domingo, 2 de marzo de 2025

EXODO PARTE 5

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL
Por C.H.M. Así, aun cuando él estableció sobre el pueblo "comisarios de tributos que les molestasen con sus cargas" (Vers. 11), "cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y crecían". (Vers. 12). Y siempre acontecerá así. "El que mora en los cielos se reirá; el Señor se burlará de ellos". (Sal. 2: 4). Una confusión eterna reposará sobre toda oposición de los hombres y de los demonios. Esta seguridad da reposo al corazón, en un mundo donde todo aparece tan contrario a Dios y a la fe. Si no tuviésemos la firme confianza de que "la ira del hombre le acarrea alabanza" (Salmo 76: 10), con frecuencia nos hallaríamos abatidos en presencia de las circunstancias e influencias en medio de las cuales nos encontramos en este mundo. Mas, bendito sea Dios, nuestras miradas no están fijadas en "las cosas que se ven, sino en las que no se ven; porque las cosas que se ven son temporales, mas las que no se ven son eternas". (2 Cor. 4:18). Con esta seguridad, bien podemos decir como el salmista: "Calla a Jehová, y espera en él: no te alteres con motivo del que prospera en su camino, por el hombre que hace maldades". (Salmo 37:7). ¡Cuán claramente se manifiesta la verdad de estas palabras en el asunto que meditamos, así en lo que se refiere a los oprimidos como lo que concierne al opresor! Si Israel miraba a las cosas "que se ven", ¿qué veía? La ira de Faraón, los comisarios de tributos, un servicio riguroso, una dura servidumbre, argamasa y ladrillos. Empero "las cosas que no se ven" ¿que eran? El designio eterno de Dios, su promesa infalible, la aurora cercana de un día de salvación, la "antorcha de fuego" de la redención de Jehová. ¡Maravilloso contraste! Sólo la fe podía comprenderlo, como también sólo por fe el pobre Israelita oprimido podía volver sus miradas del horno humeante de Egipto, para fijarlas en las verdes campiñas y ricos viñedos de la tierra de Canaán. Unicamente la fe era capaz de reconocer en esos esclavos oprimidos y degradados al rudo trabajo de los hornos de ladrillos del Egipto, a los objetos del interés y del especial favor del Cielo. Como era entonces, así es también ahora: "Por fe andamos, no por vista". (2 Cor. 5:7). "Aun no se ha manifestado lo que hemos de ser". (1 Juan 3:2). "Entre tanto que estamos en el cuerpo, peregrinamos ausentes del Señor". (2 Cor. 5:6). Si de hecho, nosotros estamos en Egipto, sin embargo, en espíritu, estamos en la Canaán celestial. La fe coloca el corazón sobre la potencia de las cosas celestes e invisibles, haciéndolo capaz de elevarse por encima de todo lo que pertenece aquí abajo, donde reinan las tinieblas de la muerte. Continuará...

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