sábado, 12 de julio de 2025

EXODO PARTE 135

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL EXODO Por C.H.M. CAPITULO 15 He aquí las pruebas del desierto: "¿Qué comeremos y qué beberemos?" Las aguas de Mara pusieron a prueba el corazón del pueblo de Israel y manifestaron su espíritu murmurador; mas Jehová les hizo ver que no hay ninguna amargura que no pueda ser endulzada por medio de la gracia. "Y Moisés clamó a Jehová; y Jehová le mostró un árbol, el cual metídolo que hubo dentro de las aguas, las aguas se endulzaron. Allí les dio estatutos y ordenanzas, y allí los probo". Qué hermoso ejemplo nos ofrece este "árbol" de Aquél que, por la gracia infinita, fué metido en las aguas amargas de la muerte, a fin de que esas aguas nos fuesen endulzadas para siempre. Nosotros podemos decir verdaderamente que "la amargura de la muerte ha pasado", quedando para nosotros las dulzuras eternas de la resurrección. El versículo 26 nos enseña cuanto hay de solemne en el primer período de la carrera de los redimidos de Jehová a través del desierto. Durante este período se corre el riesgo de entregarse a un espíritu de agitación, de impaciencia y de murmuración. El único medio para preservarse de ese espíritu, es tener la mirada firmemente fija en Jesús, "puestos los ojos en Jesús". (Heb. 12:2). Bendito sea su nombre, El se manifiesta siempre de la manera más apropiada a las necesidades de su pueblo; y los suyos, en lugar de quejarse por las circunstancias en que se hallan, deberían tomar ocasión de ellas para dirigirle de continuo nuevas peticiones. De esta manera el desierto nos será útil para enseñarnos lo que es Dios. Es una escuela en la que aprendemos a conocer su gracia longánima, y sus abundantes reservas de bondad. "Y por tiempo como de cuarenta años soportó sus costumbres en el desierto". (Hech. 13:18). El hombre espiritual reconocerá siempre que bien vale la pena de encontrar aguas amargas cuando Dios viene a endulzarlas. "Y no solo esto, mas aun nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios está derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos es dado". (Rom. 5:3-5). No obstante, el desierto tiene sus "Elim" lo mismo que sus "Mara", sus fuentes y sus palmas, así como sus aguas amargas. "Y llegaron a Elim, donde había doce fuentes de aguas y setenta palmas; y asentaron allí junto a las aguas". (Vers. 27). El Señor, en su gracia y ternura, prepara verdes lugares de reposo en el camino de su pueblo peregrinando por el desierto; y aunque solo sean oasis, sirven perfectamente para refrescar el espíritu y reanimar el corazón. Continuará...

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