aquí abajo, murió sobre la cruz, bajo el peso de todas las transgresiones de su pueblo. Y así, todo lo que era o podía ser contra nosotros, fué divinamente satisfecho por El.
"Jehová se complació por amor de su justicia en magnificar la ley y engrandecerla". (Isaías 42:21); después fué hecho maldición siendo colgado en un madero. Todos los derechos fueron satisfechos por El, todos los enemigos reducidos al silencio, y derribados todos los obstáculos. "La misericordia y la verdad se encontraron: la justicia y la paz se besaron". (Salmo 85:10). Habiendo sido satisfecha la justicia infinita, el amor infinito pudo derramarse en el corazón quebrantado del pecador, para calmarle y regocijarle por su virtud, lo mismo que la sangre y agua que salieron del costado abierto de Jesús satisfacen perfectamente todas las necesidades de una conciencia culpable y convencida de pecado. El Señor Jesús tomó nuestro lugar en la cruz; El fué nuestro representante. "Cristo padeció una vez por los pecados, el justo por los injustos". (1 Pedro 3:18). Fué hecho "pecado por nosotros". (2 Cor. 5:21). Fué puesto en el rango de los impíos y transgresores; fué sepultado, y resucitó habiéndolo cumplido todo. Por lo tanto, nada hay de aquí en adelante que esté contra el pecador: él está unido a Cristo y en la misma condición de justicia que Cristo. "Pues como él es, así somos nosotros en este mundo". (1 Juan 4:17).
He aquí lo que da a la conciencia una paz sólida y bien establecida. Si ya no estamos en un estado de culpabilidad, sino de justificación; si Dios nos mira sólo en Cristo y como a Cristo, entonces una paz perfecta es nuestra parte. "Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo". (Rom. 5:1). La sangre del Cordero ha quitado toda culpa del creyente, ha borrado su larga cuenta, y le ha dado un vestido perfectamente blanco, para que pueda permanecer delante de esta santidad que no puede "ver el mal ni el agravio". (Habacuc 1:13).
Pero el creyente no sólo ha hallado la paz con Dios, sino que es hecho hijo de Dios y como tal, puede gozar de la dulce comunión con el Padre y el Hijo, por la potencia del Espíritu Santo. Continuará...
domingo, 13 de abril de 2025
EXODO PARTE 48
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M.
CAPITULOS 5 y 6
Por esta razón el evangelio de la gracia de Dios nos enseña que el creyente es introducido en una posición enteramente nueva y que ya no es considerado como estando en su anterior estado de culpabilidad y de condenación, sino en un estado de perfecta y eterna justificación. La condición en que Dios le ve ahora, no es sólo un estado de perdón completo, mas un estado tal de perfección, que la santidad infinita no puede descubrir en él la más ligera mancha de pecado. El creyente ha sido retirado de su primera condición de culpabilidad, y colocado de un modo absoluto y para siempre, en una nueva condición de justicia perfecta y pura. No se trata de que su primera condición ha sido mejorada; porque lo torcido no se puede enderezar". (Eccl. 1:15). "Mudará el negro su pellejo, y el leopardo sus manchas?" (Jer. 13:23). Nada hay más opuesto a la verdad fundamental del evangelio que la teoría del mejoramiento gradual en la condición del pecador. Nacido en determinada condición, es necesario que sea "nacido de nuevo" para entrar en otra. Con su esfuerzo, podrá procurar mejorarse; tomar la resolución de ser mejor en lo futuro; de empezar una nueva página de su existencia; de cambiar su modo de vivir, pero con todo esto, no habrá logrado salir, en el más ínfimo grado, de su condición real como pecador. Podrá intentar hacerse lo que se llama "religioso", podrá ensayar la oración; seguir asiduamente las ordenanzas del culto y revestir todas las apariencias de una reforma moral, pero ninguna de estas cosas cambiará, en lo más mínimo, su verdadero estado delante de Dios. Y lo mismo acontece en lo que a la naturaleza se refiere ¿Cómo podrá cambiarla el hombre?
