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martes, 1 de julio de 2025
EXODO PARTE 125
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
EXODO
Por C.H.M.
CAPITULO 14
Así, aunque los creyentes están rodeados todavía por las cosas de Egipto, se hallan, en cuanto a su experiencia actual, en el desierto, y son llevados al mismo tiempo, por la energía de su fe, al lugar donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. El creyente no sólo ha recibido el perdón de todos sus pecados, sino que está, de hecho, asociado a un Cristo resucitado en los cielos; no es sólo salvo por Cristo, sino unido a El para siempre. Nada menos que esto no habría podido satisfacer el amor de Dios, ni realizar sus designios respecto a la Iglesia.
Lector, ¿comprendes tú estas cosas? ¿Las crees? ¿Las realizas? ¿Manifiestas su potencia?
Bendigamos la gracia de Dios que las ha hecho invariablemente ciertas para cada uno de los miembros del cuerpo de Cristo, ya sea sólo un "ojo" o una "oreja", una "mano" o un "pie" de este cuerpo glorioso. La verdad de estas cosas no depende de su manifestación por nosotros, ni de que las realicemos y comprendamos, sino de la preciosa sangre de Cristo, que ha borrado todos nuestros pecados, y ha puesto el fundamento para el cumplimiento de todos los consejos de Dios a favor nuestro. Es aquí donde está el verdadero descanso para todo corazón quebrantado y para toda conciencia cargada.
CAPITULO 15
Este capítulo empieza con el magnífico cántico de victoria entonado por Israel en la orilla del mar Rojo, cuando "vio aquel grande hecho que Jehová ejecutó contra los Egipcios". (Cap.14:31). Los Israelitas habían visto la salvación de Jehová, y por esto cantan sus alabanzas y cuentan sus grandes obras. "Entonces cantó Moisés y los hijos de Israel este cántico a Jehová". (Vers. 1).
Hasta aquí no hemos oído ningún cántico de alabanza, ni siquiera una sola nota de regocijo. Hemos oído el grito angustioso del pueblo, aplastado bajo el duro trabajo de los hornos de ladrillo de Egipto; hemos oído también el grito de su incredulidad, cuando se hallaba rodeado de dificultades
que creía insuperables; pero nunca todavía un cántico de alabanza. Este no se oyó hasta que, como pueblo salvo, toda la congregación redimida se vio rodeada por las pruebas de la salvación de Dios, y prorrumpió en cánticos de triunfo. Continuará...
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