jueves, 21 de noviembre de 2024

GÉNESIS PARTE 167

GÉNESIS LOT Y EL JUICIO DE SODOMA La elección de Lot Recibir la hospitalidad de alguien es un acto de gran significado y la expresión de completa comunión con aquel de quien se recibe: “Entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”. “Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad” (Apocalipsis 3:20; Hechos 16:15). Si ellos no hubiesen tenido tal concepto de ella (es decir, de Lidia) no habrían aceptado su hospitalidad. La respuesta, pues, que los ángeles dan a Lot encierra una positiva condena de la posición que éste ocupaba en Sodoma: preferían pasar la noche en la calle que abrigarse bajo el tejado de uno que se hallaba en una falsa posición. Por cierto que su único objeto al ir a Sodoma parece haber sido el de librar a Lot, y esto a causa de Abraham, tal como está escrito: “Así, cuando destruyó Dios las ciudades de la llanura, Dios se acordó de Abraham, y envió fuera a Lot de en medio de la destrucción, al asolar las ciudades donde Lot estaba” (v. 29). Esta afirmación prueba que Lot fue salvado por amor a Abraham. Dios no simpatiza con un corazón mundano como el que llevó a Lot a establecerse en medio de la corrupción de la criminal Sodoma. No fue su fe, ni la mente espiritual, ni “su alma justa”, sino fue el amor por el presente siglo malo el que le arrastró primero a escoger, después a “poner sus tiendas hasta Sodoma”, y, por fin, a sentarse “a la puerta de Sodoma”. ¡Qué triste elección la suya! Una “cisterna rota” que no podía contener agua; una “caña frágil” que le penetró la mano (Jeremías 2:13; Isaías 36:6). Cosa amarga es para uno quererse gobernar a sí mismo de cualquier modo que sea; así se cometen tan sólo los errores más graves. Infinitamente más vale dejar a Dios el cuidado de trazarnos el camino, confiándole como pequeñuelos todo cuanto nos concierne, ya que él es quien puede y quien quiere hacer todas las cosas por nosotros; poner la pluma —por así decirlo— en su bendita mano y permitirle trazar toda nuestra vida conforme a su infalible sabiduría y su amor infinito. Continuará...

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