Podrá hacerla pasar por una serie de operaciones; podrá ensayar de dominarla, y de someterla a una disciplina; pero con todo esto, siempre será la misma naturaleza. "Lo que es nacido de la carne,
carne es". (Juan 3:6). El hombre necesita una nueva naturaleza, así como una nueva disposición.
Mas, ¿cómo adquirirla? Creyendo "el testimonio que Dios ha dado de su Hijo". "A todos los que le recibieron, dióles potestad de ser hechos hijos de Dios, a los que creen en su nombre; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, mas de Dios". (Juan 1:12-13). Aquí aprendemos que todos los que creen en el nombre del unigénito Hijo de Dios, tienen el privilegio de ser hechos hijos de Dios; son hechos partícipes de una nueva naturaleza, y tienen la vida eterna. "El que cree en el Hijo, tiene vida eterna". (Juan 3:36). "De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me ha enviado, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas pasó de muerte a vida". (Juan 5: 24). Continuará...
sábado, 12 de abril de 2025
EXODO PARTE 47
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M.
CAPITULOS 5 y 6
La sola palabra de libertad no hizo más que aumentar el rigor del opresor para reforzar las cadenas de sus cautivos, y cargarles con un yugo más pesado. Era, pues, preciso que la salvación viniese de fuera. Más, ¿de dónde debía venir? ¿Dónde estaba el dinero para pagar el rescate? ¿Dónde la fuerza para romper las cadenas? Y suponiendo que todo esto se hubiese hallado,
¿dónde estaba la voluntad que quisiera tomar el trabajo y cumplir la obra de la libertad? ¡Pobre Israel! Ni dentro ni fuera podía ver ninguna esperanza para él. El pobre pueblo no tenía otro recurso que mirar arriba. Dios era su refugio; El tenía el poder y el querer; El podía rescatar a Israel por precio y por potencia. En Jehová, y en El sólo, estaba la salvación para el pueblo oprimido y miserable.
Siempre es lo mismo. "Y en ningún otro hay salud; porque no hay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos". (Hechos 4:12). El pecador está bajo el yugo de un señor que le gobierna con un poder despótico. Está "vendido al pecado" (Rom. 7:14), cautivo de Satanás para hacer su voluntad, aprisionado con las cadenas de la tentación, de la pasión y de su carácter, "flaco" (Rom. 5:6), "sin esperanza, sin Dios". (Efes. 2:12). Tal es la condición del pecador. ¿Cómo, pues, podría librarse a sí mismo? Siendo esclavo de otro, todo lo que hace, lo hace en calidad de esclavo. Sus pensamientos, sus palabras y sus acciones, son los pensamientos, las palabras y las acciones de un esclavo. Y aun cuando él suspire y llore por la libertad, sus lloros y sus gemidos no son más que la triste prueba de su esclavitud. Puede luchar por su libertad; mas sus mismos esfuerzos, que sólo prueban su deseo de ser libre, son la declaración positiva de su servidumbre.
Porque no se trata solamente de la condición del pecador; su misma naturaleza está radicalmente corrompida y enteramente sumisa a la potencia del diablo. Por esto el pecador no necesita tan sólo ser introducido en una nueva posición, sino que debe ser dotado de una nueva naturaleza. La naturaleza y la posición van siempre unidas. Si el pecador tuviese la facultad de mejorar la situación en que se halla, ¿de qué le serviría esto, mientras su naturaleza continuase siendo irremisiblemente mala? Un noble puede recoger y adoptar un mendigo, y otorgarle la fortuna y la posición de un noble, pero nunca podrá hacerle participar de su sangre noble; y por esto, la naturaleza de un mendigo no se hallará nunca a su satisfacción ocupando la posición de un noble. Continuará...
viernes, 11 de abril de 2025
EXODO PARTE 46
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M.
