domingo, 10 de noviembre de 2024

GÉNESIS PARTE 156

ANDAR POR LA FE - LA CIRCUNCISIÓN El Dios Todopoderoso ¡Cuánta diferencia hay entre la actitud de Abraham en el capítulo anterior y en éste! En el uno tiene delante de sí la naturaleza humana; en el otro, está en la presencia del Dios Todopoderoso. En el uno se agita; en el otro adora. En el uno recurre a sus propias combinaciones y a los cálculos de Sarai; en el otro se abandona —con todo lo que le concierne, su presente y su futuro— en las manos de Dios, permitiéndole obrar en él y por él. Ésta es la razón por la cual Dios puede decirle: Yo te haré... Yo te estableceré... Yo te daré... Yo te bendeciré. En una palabra, Dios solo y su obra son el asunto, y ahí está el verdadero descanso del corazón que ha aprendido algo de sí mismo. La circuncisión Ahora se introduce el pacto de la circuncisión. Es preciso que cada uno de los miembros de la familia de la fe, sin excepción alguna, lleve en su cuerpo el sello del pacto. “Será circuncidado todo varón de entre vosotros... el nacido en tu casa, y el comprado por tu dinero; y estará mi pacto en vuestra carne por pacto perpetuo. Y el varón incircunciso, el que no hubiere circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona será cortada de su pueblo; ha violado mi pacto” (v. 9-14). En el capítulo 4 de la epístola a los Romanos vemos que la circuncisión era el “sello de la justicia de la fe” (v. 11). Abraham “creyó a Jehová, y le fue contado por justicia” (15:6). Como Dios le tenía por justo, puso su “sello” en él. Sellados con el Espíritu Santo El sello con el cual el creyente es sellado en la actualidad, no es, como entonces, una señal en la carne, sino que es “el Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención” (Efesios 4:30). Y esto se funda en la relación eterna del cristiano con Cristo y en su perfecta identificación con él en la muerte y la resurrección, como está escrito: “Estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad. En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos. Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados” Continuará...

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