sábado, 18 de enero de 2025

GÉNESIS PARTE 221

JACOB HUYE A HARÁN Los amargos frutos “Salió, pues, Jacob de Beerseba, y fue a Harán. Y llegó a un cierto lugar y durmió allí, porque ya el sol se había puesto; y tomó de las piedras de aquel paraje y puso a su cabecera, y se acostó en aquel lugar” (v. 10-11). Aquí se halla el fugitivo y errante Jacob precisamente en la debida condición para que Dios pueda encontrarse con él y desplegar ante su vista sus consejos de gracia y su gloria. Nada expresa mejor la nulidad e impotencia del hombre que la condición a que se ve reducido Jacob aquí: en la inercia del sueño bajo la bóveda del cielo, con una piedra por almohada. “Y soñó: y he aquí una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella. Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella, el cual dijo: Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia. Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente. He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho” (v. 12-15). Vemos cómo el Dios de Bet-el revela a Jacob sus planes respecto a él mismo y a su posteridad. Esto, en realidad, es “gracia y gloria” (Salmo 84:11). Esta escalera apoyada en la tierra lleva naturalmente al corazón a meditar sobre la manifestación de la gracia en la obra y la persona del Hijo de Dios. Sobre la tierra se cumplió la maravillosa obra que constituye la base, el fundamento sólido y eterno de todos los consejos en orden a Israel, a la Iglesia y al mundo. En la tierra vivió, trabajó y murió Jesús para quitar por su muerte todo lo que obstaculizaba el cumplimiento de los designios de Dios para la bendición del hombre. Pero el extremo de la escalera “tocaba en el cielo”. Ésta formaba el medio de comunicación entre el cielo y la tierra, y “he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella”, hermoso y sorprendente símbolo de Aquel por el cual Dios descendió hasta lo más profundo de la miseria del hombre y por el cual también elevó al hombre y le estableció en su presencia para siempre por el poder de la justicia divina. Continuará...

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