lunes, 7 de octubre de 2024

GÉNESIS PARTE 122

RESTAURACIÓN DE ABRAHAM Y SU SEPARACIÓN DE LOT Contraste entre la fe de Abraham y la mundanería de Lot Es cierto que la naturaleza del hombre, cualquiera sea su alcance y lo que abarque, nunca significará el más mínimo peligro de despojo para el tesoro de la fe. Ella buscará su porción en una dirección muy opuesta. La fe almacena sus tesoros en un lugar donde la naturaleza humana jamás soñaría buscarlos, y, en cuanto acercarse a ellos, no podría si quisiera y no lo haría si pudiera. De ahí que, por tanto, la fe se halle perfectamente segura y admirablemente desinteresada al permitir que la naturaleza haga su propia elección. Lot elige la llanura ¿Qué, pues, escogió Lot, cuando tuvo la libertad de elegir? Escogió, cual porción suya, Sodoma, el lugar mismo sobre el cual iba a estallar el juicio. ¿Cómo y por qué hizo Lot semejante elección? El caso es que miraba las apariencias exteriores y no el valor positivo y el destino futuro del lugar. El carácter real y positivo de Sodoma era la maldad (v. 13); y su destino futuro, “el juicio”, la destrucción por la lluvia de azufre y fuego desde los cielos. Pero se dirá: «Lot ignoraba todo eso». Es posible, y ¿no lo ignoraba Abraham también acaso? Pero Dios lo sabía, y si Lot hubiera dejado que Dios escogiera por él una herencia, Dios no le habría dado, por cierto, un lugar que iba a destruir. Pero Lot quería escoger por si mismo, y juzgó que Sodoma le convenia, aun cuando Sodoma no convenía a Dios. Descansaron sus ojos sobre “toda la llanura del Jordán, que toda ella era de riego”, quedando su corazón cautivado por ella, y “fue poniendo sus tiendas hasta Sodoma” (v. 10-12). Tal es la elección que hace la naturaleza humana. “Demas me ha desamparado, amando este mundo” (2 Timoteo 4:10). Por la misma razón abandonó Lot a Abraham, dejó el lugar del testimonio y entró, en el del juicio. La parte de Abraham “Y Jehová dijo a Abram, después que Lot se apartó de él: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y elsur, y al oriente y al occidente. Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre” (v. 14, 15). El altercado y la separación, lejos de dañar espiritualmente a Abraham, sirvieron para manifestar los principios celestes que le gobernaban y para fortalecer la vida de la fe en su alma. Además, sirvieron para iluminarle en el camino y librarle de una compañía que no podía sino estorbarle. Continuará...

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