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miércoles, 5 de febrero de 2025
GÉNESIS PARTE 239
ALTO DE JACOB EN SIQUEM
SUS CONSECUENCIAS
El encuentro de Jacob con Esaú
Sucot
Después de esta manifestación de la bondad de Dios para con Jacob, le vemos establecerse en Sucot, y, contrariamente a los principios y al espíritu de la vida de un peregrino, construye allí una casa, sintiéndose como quien pisa terreno propio. Sin embargo, es evidente que Sucot no era el lugar que Dios le había destinado.
Jehová no le había dicho: «Yo soy el Dios de Sucot», sino: “Yo soy el Dios de Bet-el” (31:13). Por tanto, no era Sucot sino Bet-el el lugar que Jacob tendría que haber tenido en perspectiva. Pero ¡ay! nuestros corazones están siempre dispuestos a contentarse con una posición y una heredad inferiores a las que Dios en su bondad quiere acordarnos.
Siquem
Después Jacob se adelanta hasta Siquem y se compra allí un terreno, de modo que permanece fuera de los límites que Dios le había asignado, indicando, por el nombre mismo que pone a su altar, cuál es el estado espiritual de su alma. Le llama: “Dios, el Dios de Israel” (33:20). Esto es tener una escasa estimación de Dios. Por cierto que tenemos el privilegio de conocerle como nuestro Dios, pero mejor todavía es conocerle como el Dios de su propia casa, pudiéndonos considerar nosotros mismos como parte de la casa. El creyente tiene el privilegio de conocer a Cristo como Jefe; pero mayor privilegio es conocer a Cristo como “la Cabeza” de su cuerpo, la Iglesia, y saber que somos miembros de ese cuerpo.
En el capítulo 35 veremos a Jacob adquirir una idea de Dios más alta y más amplia, pero en Siquem se halla evidentemente en una condición espiritual poco elevada, y sufre por ello, como siempre sucede cuando no sabemos entrar en la posición que nos corresponde. Las dos tribus y media que se establecieron al otro lado del Jordán fueron los primeros en caer en manos del enemigo. Lo propio sucedió con Jacob.
En el capítulo 34 vemos los amargos frutos de su vida en Siquem y qué dificultad resultó de ello para su familia, a pesar de los esfuerzos de Simeón y Leví. Ellos lo querían arreglar todo por la violencia y la energía de la naturaleza, cometiendo así un acto que aumentara sobremanera la pena de Jacob. Sufre Jacob aun más con la violencia de esos hijos que con el insulto inferido a su hija. “Entonces dijo Jacob a Simeón y a Leví: Me habéis turbado con hacerme abominable a los moradores de esta tierra, el cananeo y el ferezeo; y teniendo yo pocos hombres, se juntarán contra mí y me atacarán, y seré destruido yo y mi casa” (34:30). De modo que fueron las consecuencias concernientes a él las que más afectaron a Jacob. Continuará...
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