sábado, 25 de enero de 2025

GÉNESIS PARTE 228

DIOS SE SIRVE DE LAS CIRCUNSTANCIAS PARA DISCIPLINAR A JACOB En Harán se manifiesta el corazón del hombre En cuanto a Jacob, toda su pena, toda su tribulación, al igual que su miserable negocio, como se demuestra en los tres capítulos que estamos considerando, son sólo resultado de su ignorancia de la gracia y de su incapacidad para confiarse implícitamente a la promesa de Dios. El que, después de haber recibido de Dios la promesa sin reserva de que se le daría la tierra de Canaán por heredad, podía decir: Si Dios “me diere pan para comer, y vestido para vestir” (28:20), debía de tener una pobre idea de Dios y de lo que era su promesa. Por eso es natural que le veamos esforzarse en hacer sus propios negocios del modo más ventajoso para sí mismo. Siempre sucede así cuando no se comprende lo que es la gracia. La profesión que podemos hacer de los principios de la gracia no constituye la medida de la experiencia que tenemos del poder de la gracia. ¿Quién podría?. Todo hombre espiritual advertirá, no sin profundo interés, con qué cuidado el Espíritu de Dios, en Romanos 9 y en otras partes de la Escritura, nos pone en guardia contra la horrible inducción que el espíritu humano ha extraído a menudo de la doctrina de la elección de Dios. Cuando Él habla de los “vasos de ira”, se limita a decir que ellos estaban o están “preparados para destrucción”. No dice que sea Dios quien los haya preparado. En cambio, cuando alude a los “vasos de misericordia” dice: “que él preparó de antemano para gloria”. Esta diferencia es muy notable. Si el lector lee Mateo 25:34-41, encontrará otro ejemplo igualmente llamativo y hermoso de la misma doctrina. Cuando el Rey se dirige a los de su derecha, dice: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo” (v. 34). Pero, cuando habla a los que están a su izquierda, dice: “Apartaos de mí, malditos”. No dice: «Malditos por mi Padre». Luego agrega: “al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles” (v. 41) y no «para vosotros». En una palabra, pues, es evidente que Dios ha “preparado” un reino de gloria y “vasos de misericordia” para heredar ese reino, pero no ha preparado el “fuego eterno” para los hombres, sino para “el diablo y sus ángeles”; y que él no ha preparado los “vasos de ira”, sino que ellos mismos se han hecho. Continuará...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario