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domingo, 23 de febrero de 2025
GÉNESIS PARTE 257
LOS ÚLTIMOS DÍAS DE JACOB
Descenso a Egipto y muerte de Jacob
Los últimos capítulos del libro del Génesis tratan de la salida de Jacob y de su familia y de su establecimiento en Egipto; de los hechos de José durante los años del hambre, de la bendición de los doce patriarcas por parte de Jacob, de la muerte de éste y de su entierro.
No nos detendremos a considerar los detalles de estos diversos asuntos, si bien contienen materia para la meditación de toda persona espiritual. Solamente queremos hacer notar los infundados temores de Jacob, disipados a la vista de su hijo vivo y elevado; la gracia manifestada en su potencia soberana que todo lo gobierna y dirige, aunque evidentemente acompañada de juicio, porque los hijos de Jacob quedan obligados a descender al mismo país al que habían enviado a su hermano.
El final de la carrera de Jacob constituye un bello contraste con todas las escenas de su historia, tan fecunda en sucesos. Hace pensar en el anochecer sereno que termina un día tormentoso; el sol, al que las nubes y las nieblas habían ocultado durante el día, se pone brillante de majestad, dorando el occidente con sus rayos y prometiendo para mañana un día muy bello. Lo mismo ocurre con nuestro anciano patriarca. Todos los hechos que han debilitado su vida —todas sus astucias, sus artificios, sus vueltas, sus engaños, sus temores egoístas que eran frutos de su incredulidad—, todas esas oscuras nubes de la naturaleza y de la tierra se han desvanecido. Jacob aparece con toda la serenidad de la elevación de la fe, dispensando bendiciones y confiriendo dignidades según el conocimiento santificado que no se puede adquirir más que en la comunión con Dios.
Aunque sus ojos estén empañados, la vista de la fe es penetrante. No se equivoca en cuanto a la posición respectiva asignada, en el consejo de Dios, a Efraín y Manasés. No es como su padre Isaac, en el capítulo 27, quien “se estremeció... grandemente” (v. 33) a la vista de un error casi funesto. Al contrario, con inteligencia responde a su hijo menos informado: “Lo sé, hijo mío, lo sé” (48:19). Su vida espiritual no fue oscurecida por sus sentidos. Jacob aprendió en la escuela de la experiencia a mantenerse sujeto a la intención de Dios, y ninguna influencia de la naturaleza puede desviarlo. Continuará...
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