sábado, 4 de enero de 2025

GÉNESIS PARTE 208

“ISAAC EN GERAR Y EN BEERSEBA En Gerar, una falsa posición Pero acaso se dirá: Si Isaac se hallaba en una posición falsa en Gerar ¿por qué leemos que sembró “en aquella tierra, y cosechó aquel año ciento por uno; y le bendijo Jehová”? (v. 12). Respondemos que la bendición material no es prueba de que una persona se halle en la condición deseada por Dios. Como ya hemos tenido ocasión de mencionarlo, hay gran diferencia entre la bendición del Señor y su presencia. Muchos disfrutan de la bendición, pero no de su presencia; sin embargo, el corazón se siente inclinado a tomar la una por la otra, a confundir la bendición con la presencia de Dios, o cuando menos a persuadirse de que la una necesariamente debe acompañar a la otra. Éste es un gran error. ¡Cuántos y cuántos vemos que, si bien están rodeados de las bendiciones de Dios, no disfrutan de su presencia, y ni siquiera la desean! Es importante ver esto. Un hombre muy bien puede ir prosperando y engrandeciéndose “hasta hacerse muy poderoso, y (tener) hato de ovejas, y hato de vacas y mucha labranza” (v. 13) sin que por eso goce plena y libremente de la presencia del Señor. Hato de ovejas y hato de vacas no son el Señor. Estos bienes pudieron despertar envidia en los filisteos, lo que no habría significado la presencia del Señor. Isaac bien podría haber disfrutado de la comunión más dichosa con Dios, sin que los filisteos lo advirtieran, por la sencilla razón de que eran incapaces de comprender y apreciar el valor de tal realidad. Ellos podían apreciar rebaños, hatos de ganado, siervos y pozos de agua, pero lo que no podían apreciar era la presencia divina. En Beerseba, la restauración Por fin se alejó Isaac de los filisteos y subió a Beerseba. “Y se le apareció Jehová aquella noche, y le dijo: Yo soy el Dios de Abraham tu padre; no temas, porque yo estoy contigo, y te bendeciré” (v. 24). No sólo estaba ahora con él la bendición del Señor, sino el Señor mismo. Y ¿por qué? Porque Isaac se había alejado ya de los filisteos con todas sus envidias, sus querellas y sus altercados para irse a Beerseba. Allí podía el Señor manifestarse a su siervo, mientras que no podía acompañarle con su presencia en Gerar, si bien con mano pródiga le dispensaba sus bendiciones durante su permanencia en ese lugar. Continuará...

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