sábado, 28 de junio de 2025

EXODO PARTE 122

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL EXODO Por C.H.M. CAPITULO 14 Ninguna fe es precisa para emprender un viaje cuyo camino se ve en toda su extensión, mas es necesaria la fe para ponerse en camino cuando no se ve más que el primer paso. El mar se dividía a medida que Israel avanzaba, de tal suerte que, para cada nuevo paso, dependían enteramente de Dios. Tal era el camino por el cual marchaban los redimidos de Jehová, conducidos por su diestra. Pasaron a través de las sombrías aguas de la muerte, y vieron que estas aguas eran "como muro a su diestra y a su siniestra", mientras que ellos pasaban por medio "en seco". (Vers. 22). Para los Egipcios era imposible poder avanzar por ese camino. Entraron en él porque lo vieron abierto delante de ellos; para los Egipcios era una cuestión de vista y no de fe. "Lo cual probando los Egipcios, fueron sumergidos". (Heb. 11:29). Cuando se quiere probar de hacer aquello que sólo la fe puede cumplir, no se obtiene nada más que ruina y confusión. El camino por el cual Dios hace marchar a su pueblo, es una senda que no puede ser hollada por la naturaleza. "La carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios" (1 Cor. 15:50); ni tampoco pueden caminar por la senda de Dios. La fe es la gran regla característica del reino de Dios, y por ella somos capacitados para caminar por la senda de Dios. "Sin fe es imposible agradar a Dios". (Heb. 11:6). Dios es grandemente glorificado cuando caminamos con El con los ojos vendados, por decirlo así, porque esta es la prueba de que tenemos mayor confianza en su vista que en la nuestra. Si yo sé que Dios mira por mí, no me será nada difícil poder cerrar los ojos, y caminar tranquilamente con santa seguridad. En los negocios de la vida humana, sabemos que cuando un centinela o un guardián está en su puesto, los demás pueden dormir tranquilos. Cuanto mejor podemos nosotros descansar con toda seguridad, cuando sabemos que Aquel que no se adormece ni se duerme, tiene su mirada fija en nosotros y nos defiende con su brazo. (Sal. 121: 4). "Y el ángel de Dios que iba delante del campo de Israel, se apartó, e iba en pos de ellos; y asimismo la columna de nube que iba delante de ellos, se apartó, y púsose a sus espaldas: e iba entre el campo de los Egipcios y el campo de Israel; y era nube y tinieblas para aquellos, y alumbraba a Israel de noche; y "toda aquella noche nunca llegaron los unos a los otros". (Vers. 19-20). Jehová se puso exactamente entre Israel y el enemigo; El fué su protección. Para que Faraón hubiese podido tocar a un solo cabello de Israel, le habría sido necesario atravesar el pabellón del Todopoderoso, y al mismo Todopoderoso. Dios se pone siempre entre su pueblo y todo enemigo, de tal manera que "toda herramienta que fuere fabricada contra (él), no prosperará". (Is. 54:17). Continuará...

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