CAPITULOS 5 y 6
El resultado de la primera visita a Faraón pareció ser bien poco animadora. El temor de perder los israelitas llevó al rey a tratarles con mayor crueldad, y a sujetarles con redoblada vigilancia. Todas las veces que los límites del poder de Satanás son estrechados, el furor de éste aumenta en la misma proporción. Y así fué cuando aparecieron Moisés y Aarón para libertar a Israel. El horno iba a ser apagado por el amor del Libertador; pero antes que lo sea, arde con mayor intensidad y aumenta el calor del fuego. El Diablo no gusta de soltar ninguno de aquellos que ha tenido bajo su terrible garra. Este es aquel "fuerte armado" de que nos habla Lucas (11:21, 22), que mientras "guarda su atrio, en paz está lo que posee". Mas, Dios sea bendito, hay otro que es "mas fuerte que él", y le ha tomado "todas las armas en que confiaba", y ha repartido sus despojos entre los dichosos participantes de su amor eterno.
"Después entraron Moisés y Aarón a Faraón, y le dijeron: Jehová, el Dios de Israel, dice así: Deja ir a mi pueblo a celebrarme fiesta en el desierto". (Cap. 5:1). Tal era el mensaje de Dios a Faraón. Dios pedía una entera libertad para el pueblo, porque Israel era su pueblo, y El quería que le celebrase fiesta en el desierto. Dios, para estar satisfecho, quiere para sus elegidos un completo rescate del yugo de servidumbre. "Desatadle, y dejadle ir" (Juan 11:44) es siempre el gran lema de todos los designios misericordiosos de Dios para con aquellos que, siendo tenidos en esclavitud por Satanás, son, sin embargo, los herederos de la vida eterna.
Cuando contemplamos a los hijos de Israel en medio de los hornos de ladrillo de Egipto, tenemos delante de nosotros una representación exacta de la condición de todo hijo de Adán, según la carne. Los israelitas estaban allí, aplastados bajo el pesado yugo del enemigo, sin ninguna fuerza para librarse. Continuará...
jueves, 10 de abril de 2025
EXODO PARTE 45
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M.
CAPITULO 4
Y nosotros podemos afirmar, sin temor de equivocarnos, que, a pesar de los cuarenta años de luchas y pruebas, Moisés pudo besar de nuevo a su hermano Aarón, en la cumbre del monte Hor, con el mismo afecto que cuando lo encontró al principio "en el monte de Dios". (Exodo 4:27). Esos dos encuentros tuvieron lugar en circunstancias bien diferentes, por cierto. "En el monte de Dios" los dos hermanos se encontraron, se besaron, y juntos emprendieron el camino para llevar a cabo su misión divina. En el monte Hor se encontraron, en obediencia al mandato de Jehová (Núm. 20:25), para que Moisés hiciese desnudar a su hermano las vestiduras sacerdotales y le viese morir, en virtud de una falta en que Moisés también había participado. Las circunstancias cambian; los hombres se separan los unos de los otros; sólo en Dios "no hay mudanza, ni sombra de variación". (Sant. 1:17).
"Y fueron Moisés y Aarón, y juntaron todos los ancianos de los hijos de Israel: y habló Aarón todas las palabras que Jehová había dicho a Moisés, e hizo las señales delante de los ojos del pueblo. Y el pueblo creyó; y oyendo que Jehová había visitado los hijos de Israel, y que había visto su aflicción, inclináronse y adoraron (Vers. 29-31). Cuando Dios interviene, necesariamente se derriba todo obstáculo. Moisés había dicho: "ellos no me creerán"; pero no era cuestión de saber si ellos le creerían o no, sino que se trataba si ellos creerían a Dios. El que puede considerarse simplemente como enviado de Dios, puede estar completamente tranquilo en cuanto a la recepción de su mensaje, y esta perfecta tranquilidad no le desvía, en ninguna manera, de la tierna y afectuosa solicitud hacia aquellos a quienes se dirige; bien al contrario, esta seguridad que posee le preserva de la inquietud desordenada del espíritu, que no puede contribuir más que a incapacitar al hombre para dar un testimonio firme, elevado y perseverante. Un enviado de Dios no debería olvidar nunca que su mensaje es el mensaje de Dios. Cuando Zacarías dijo al ángel: "En qué conoceré esto?" ¿se turbó este último por esa pregunta? Ciertamente que no; sino que le respondió tranquilamente: "Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y soy enviado a hablarte, y a darte estas buenas nuevas". (Luc. 1:18-19). Las dudas del mortal no turban el sentimiento de dignidad que el ángel tiene de su mensaje. ¿"Cómo puedes tú dudar, parece decirle, cuando de delante del trono de la Majestad en los cielos, un mensajero ha sido enviado a ti ahora?" Todo mensajero de Dios debería ir así, y con este mismo espíritu entregar su mensaje. Continuará...
