sábado, 8 de febrero de 2025

GÉNESIS PARTE 242

RETORNO DE JACOB A BET-EL Pero, desde el momento en que Dios le ordena que suba a Bet-el, “Jacob dijo a su familia y a todos los que con él estaban: Quitad los dioses ajenos que hay entre vosotros, y limpiaos, y mudad vuestros vestidos. Y levantémonos, y subamos a Bet-el; y haré allí altar al Dios que me respondió en el día de mi angustia, y ha estado conmigo en el camino que he andado” (v. 2, 3). Bastaba la mención de la casa de Dios para hacer vibrar una cuerda en el alma del patriarca, haciéndole repasar en un abrir y cerrar de ojos la historia de veinte años llenos de vicisitudes. Fue en Bet-el, no en Siquem, donde había aprendido a conocer a Dios, y, por lo mismo, es preciso que vuelva allí y levante altar sobre un principio del todo diferente y bajo nombre diferente al de su altar de Siquem. Éste se relacionaba con toda clase de impurezas e idolatría. Jacob podía hablar de “Dios, el Dios de Israel”, en medio de toda clase de cosas incompatibles con la santidad de la casa de Dios. Es muy importante comprender esto. No hay nada que nos pueda mantener en un estado de separación del mal, firme e inteligentemente, como el reconocimiento de lo que es “la casa de Dios” y de lo que conviene a esta casa. Si no miro a Dios más que respecto a mí mismo, no tendré nunca conocimiento pleno y divino de todo lo que resulta de una justa apreciación de la relación que existe entre Dios y su casa. Hay personas que se preocupan poco por el hecho de hallarse asociadas a lo que es impuro en el culto que rinden a Dios, con tal que ellas mismas sean sinceras e íntegras de corazón. En otras palabras, creen poder adorar en Siquem, pensando que un altar llamado: “Dios, el Dios de Israel” (33:20), es tan elevado y tan bueno, como un altar llamado: “Dios de Bet-el”. Éste es un error deplorable y el lector espiritual descubrirá desde luego la inmensa diferencia espiritual que existe entre la condición de Jacob en Siquem y su condición en Bet-el, diferencia igual a la existente entre los dos altares. Nuestras ideas respecto al culto se corresponden necesariamente con nuestro estado espiritual; y el culto será pobre y estrecho o inteligente y elevado en proporción al modo en que hayamos sabido comprender el carácter de Dios y la relación que sostenemos con él. Continuará...

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