jueves, 26 de diciembre de 2024

GÉNESIS PARTE 200

GÉNESIS REBECA, FIGURA DE LA IGLESIA La Iglesia, complemento de Cristo Ella está destinada no solamente a ser “tal como él es” (1 Juan 3:2), sino que es ya como él, según está escrito: “En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo” (1 Juan 4:17). Esta preciosa verdad proporciona al alma plena confianza. “Estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Éste es el verdadero Dios, y la vida eterna” (1 Juan 5:20). Toda incertidumbre está excluida, porque todo se ha asegurado a la esposa en el Esposo. Todo lo que pertenecía a Isaac llegó a ser propiedad de Rebeca, porque Isaac le pertenecía a ella. Asimismo todo lo que pertenece a Cristo está a disposición de la Iglesia: “Todo es vuestro: sea Pablo, sea Apolos, sea Cefas, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo por venir, todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios” (1 Corintios 3:21-23). Cristo es “cabeza sobre todas las cosas a la iglesia” (Efesios 1:22). El gozo de Cristo por toda la eternidad consistirá en manifestar a la Iglesia en la gloria y mostrar la hermosura de la cual la ha revestido, porque la gloria y la hermosura de la Iglesia no serán más que el reflejo de la gloria y hermosura de Él. Los ángeles y principados contemplarán en la Iglesia la manifestación maravillosa de la sabiduría, el poder y la gracia de Dios en Cristo. El testimonio del Espíritu Santo Fijémonos ahora en el segundo punto que más arriba hemos mencionado, a saber: el testimonio. El siervo de Abraham fue portador de un testimonio claro y preciso. “Entonces dijo: Yo soy criado de Abraham. Y Jehová ha bendecido mucho a mi amo, y él se ha engrandecido; y le ha dado ovejas y vacas, plata y oro, siervos y siervas, camellos y asnos. Y Sara, mujer de mi amo, dio a luz en su vejez un hijo a mi señor, quien le ha dado a él todo cuanto tiene” (v. 34- 36). Así revela al padre y al hijo: tal es su testimonio. Habla de las inmensas riquezas del padre explicando como éste todo lo ha dado al hijo, en virtud de que es el unigénito y el objeto del amor del padre. Mediante este testimonio el servidor procura conseguir esposa para el hijo. Casi huelga decir que la Escritura nos representa aquí, en figura y de un modo sorprendente, el testimonio del Espíritu Santo que fue enviado del cielo a la tierra el día de Pentecostés. “Cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí” (Juan 15:26). Continuará...

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