miércoles, 9 de abril de 2025
EXODO PARTE 44
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M.
CAPITULO 4
El "anduvo haciendo bienes." ¿Por qué? ¿Era, acaso, porque se imaginaba que todos aquellos que se agrupaban en torno suyo eran sinceros? No; sino "porque Dios era con él". (Hechos 10:38). He aquí el ejemplo que Dios nos propone imitar. Sigámoslo, aunque siguiéndolo, debamos hollar nuestro "yo", con todos sus intereses, a cada paso de la senda. ¿Quién de nosotros desearía poseer esta sabiduría, este conocimiento de la humana naturaleza y esta experiencia, que sólo pueden llevar al hombre a encerrarse en un estrecho círculo de frío egoísmo, y a mirar a los demás con mirada huraña y desconfiada? Un resultado semejante no puede ser producido por nada que pertenezca a una naturaleza celeste o excelente. Dios da la sabiduría pero no es una sabiduría que cierra el corazón a los llamamientos de la necesidad y de la miseria de los hombres. El nos da cierto conocimiento de la naturaleza; mas no es un conocimiento que nos haga apoderar con avidez egoísta de lo que nosotros llamamos "nuestro". El nos da la experiencia; pero no una experiencia que nos lleva a desconfiar de todo el mundo excepto de nosotros mismos. Si nosotros seguimos las huellas del Señor Jesús, si nos revestimos de su buen espíritu, y por consecuencia lo manifestamos, si en verdad podemos decir: "Para mí el vivir es Cristo", entonces, atravesando el mundo, conociendo lo que es, y relacionándonos con los hombres, aunque sabiendo lo que podemos esperar de ellos, podremos, con la ayuda de la gracia, manifestar a Cristo allí donde Dios nos haya puesto. Las causas que nos hacen obrar y los motivos que nos animan, están todos arriba, donde está Aquél que "es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos". (Hebreos 13:8). Es allí también donde el Corazón de este gran siervo de Dios, en cuya historia hemos hallado ya tan profundas y verdaderas lecciones, halló la gracia y la fuerza que le sostuvieron a través de las escenas penosas y variadas de la vida del desierto. Continuará...
martes, 8 de abril de 2025
EXODO PARTE 42
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M.
CAPITULO 4
Este estado de perfección es la parte del más débil, del menos instruido, del menos experimentado de los hijos de Dios que viven en el mundo. El más pequeño de los santos está comprendido en el "estáis cumplidos" del apóstol. Todos los hijos de Dios "están cumplidos en Cristo". Pablo no dice: "seréis cumplidos", "puede que lo seáis", "esperad que seréis", "orad para que seáis"; sino que por el Espíritu Santo declara de la manera más absoluta: "En él estáis cumplidos". Este es el verdadero punto de partida para el cristiano, y si se toma como fin aquello que Dios ha señalado como punto de partida, es trastornar toda la enseñanza del Espíritu Santo.
