jueves, 31 de octubre de 2024

GÉNESIS PARTE 146

LA INCREDULIDAD Y SUS CONSECUENCIAS FUNESTAS Retorno de Agar Todo esto debe considerarse bajo un doble punto de vista: en primer lugar, cual manifestación de un principio práctico de gran importancia; y luego, bajo el punto de vista de la doctrina. Primero, pues, aprendemos aquí que, cuando por la incredulidad del corazón hemos caído en alguna falta, ésta no se remedia en un solo momento, ni por artificios propios. Se requiere que las cosas sigan su curso. “Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna” (Gálatas 6:7, 8). Éste es un principio invariable que hallamos en toda la Escritura y en nuestra propia experiencia. La gracia perdona el pecado y restaura el alma; pero es preciso que recojamos lo que hayamos sembrado. Abraham y Sarai tuvieron que soportar por años la presencia de la esclava y su hijo, no pudiendo deshacerse de ellos sino conforme a la voluntad de Dios. Hay bendición especial en abandonarse a Dios. Si Abraham y Sarai hubiesen hecho esto en el caso que nos ocupa, jamás habrían tenido que verse atormentados por la presencia de la esclava y su hijo. Pero, habiendo recurrido a la naturaleza, era preciso que sufrieran las consecuencias de ello. A menudo ¡ay! somos como “novillo indómito”, cuando nuestra dicha positiva consistiría en permanecer tranquilos y callados “como un niño destetado de su madre” (Jeremías 31:18; Salmo 131:2). No podría haber dos figuras más opuestas que un novillo indómito y un niño recién destetado. El novillo indómito nos representa al que locamente patalea bajo el yugo de las circunstancias, haciendo su yugo tanto más penoso cuanto más se esfuerza para quitárselo de encima. El niño destetado es el símbolo del que se somete humildemente a cada disposición del Señor, y hace su suerte más agradable cuando se somete del todo al Señor. Continuará...

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