miércoles, 23 de abril de 2025

EXODO PARTE 58

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M. CAPITULOS 7 A 11 Considerando a Faraón y sus hechos, el alma se transporta en medio de las escenas terribles del Apocalipsis, que nos muestran al último orgulloso opresor del pueblo de Dios, haciendo descender sobre él y sobre su reino las siete copas de la ira del Todopoderoso. Dios, en sus designios, ha querido que Israel tuviese la preeminencia sobre la tierra; es pues necesario que cualquiera que tenga la pretensión de oponerse a esta preeminencia, sea completamente inutilizado. La gracia divina debe encontrarse con los que son el objeto de ella, y cualquiera que intente oponer una barrera a esta gracia debe ser "quitado"; que éste sea el Egipto, Babilonia, o "la bestia que era y no es, aunque es" (Apoc. 17:8), poco importa. La potencia divina abrirá el camino, a fin que la gracia divina pueda derramarse, y la maldición eterna caerá sobre todos aquellos que se opongan a ello. Los obstinados saborearán durante toda la eternidad del siglo de los siglos el fruto amargo de su rebelión contra "Jehová, el Dios de los Hebreos". El ha dicho a su pueblo: "Toda herramienta que fuere fabricada contra ti, no prosperará" (Is. 54:17), y su fidelidad inmutable cumplirá ciertamente lo que su gracia infinita ha prometido. Por esto, cuando Faraón persistió en retener con su mano de hierro al Israel de Dios, las copas de la ira divina fueron derramadas sobre él, y todo el país de Egipto fué cubierto de tinieblas, de enfermedades y desolación. Pronto será lo mismo con el grande y último opresor, cuando saldrá del abismo sin fondo, armado de la potencia satánica, para aplastar bajo el "pie de soberbia" (Sal. 36:11) a los que Jehová ha escogido como objetos de su amor. Su trono será derribado, su reino devastado por las siete últimas plagas, y finalmente él mismo será hundido, no en el mar Rojo, sino "en el lago de fuego y azufre". (Apoc. 17:8; 20:10). Ni un tilde ni una jota de lo que Dios prometió a Abraham, a Isaac y a Jacob, pasará sin que sea cumplido. Dios lo cumplirá todo. A pesar de todo lo que se ha dicho o hecho en sentido contrario, Dios se acuerda de sus promesas y las cumplirá. "Porque todas las promesas de Dios son en él (en Jesucristo) Sí, y en él Amen". (2 Cor. 1:20). Muchas dinastías se han elevado y han jugado su papel en el teatro de este mundo; muchos tronos han sido erigidos sobre las ruinas de la antigua gloria de Jerusalem; muchos imperios han florecido por un tiempo, y luego se han derrumbado; muchos potentados ambiciosos han combatido por la posesión de la "tierra prometida"; todo esto ha tenido lugar, pero no obstante, Jehová ha dicho de la Palestina: "La tierra no se venderá rematadamente, a perpetuidad, porque la tierra mía es". (Lev. 25:23). Continuará...

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