Pero tal vez se dirá: si esto es así, ¿no tenemos, pues, ningún pecado, ni defectos, ni imperfecciones? Ciertamente que sí "Si dijéramos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y no hay verdad en nosotros". (1 Juan 1:8.) Tenemos pecado en nosotros, pero no sobre nosotros. Además, delante de Dios, no estamos en nuestro yo, sino en Cristo. Es "en él" que estamos "cumplidos". Dios ve al creyente en Cristo, con Cristo, y como Cristo, esta es nuestra condición inmutable, y nuestra eterna posición como cristianos. "El despojamiento del cuerpo de los pecados de la carne" ha sido efectuado por "la circuncisión de Cristo". (Col. 2:11); el creyente no está en la carne (Rom. 7:5; 8:9), aunque la Carne está en él; se halla unido a Cristo por la potencia de una vida nueva y eterna, y esta nueva vida está inseparablemente unida a la justicia divina con la cual el creyente está establecido delante de Dios. El Señor Jesús ha quitado todo lo que estaba en contra del creyente, acercándolo a Dios e introduciéndole delante de El, con el mismo favor de que El goza en la presencia del Eterno. En una palabra; Cristo es nuestra justicia (1Cor. 1:30; 2Cor. 5:21); esto pone fin a todas las cuestiones, responde a todas las objeciones, e impone silencio a todas las dudas: "Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos". (Hebreos 2:11).
Esta serie de verdades es derivada del tipo que nos es presentado en la relación de Moisés con Séphora. Ahora vamos a dejar "el desierto" por un tiempo pero no olvidemos las lecciones y las santas impresiones que hemos recibido allí, y que son esenciales para todo siervo de Cristo y para todo mensajero del Dios vivo. Todos los que quieran servir y ser prosperados en su servicio, ya sea en la importante obra de la evangelización, o en los diversos ministerios de la casa de Dios, que es la Iglesia, tendrán necesidad de apropiarse las preciosas instrucciones que Moisés recibió al pie del monte Horeb y "en el camino de la posada". Continuará...
lunes, 7 de abril de 2025
EXODO PARTE 41
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M.
CAPITULO 4
Si Séphora rehusa circuncidar a su hijo, Jehová pondrá su mano sobre su esposo; y si Moisés se acomoda a los sentimientos de su esposa, Jehová le saldrá al encuentro para "matarlo". La sentencia de muerte debe ser escrita sobre nuestra naturaleza; y si nosotros procuramos sustraernos a ella por un lado, la encontraremos por el otro.
Ya se ha hecho notar que Séphora representa un tipo interesante e instructivo de la Iglesia.
Ella fue unida a Moisés durante la época en que éste fue rechazado por sus hermanos; y el pasaje que acabamos de citar, nos enseña que la Iglesia es llamada a conocer a Cristo como Aquél a quien está unida "por la sangre", siendo su privilegio beber de su copa y ser bautizado de su bautismo.
Estando crucificado con El, es necesario que sea hecha semejante a su muerte; que ella mortifique sus miembros que están sobre la tierra; que tome su cruz cada día, y que le siga. La relación con Cristo está basada sobre la sangre; y la manifestación del poder de esta relación implica, necesariamente, la muerte de la naturaleza. "Y en él estáis cumplidos, el cual es la cabeza de todo principado y potestad. En el cual también sois circuncidados de circuncisión no hecha con manos, con el despojamiento del cuerpo de los pecados de la carne, en la circuncisión de Cristo; sepultados juntamente con él en el bautismo, en el cual también resucitásteis con él, por la fe de la operación de Dios que le levantó de los muertos". (Col. 2:10-12).
Tal es la doctrina relativa a la posición de la Iglesia con Cristo, doctrina llena de los más gloriosos privilegios para la Iglesia y para cada uno de sus miembros; entera remisión de los pecados, justificación, acepción completa, seguridad eterna, perfecta comunión con Cristo en toda su gloria; esta doctrina lo comprende todo. "En él estáis cumplidos". ¿Qué se le podía añadir a Aquél que está cumplido? "¿La filosofía", "las enseñanzas de los hombres, o los elementos del mundo?" "¿La comida o la bebida?" "¿Los días de fiesta, y de nueva luna, o de sábados?" "¿No manejes", "no gustes", "no toques" esto o lo otro, los mandamientos y doctrinas de los hombres?" "¿Los días, los meses, los tiempos, y los años?" Alguna de estas cosas, o todas juntas, ¿podrán añadir una tilde o una jota al que Dios ha declarado "cumplido?". Lo mismo sería que nos preguntáramos si, después de los seis días de trabajo empleados por Dios en la obra de la creación, no habría podido el hombre dar la última mano a lo que Dios había declarado ser "bueno en gran manera". Continuará...
domingo, 6 de abril de 2025
EXODO PARTE 40
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M.
