martes, 22 de octubre de 2024

GÉNESIS PARTE 137

JEHOVÁ HACE PACTO CON ABRAHAM Herencia y sufrimientos Tratándose de la calidad de hijos, no hay “si”; no llegamos a la elevada dignidad de hijos por el sufrimiento sino por la potencia vivificadora del Espíritu Santo, fundada en la obra acabada de Cristo, según el consejo eterno de Dios. Nada puede desvirtuar esta posición. No llegamos a ser miembros de la familia por el sufrimiento, sino del reino, y Pablo dice a los tesalonicenses: “Para que seáis tenidos por dignos del reino de Dios, por el cual asimismo padecéis” (2 Tesalonicenses 1:5). Los tesalonicenses ya constituían parte de la familia, pero tenían por destino el reino, y el camino que conduce al mismo pasa a través de los padecimientos. Además, la medida de su sufrimiento por el reino debía corresponder con el grado de su devoción y de su conformidad con el Rey. Cuanto más nos asemejamos a él, tanto más sufriremos con él, y cuanto más profunda sea nuestra comunión con él en los sufrimientos, tanto más lo será nuestra comunión con él en la gloria. Hay diferencia entre la mansión del Padre y el reino del Hijo. En la primera se tratará de la capacidad de los hijos; en el segundo, se tratará de una posición conferida. Todos mis hijos se pueden sentar a mi mesa, pero la intensidad del gozo que les depare mi compañía y conversación dependerá del todo de su aptitud. El uno puede estar sentado en mis rodillas, en el pleno gozo de su relación conmigo, cual criatura, sin que sea capaz de comprender ni una sola de mis palabras; otro podrá dar prueba de inteligencia singular en la conversación, sin que, a pesar de ello, sea absolutamente más feliz que el pequeñuelo que yo tenga en mis rodillas. Pero, si se trata del servicio que los hijos sean capaces de hacerme —o sea, de su identificación pública conmigo—, ya la cosa se presenta del todo diferente. La comparación de que me he servido no es más que una débil simbolización para hacer patente la doble idea de capacidad en la casa del Padre y de posición conferida en el reino del Hijo. Continuará...

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