domingo, 27 de octubre de 2024

GÉNESIS PARTE 142

LA INCREDULIDAD Y SUS CONSECUENCIAS FUNESTAS Impaciencia de Sarai Aquí vemos cómo la incredulidad se apodera del espíritu de Abraham y de nuevo le hace abandonar por algún tiempo la senda de la dichosa y sencilla confianza en Dios. “Dijo entonces Sarai a Abram: Ya ves que Jehová me ha hecho estéril” (v. 2). Estas palabras son la expresión de la habitual impaciencia de la incredulidad. Abraham debía de haberlas considerado como se merecían, esperando pacientemente del Señor el cumplimiento de su promesa de gracia, pero nuestro pobre corazón natural prefiere algo muy diferente a un estado de espera-, recurre a expedientes y planes, buscando cualquier salida menos la de aguardar. Son dos cosas muy diferentes creer una promesa y esperar con paciencia su cumplimiento. La conducta del niño nos ofrece numerosos ejemplos de esto. Cuando le prometemos algo a uno de nuestros péqueñuelos, él no tiene la menor intención de dudar de nuestras palabras; sin embargo, le vemos muy agitado e impaciente respecto a cómo y cuándo cumpliremos nuestra promesa. En tal conducta del niño el más sabio puede ver como en un espejo su propia persona. En el capítulo 15 nos demuestra su fe; en el capítulo 16, no obstante, le vemos carecer de paciencia, y así podemos comprender mejor el sentido y la hermosura de lo que leemos en el capítulo 6 de la epístola a los Hebreos: “No os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas” (v. 12). Dios hace la promesa, la fe la cree; la esperanza anticipa la promesa y la paciencia aguarda tranquilamente su cumplimiento. En el comercio hay lo que se llama «valor actual» de una letra de cambio o giro a la orden, porque si uno ha de esperar por el pago de su dinero, debe también ser pagado por la espera. Lo mismo ocurre en el mundo de la fe: hay un valor presente de las promesas de Dios, y la medida que determina este valor es el conocimiento experimental de Dios en el corazón, porque de nuestra apreciación de Dios depende la evaluación que hacemos de sus promesas; además, el alma sumisa y paciente halla rica y plena recompensa en la espera del cumplimiento de todo lo que Dios ha prometido. Continuará...

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