CAPITULO 4
Como quiera que sea, Moisés consiente por fin a obedecer; pero antes de estar completamente preparado para la obra a que ha sido llamado, es menester que pase por otra dolorosa experiencia; es necesario que Dios imprima con su mano la sentencia de muerte sobre su carne. Moisés había aprendido importantes lecciones "detrás del desierto"; mas ahora es llamado para aprender otra lección más importante todavía "en el camino" hacia la "posada". (Vers. 24). El ser siervo de Dios es una cosa sumamente seria; y para una vocación tal no es suficiente una educación ordinaria. Es indispensable que la naturaleza sea mortificada, y mantenida bajo esta posición de muerte. "Mas nosotros tuvimos en nosotros mismos respuesta de muerte, para que no confiemos en nosotros mismos, sino en Dios que levanta los muertos". (2 Cor. 1:9). Todo siervo, para que sea bendecido en su servicio, necesariamente debe saber algo de lo que significa tener en sí mismo esta sentencia de muerte. Moisés debió pasar por ese camino, en su propia experiencia, antes de que estuviese moralmente calificado para comenzar su misión. El se disponía para hacer oír a Faraón este solemne mensaje: "Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito. Ya te he dicho que dejes ir a mi hijo, para que me sirva, mas no has querido dejarlo ir; he aquí yo voy a matar tu hijo, tu primogénito". (Ven. 22-23.)
Moisés, en el principio del libro, nos es representado, en figura, como puesto en la tumba; pero hacer la experiencia de la muerte en su propia persona era cosa bien distinta. Es por esto que leemos: "Y aconteció en el camino, que en una posada le salió al encuentro Jehová, y quiso matarlo.
Entonces Séphora cogió un afilado pedernal, y cortó el prepucio de su hijo, y echólo a sus pies, diciendo: A la verdad tú me eres un esposo de sangre. Así le dejó luego ir. Y ella dijo: Esposo de sangre, a causa de la circuncisión". (Vers. 24-26.) Este pasaje nos inicia en un grande secreto de la vida personal y doméstica de Moisés. Es bien evidente que, hasta ese momento, el corazón de Séphora había retrocedido ante la aplicación del "afilado pedernal" sobre el objeto de sus afecciones maternales; ella había evitado la marca que debía ser impresa sobre la carne de cada uno de los miembros del Israel de Dios, ignorando que su unión con Moisés era una unión que implicaba, necesariamente, la muerte de la naturaleza; y ella retrocedía ante la cruz. Esto era muy natural para ella; pero no lo era para Moisés, que había cedido ante su esposa en este asunto, y esto nos explica la escena misteriosa en la "posada". Continuará...
sábado, 5 de abril de 2025
EXODO PARTE 39
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M.
CAPITULO 4
Hemos visto que Moisés se privó, por su falta, del privilegio de ser el único instrumento de Jehová en la obra gloriosa que iba a ser realizada. Pero no es esto todo. "Entonces Jehová se enojó contra Moisés, y dijo: ¿No conozco yo a tu hermano Aarón, Levita, y que él hablará? Y aun he aquí que él te saldrá a recibir, y enviéndote, se alegrará en su corazón. Tu hablarás a él, y pondrás en su boca las palabras, y yo seré en tu boca y en la suya, y os enseñaré lo que hayáis de hacer. Y él hablara por ti al pueblo; y él te será a ti en lugar de boca, y tú serás para el en lugar de Dios. Y tomarás esta vara en tu mano, con la cual "harás las señales". (Vers. 14-17). Este pasaje es una mina de instrucciones prácticas muy preciosas. Hemos visto los temores y las dudas de Moisés, a pesar de todas las promesas y de todas las seguridades que recibía de la gracia divina. Y ahora, aunque Moisés nada ha ganado en cuanto a mayor potencia real; aunque no hay ni más virtud ni más poder en la boca de Aarón que en la suya, y que es él mismo quien debe poner las palabras en la boca de Aarón, le vemos dispuesto a marchar en el mismo momento en que puede contar con la presencia y cooperación de un mortal, pobre y débil como él, mientras que no había sabido obedecer cuando Jehová le reiteraba la promesa de estar con él siempre.
