jueves, 3 de octubre de 2024

GÉNESIS PARTE 118

GÉNESIS RESTAURACIÓN DE ABRAHAM Y SU SEPARACIÓN DE LOT Abraham vuelve hasta donde estaba antes su tienda La misma observación se puede hacer en el gran movimiento de la salida de Israel de Egipto: la multitud seguía a los hebreos, y ello les causó corrupción, debilidad y tribulación, como lo vemos en Números 11:4: “La gente extranjera que se mezcló con ellos tuvo un vivo deseo, y los hijos de Israel también volvieron a llorar y dijeron: ¡Quién nos diera a comer carne!”. Lo mismo todavía en los primeros días de la Iglesia —y desde entonces en todos los grandes m
ovimientos producidos por el Espíritu de Dios— se ha visto a gran número de personas asociarse a los movimientos bajo diversas influencias, las que, por no ser divinas, han resultado pasajeras, dejando pronto que tales personas se retiraran para ocupar su puesto en el mundo. No permanecerá nada que no sea de Dios; es preciso que para nosotros sea una realidad nuestra unión con el Dios viviente; es preciso que sintamos positivamente que él nos ha llamado a la posición que ocupamos, pues de otro modo no tendremos firmeza ni constancia en tal posición. No podemos seguir las pisadas de otro simplemente porque otro las haga. Dios, en su gracia, traza a cada uno de nosotros el camino que debe seguir, fijando a cada uno su esfera de acción y los deberes que cumplir; y a cada uno de nosotros le incumbe conocer cuál es su llamamiento y cuáles los deberes que pertenecen a esta vocación, para que, mediante la gracia que cada día se le dispensa, pueda trabajar eficazmente para la gloria de Dios. Poco importa cuál sea nuestra medida, con tal que Dios nos la haya dado. Podemos tener “cinco talentos”, o quizás “uno solo” (Mateo 25:14-30); pero, si negociamos este solo talento con la vista fija en el Señor, oiremos tan ciertamente sus palabras de aprobación: “Bien, buen siervo y fiel”, como si hubiéramos negociado los “cinco talentos”. Esto es alentador. Pablo y Pedro, Jacobo y Juan tuvieron cada uno su «medida» especial, su ministerio particular, y así Dios ha repartido a cada cual. Nadie debe mezclarse en el trabajo especial de otro. El carpintero tiene sierra y cepillo, martillo y escoplo, y se sirve de estos instrumentos conforme los necesita. Nada tiene menos valor que la simple imitación. En el mundo físico no la notamos, pero sí vemos que cada ser creado ocupa su esfera y llena su función; y si esto es así en el mundo físico ¡cuánto más en el mundo espiritual! El campo es bastante extenso pala todos. En una misma casa hay utensilios de diferente tamaño y forma, y todos son necesarios para el uso del amo. Continuará...

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