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viernes, 11 de julio de 2025
EXODO PARTE 134
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
EXODO
Por C.H.M.
CAPITULO 15
¡Con qué solemnidad debieran resonar estas palabras en los oídos de aquellos que de una manera o de otra
están unidos a esta Babilonia, es decir, a la falsa iglesia profesante! "Salid de ella, pueblo mío, porque no seáis
participantes de sus pecados, y que no recibáis de sus plagas". (Apoc. 18:4). La "potencia" del Espíritu Santo debe
necesariamente producir una "forma" particular, y el fin del enemigo ha sido siempre desnudar a la iglesia profesante de
la potencia, al propio tiempo que procura hacerla perpetuar la forma, a estereotipar la forma, cuando el espíritu y la vida
ya han desaparecido. Es así como él ha construido la Babilonia espiritual. Las piedras con que está edificada, son los
profesantes de piedad, privados de vida, y la argamasa que los une es una "forma de piedad sin potencia".
¡Querido lector, apliquémonos a comprender estas cosas plenamente, claramente y eficazmente!
Sin embargo, estando eternamente unidos delante de Dios con Aquél que entró triunfante en
el lugar santísimo, y tomó asiento a la diestra de la Majestad, es nuestro privilegio saber que por la
fe, estamos sentados "en los cielos con Cristo Jesús". (Efes. 2:6). Por tanto, aunque en cuanto a
nuestros cuerpos estamos en Egipto, en cuanto a nuestra experiencia estamos en el desierto;
mientras que, al mismo tiempo, la fe nos introduce en espíritu en Canaán, y nos capacita para
alimentarnos de los "frutos de la tierra", es decir, de Cristo; pero no solamente de un Cristo
descendido al mundo, sino también de un Cristo subido al cielo y sentado allí en la gloria. (Comp. 1
Tim. 3:16).
En los últimos versículos del capítulo 15, vemos a Israel en el desierto. Terribles juicios
habían caído sobre Egipto, mientras que Israel había sido librado de todos ellos; los Egipcios del
ejército de Faraón estaban muertos en la orilla del mar, e Israel seguro y triunfante. Todo iba bien
hasta entonces, pero, ¡ay! las cosas cambiaron pronto de aspecto; los cánticos de alabanza fueron
reemplazados por palabras de murmuración: "Y llegaron a Mara, y no pudieron beber las aguas de
Mara, porque eran amargas; por eso le pusieron el nombre de Mara. Entonces el pueblo murmuró
contra Moisés, y dijo: ¿Qué hemos de beber?" Y más adelante: "Y toda la congregación de los hijos
de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto; y decíanles los hijos de Israel: Ojalá
hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de
las carnes, cuando comíamos pan en hartura; pues nos habéis sacado a este desierto, para matar de
hambre a toda esta multitud". (Cap. 16: 2-3). Continuará...
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