domingo, 17 de noviembre de 2024

GENESIS PARTE 163

GÉNESIS ANDAR POR LA FE - LA CIRCUNCISIÓN Las profecías y la esperanza Antes de terminar este capítulo, quisiera hacer una observación, directa o indirectamente relacionada con el asunto, que siempre es digna de atención. Cuando se estudian las Escrituras, es de gran importancia distinguir entre el gobierno moral de Dios respecto al mundo y la esperanza particular de la Iglesia. Todas las profecías del Antiguo Testamento, y buena parte de las del Nuevo, tratan del gobierno moral de Dios sobre el mundo, y ofrecen así a todo cristiano temas de estudio de gran interés. Es ciertamente interesante saber lo que hace Dios y lo que hará con todas las naciones de la tierra; es interesante leer sus pensamientos respecto a Tiro, Babilonia, Nínive, Jerusalén, Egipto, Asiria y la tierra de Israel. En resumen, todo el tenor de la profecía del Antiguo Testamento demanda la atención con oración de parte de todo verdadero creyente. Pero acordémonos de que estas profecías no contienen la esperanza especial de la Iglesia; porque si la existencia misma de la Iglesia no estaba todavía revelada de un modo directo ¿cómo se hallará en ellas su esperanza? ¡Imposible! No por eso las profecías del Antiguo Testamento dejan de proveer una rica cosecha de principios divinos y morales, de los cuales puede aprovechar la Iglesia; pero esto es muy diferente a querer encontrar en estas profecias la revelación de la existencia y de la esperanza particular de la Iglesia. No obstante, una buena parte de estas profecías se ha aplicado a la Iglesia, y así se ha oscurecido y embrollado de tal manera todo el asunto que los espíritus sencillos se retraen del estudio tan lleno de enseñanzas y descuidan aun lo que es del todo distinto de las profecías, a saber, la esperanza de la Iglesia. No necesitamos repetir que esta esperanza no tiene relación alguna con lo que concierne a los caminos de Dios para con las naciones,sino que consiste en ir al encuentro del Señor en el aire, para estar para siempre con él y ser como él (véase 1 Tesalonicenses 4:13 y siguientes). Continuará...

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