sábado, 7 de junio de 2025

EXODO PARTE 103

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL EXODO Por C.H.M. CAPITULO 12 "Los zapatos en los pies" denotaban que Israel estaba dispuesto para abandonar su estado presente; mientras que "el bordón" en la mano, era el expresivo emblema de un pueblo que peregrinaba, apoyándose en algo que estaba fuera de él. ¡Quiera Dios que estos preciosos rasgos aparezcan más frecuentemente en cada uno de los miembros de su gran familia redimida! Querido lector cristiano, "meditemos estas cosas, ocupándonos en ellas". (1 Tim. 4:15) Por la gracia de Dios, nosotros hemos experimentado la eficacia purificadora de la sangre de Jesús; en consecuencia tenemos el privilegio de alimentarnos de su persona adorable y de regocijarnos en sus insondables riquezas (Efes. 3:8), participando en sus padecimientos, "en conformidad a su muerte". (Fil. 3:10). Mostrémonos, pues, con el pan sin levadura y las hierbas amargas, los lomos ceñidos, los pies calzados y el bordón en la mano. Que se nos vea, en una palabra, llevando el sello de un pueblo santo, de un pueblo crucificado, de un pueblo vigilante y activo, de un pueblo marchando manifiestamente "al encuentro de Dios", hacia la gloria, siendo destinados "al reino". Que Dios nos conceda penetrar en la profundidad y en la potencia de estas cosas, de tal manera que no sean solamente teorías o un asunto de inteligencia y de interpretación de las Escrituras, sino realidades vivas, divinas, conocidas por experiencia, y manifestadas en nuestras vidas, a la gloria de Dios. Terminaremos este capítulo dando una ojeada a los últimos versículos, del 43 al 49. Estos versículos nos enseñan que todo verdadero Israelita tenía el privilegio de comer la pascua, mientras que ningún extranjero incircunciso debía participar de ella: "Ningún extraño comerá de ella... Toda la congregación de Israel le sacrificará". La circuncisión era necesaria antes que se pudiese comer la pascua. En otras palabras, es menester que nuestra naturaleza haya estado bajo la sentencia de muerte, antes que podamos nutrirnos de Cristo de una manera inteligente, ya sea como fundamento de paz, o como centro de unidad. La cruz es el antitipo de la circuncisión, esa señal divina de la alianza de Dios con los Judíos, y del despojamiento de la carne. (Comp. Col. 2:11-12). Continuará...

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