domingo, 12 de enero de 2025

GÉNESIS PARTE 215

ISAAC A LAS PUERTAS DE LA ETERNIDAD El hombre natural y los planes de Dios Ciertamente era designio de Dios fortalecer y sostener a su Hijo; era su propósito que él viniera “a su templo” (Malaquías 3:1); como también que a él le tenía destinados los reinos del mundo; pero ésa era precisamente la razón por la cual el Señor Jesús quería confiarse simple y perseverantemente a Dios para el cumplimiento de tales designios, en el tiempo y de la manera determinados por Dios. No procura el cumplimiento de su propia voluntad, sino que se abandona del todo a Dios. No comerá hasta que Dios le proporcione pan; no entrará en el templo hasta que Dios le envíe; no subirá al trono hasta que Dios lo quiera. “Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies” (Salmo 110:1) Esta completa sujeción del Hijo al Padre es admirable más allá de toda expresión. Aunque perfectamente igual a Dios, toma como hombre la posición de dependencia, hallando siempre su deleite en hacer la voluntad del Padre, dándole gracias aun en los momentos en que las cosas parecen oponérsele, haciendo siempre lo que es agradable al Padre, teniendo siempre e invariablemente por objeto glorificar al Padre. Y cuando finalmente todo lo hubo acabado, cuando hubo terminado perfectamente la obra que el Padre le había encomendado, remitió su espíritu en las manos del Padre, mientras su carne reposaba en espera de la gloria y la elevación prometidas. Muy a propósito resulta, entonces, la exhortación de Pablo: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:5-11). Continuará...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario