domingo, 26 de enero de 2025

GÉNESIS PARTE 229

DIOS SE SIRVE DE LAS CIRCUNSTANCIAS PARA DISCIPLINAR A JACOB En Harán se manifiesta el corazón del hombre De modo que, si bien la Palabra de Dios establece claramente la elección, también rechaza cuidadosamente la reprobación. Al verse en el cielo, cada uno de los bienaventurados habrá de dar gracias de ello a Dios solo, y todo aquel que se halle en el infierno sólo a sí mismo podrá culparse de ello. haber imaginado que la visión no revelaría a Jacob lo que es la gracia? Pero la revelación de Dios en Bet-el es muy diferente de la conducta de Jacob en Harán. Ésta, sin embargo, no es otra cosa que el resultado de la comprensión que tuvo de esa revelación. El carácter y la conducta de un hombre son la verdadera medida de la experiencia y de la convicción de su alma, cualquiera que fuese su profesión. Jacob no había llegado todavía a conocerse tal cual era delante de Dios, y, por consiguiente, ignoraba lo que en realidad era la gracia. Y dio pruebas de su ignorancia midiéndose con Labán y adoptando sus máximas y modos de proceder. El conocimiento de sí mismo No podemos menos de quedar admirados del hecho de que la providencia de Dios se haya valido de la incapacidad de Jacob, en cuanto a conocer y juzgar ante Él su carácter innato y carnal, a fin de llevarle a un lugar particularmente propio para que se manifestara plenamente ese carácter en sus rasgos más salientes. Fue conducido a Harán, al país de Labán y de Rebeca, a la misma escuela de donde habían salido los principios que tan hábilmente puso en práctica, y donde éstos se enseñaban, aplicaban y mantenían. Para saber lo que Dios era, fue necesario ir a Bet-el. Para saber lo que era el hombre, fue necesario ir a Harán. Luego, no habiendo podido captar Jacob la revelación que Dios había hecho de sí mismo en Bet-el, tuvo que ir a Harán para que fuera manifiesto lo que era. Allí ¡ay, qué esfuerzos para tener éxito, qué subterfugios, qué artimañas, qué astucia! Nada de confianza piadosa y gloriosa en Dios, nada de sencillez ni paciencia de fe. Dios estaba con Jacob, es verdad, porque nada podía impedir que se manifestara su gracia. Además, Jacob en algo reconocía la presencia y fidelidad de Dios; no obstante, nada podía hacer sin planes ni proyectos propios. No pudo dejar a Dios el cuidado de decidir por él respecto a sus mujeres y sus prendas. Procuraba arreglarlo todo por medio de su astucia y sus artificios. En una palabra, desde el principio hasta el fin Jacob era el suplantador ¿Dónde se halla un ejemplo de astucia más consumada que la que nos cuenta el capítulo 30:37-42? Aquí tenemos un perfecto retrato de Jacob. En lugar de dejar que Dios multiplicara “los borregos listados, pintados y salpicados de diversos colores”. Continuará...

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