viernes, 25 de abril de 2025

EXODO PARTE 60

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M. CAPITULOS 7 A 11 La oposición que "Jannes y Jambres" hicieron a Moisés consistía simplemente en imitar, hasta donde les fué posible, las señales que éste hacia. No vemos que atribuyesen a un poder engañador o maligno las señales de Moisés, sino más bien procuraron neutralizar sus efectos sobre la conciencia, haciendo ellos las mismas cosas. Lo que Moisés hacía, también ellos podían hacer, de manera que después de todo, no había una gran diferencia entre ellos. Lo mismo valía el uno que los otros. Un milagro es un milagro. Si Moisés obraba milagros para sacar al pueblo de Egipto, ellos podían obrarlos para hacerlo quedar en el país. ¿Dónde estaba pues la diferencia? De todo esto aprendemos que la resistencia más diabólica al testimonio de Dios en el mundo viene de aquellos que, si bien imitan los efectos de la verdad, no tienen más que la "apariencia de piedad", negando "la eficacia de ella". (2 Tim. 3:5). Esas gentes pueden hacer las mismas cosas, adoptar las mismas costumbres, y las mismas formas, emplear el mismo lenguaje, y profesar las mismas opiniones que los creyentes. Si el cristiano verdadero, constreñido por el amor de Cristo, da de comer al que tiene hambre; da vestido al desnudo; visita los enfermos; esparce las Escrituras; distribuye tratados; ora, canta, defiende y predica el Evangelio, el formalista puede hacer otro tanto; y estemos alerta, porque este es el carácter especial de la resistencia opuesta a la verdad "en los últimos tiempos"; este es el espíritu de Jannes y Jambres. ¡Cuán necesario nos es comprender esta importante verdad! ¡Cuánto importa recordar que "de la manera que Jannes y Jambres resistieron a Moisés, así" esos hipócritas amadores de sí mismos, del mundo y de los placeres, "resisten a la verdad"! Ellos no quisieran vivir sin tener una "apariencia de piedad", pero aunque adoptan la apariencia porque ha entrado a formar parte de las costumbres, aborrecen "la eficacia" de ella, porque esto significa el renunciamiento de sí mismo. "La eficacia" de la piedad implica el reconocimiento de los derechos de Dios, el establecimiento de su reino en el corazón, y como consecuencia, la manifestación de estas cosas en el carácter y la vida entera; pero el formalista ignora todo esto. "La eficacia" de la piedad nunca podrá estar de acuerdo con ninguno de estos caracteres horribles que nos señala el pasaje de la epístola a Timoteo citado más arriba; pero "la apariencia", encubriéndoles, les permite vivir sin someterse, y esto es lo que causa el placer del formalista hipócrita. El no se cuida de subyugar sus tentaciones, de interrumpir sus placeres, de dominar sus pasiones, de poner en regla sus afectos, de que su corazón sea purificado. Continuará...

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