lunes, 13 de enero de 2025

GÉNESIS PARTE 216

ISAAC A LAS PUERTAS DE LA ETERNIDAD Rebeca y Jacob: falta de dependencia y de confianza en Dios ¡Cuán poco conocía Jacob, al principio de su carrera, “ese sentir” bendito! ¡Cuán poco dispuesto se hallaba a remitirse a Dios respecto al tiempo y a los medios! Él prefería conseguir la bendición y la herencia mediante toda clase de astucias y fraudes antes que por la simple dependencia respecto de Dios y la sumisión a ese Dios que por gracia le había elegido para ser heredero de las promesas, y que por su sabiduría y poder ilimitado cumpliría infaliblemente todas las cosas que le había prometido. Mas ¡ay! sabemos demasiado cómo el corazón se rebela contra tal dependencia y sumisión. Prefiere cualquier cosa antes que este estado de paciente espera. El hombre natural, que no tuviera recurso en Dios, caería sin falta en la desesperación. Este hecho basta para hacemos comprender el verdadero carácter de la naturaleza humana; y para conocer esta naturaleza no es necesario penetrar en los antros donde reinan libremente el vicio y el crimen. No; basta colocarla un poco en estado de dependencia y pronto se verá cómo se conduce. Como no conoce a Dios, no se puede entregar a él: en esto radica el secreto de su miseria y de su degeneración moral. Desconoce por completo al verdadero Dios y, por consiguiente, no puede ser más que algo miserable e inútil. El conocimiento de Dios es fuente de vida; aun más, es la vida misma, y ¿qué es el hombre o qué puede ser hasta que tenga la vida? Vemos en Rebeca y en Jacob cómo la naturaleza humana saca ventaja de la naturaleza de Isaac y de la de Esaú. El proceder de Rebeca y de Jacob no es otra cosa: no hay en ellos ninguna dependencia de Dios, ninguna clase de confianza en Dios. Era fácil engañar a Isaac, porque sus ojos estaban ofuscados, por lo cual Rebeca y Jacob se propusieron hacerlo en lugar de mirar a Dios, quien podría haber hecho completamente nulo el designio de Isaac de bendecir a quien Dios no quería bendecir, pues ese designio de Isaac tenía su origen en la naturaleza, y en la naturaleza menos amable, porque Isaac amaba a Esaú no por ser el hijo mayor, sino porque le gustaban sus guisados de caza. ¡Cuán humillante es todo eso! Continuará...

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