Querido lector, ¿no es esto para nosotros como un espejo fiel, en el cual se reflejan tu corazón y el mío? Nosotros estamos dispuestos a confiarnos en cualquier cosa, antes que en el Dios vivo. Apoyados y protegidos por un mortal semejante a nosotros, avanzamos, atrevidamente, sin ningún temor; pero en cambio, temblamos, vacilamos y dudamos, cuando sólo tenemos la luz de la presencia del Maestro para animamos, y la fuerza de su brazo para sostenemos. Esto debería humillarnos profundamente delante del Señor, para que supiésemos confiarnos perfectamente en El, y marchar hacia adelante con paso firme, porque le tenemos a El como nuestro único socorro y fortaleza. La compañía de un hermano es, indudablemente, muy preciosa: "Mejores son dos que uno" (Eccl. 4:9); ya sea para el trabajo, para el reposo, o para el combate. El Señor Jesús envió a sus discípulos "de dos en dos" (Mar. 6:7), porque la compañía es siempre mejor que la soledad; sin embargo, si nuestro conocimiento personal de Dios y nuestra experiencia de su presencia no son tales que nos permitan, en caso necesario, caminar solos, la presencia de un hermano nos será de poca utilidad. Es digno de notarse que Aarón, cuya compañía parece haber satisfecho a Moisés, fué aquél que más tarde hizo el becerro de oro. (Exodo 32: 21). Vemos con frecuencia que la misma persona cuya compañía nos parecía necesaria para nuestro éxito y progreso, viene a ser luego un motivo de grandes disgustos para nuestros corazones. ¡Acordémonos de esto siempre! Continuará...
viernes, 4 de abril de 2025
EXODO PARTE 38
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M.
CAPITULO 4
He aquí una grande verdad práctica. La incredulidad es el fruto del orgullo y no el de la humildad. Ella resiste a creer en Dios, porque no halla en el yo una razón para creer. Si a causa de alguna cosa que esté en mí, yo rehuso de creer en Dios, hago a Dios mentiroso. (1Juan 5: 10.) Si cuando Dios declara su amor, yo no lo creo, por la razón de que no me creo bastante digno de este amor, hago a Dios mentiroso, y manifiesto el orgullo inherente a mi corazón. El solo pensamiento de que yo pueda merecer otra cosa que el infierno, sería la prueba de una completa ignorancia de mi condición y de lo que Dios demanda de mí; rechazar el lugar que me es asignado por el amor redentor, en virtud de la expiación cumplida por Cristo, es hacer a Dios mentiroso y envilecer el sacrificio de la cruz. El amor de Dios se derrama espontáneamente, no siendo atraído por mis méritos, sino por mi necesidad. No se trata tampoco del lugar que yo merezco, mas del que merece Cristo. Cristo tomó, sobre la cruz, el lugar del pecador, a fin de que el pecador pudiese tener lugar con El en la gloria. Cristo llevó lo que el pecador merece, para que éste pueda participar de lo que merece Cristo. El "yo" es así completamente desechado; esta es la verdadera humildad. Nadie puede ser verdaderamente humilde antes de haber llegado al lado celeste de la cruz; pero allí, halla la vida, la justicia, y la misericordia divina. Entonces se ha terminado para siempre con el "yo"; ya no se busca más, no se espera hallar el bien y la justicia en sí mismo, y sólo es nutrido de la abundancia de otro. Se está moralmente preparado para unir la voz a la de aquellos que, durante los tiempos eternos, harán resonar sus alabanzas en los cielos, diciendo: "No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria". (Salmo 115:1).
