jueves, 16 de enero de 2025

GÉNESIS PARTE 219

ISAAC A LAS PUERTAS DE LA ETERNIDAD Rebeca y Jacob: falta de dependencia y de confianza en Dios Tremendas consecuencias c) para Esaú Finalmente, en cuanto a Esaú, el apóstol le llama un “profano... que por una sola comida vendió su primogenitura” (Hebreos 12:16) y que más tarde, “deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas” (v. 17). De esto aprendemos que un “profano” es persona que a la vez quiere poseer el cielo y la tierra y disfrutar del presente sin perder el derecho al porvenir. Todo mundano que profesa ser cristiano, cuya conciencia nunca ha experimentado los efectos de la verdad y cuyo corazón siempre ha quedado extraño a la influencia de la gracia, se halla en este caso, y el número de ellos es grande. JACOB HUYE A HARÁN Los amargos frutos Ahora acompañaremos a Jacob lejos de la casa paterna, donde vaga solitario y sin asilo en la tierra. Dios empieza aquí a ocuparse de él de un modo especial, y Jacob empieza a recoger en cierta medida el amargo fruto de su conducta con Esaú. Al mismo tiempo, vemos a Dios pasar por alto toda la flaqueza y la locura de su siervo y desplegar su gracia y su sabiduría infinitas en sus caminos para con él. Dios cumplirá sus designios por cualquier medio, pero si el hijo de Dios, en su impaciencia e incredulidad, quiere sustraerse al gobierno de su Amo, no puede esperar otra cosa que pasar por experiencias dolorosas y sufrir saludable castigo. Eso le sucedió a Jacob: no habría tenido necesidad de huir a Harán si le hubiese dejado a Dios el cuidado de obrar a su favor. Dios ciertamente se habría encargado de Esaú, haciéndole ocupar el debido lugar e induciéndolo a aceptar la porción que se le había destinado, de manera que Jacob pudiera gozar de la dulce paz que sólo se halla en la completa sumisión a Dios y a sus designios en todas las cosas. Continuará...

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