Sin duda nos sentaría mal si nos detuviésemos demasiado en los errores y flaquezas de un siervo tan honrado de Dios como fué Moisés, del cual leemos que "fué fiel sobre toda su casa, como siervo, para testificar lo que se había de decir". (Hebreos 3:5). Pero si no debemos detenernos en esas debilidades con un espíritu de propia satisfacción, como si en parecidas circunstancias nosotros hubiésemos sido capaces de obrar distintamente, debemos, sin embargo, procurar apropiarnos las santas lecciones que, indudablemente, la Escritura se propone enseñarnos al hablar de estas cosas.
Debiéramos aprender cómo juzgarnos a nosotros mismos, y a confiarnos realmente en Dios; a desechar nuestro "yo", a fin de que Dios pueda obrar en nosotros, por nosotros y para nosotros. He aquí el verdadero secreto del poder. Continuará...
jueves, 3 de abril de 2025
EXODO PARTE 37
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M.
CAPITULO 4
El conocimiento de esta verdad habría debido librar a Moisés de la excesiva desconfianza y timidez que le dominaban. La seguridad que, en su misericordia, el Señor le había dado de estar en su boca, debía tranquilizarle en cuanto a la elocuencia. El que ha hecho la boca del hombre podía, si había necesidad de ello, llenarla de la más poderosa elocuencia. Para la fe, esto es bien sencillo; pero el pobre corazón incrédulo confía infinitamente mejor en una lengua elocuente, que sobre Aquél que la ha creado. Este hecho nos parecería inexplicable, si no supiésemos de qué elementos se compone el corazón natural. El corazón no puede confiarse en Dios; y esta es la causa de ese defecto tan humillante de desconfianza en el Dios vivo, que se manifiesta aun entre los hijos de Dios, cuando, en alguna medida, se dejan dominar por la naturaleza humana. Por esto, en el caso que nos ocupa, Moisés vacila todavía: "Y él dijo: ¡Ay Señor! envía por mano del que has de enviar". (Vers. 13). Esta exclamación era, de hecho, rehusar el glorioso privilegio de ser el único mensajero de Jehová para Israel y para Egipto.
Todos nosotros sabemos que la humildad operada por Dios es una gracia inapreciable. "Revestíos de humildad", es uno de los preceptos divinos; y sin duda, el adorno más conveniente para un miserable pecador es la humildad. Pero si rehusamos tomar el lugar que Dios nos señala, o de seguir la senda que nos traza, no somos humildes. En el caso de Moisés, es evidente que no era retenido por un exceso de humildad, porque "Jehová se enojó contra él"; era algo más que humildad y flaqueza. Así vemos que mientras ese sentimiento revistió la apariencia de timidez, por censurable que fuese, Dios, en su gracia infinita, lo soportó y contestó a él con reiteradas promesas; pero cuando este sentimiento tomó un carácter de incredulidad y lentitud de corazón, el justo enojo de Jehová se encendió contra Moisés; y, en lugar de ser el solo instrumento en la obra del testimonio y de la liberación de Israel, debió compartir con otro este honroso privilegio.
Nada hay que deshonre más a Dios y que sea al mismo tiempo más peligroso para nosotros, que una falsa humildad. Cuando, bajo el pretexto de que no reunimos ciertas condiciones y virtudes,rehusamos tomar el lugar que Dios nos señala, no es ciertamente humildad; porque si pudiéramos rendirnos el testimonio de que poseíamos esas virtudes y condiciones, nos atribuiríamos el derecho de pretender ese lugar. Por ejemplo, si Moisés hubiese poseído el grado de elocuencia que creía necesario para el cumplimiento de su ministerio, tenemos motivos de creer que no habría vacilado en obedecer al llamamiento de Dios. Continuará...
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