Imágenes de buenos días, pensamientos, versículos bíblicos, lectura de libros y videos de música, todo para servir a nuestro visitantes.
miércoles, 11 de septiembre de 2024
GÉNESIS PARTE 96
El arco en las nubes
Nos queda poco espacio en esta sección para tratar el contenido del capítulo 9. En él se nos habla de un nuevo pacto para dirigir la creación que salió renovada después del diluvio. “Bendijo Dios a Noé y a sus hijos, y les dijo: Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra” (v. 1). Notamos aquí que el mandamiento es universal en su aplicación y que era su deseo que los hombres se dispersasen por todas partes y que no concentraran sus esfuerzos en una sola parte.
Vamos a ver después, en el capítulo 11, cómo los hombres desoyeron ese mandato divino. El temor del hombre se ha infundido en toda criatura. El servicio que estos órdenes inferiores de la creación rinden al hombre tienen que ser el resultado de “el temor y el miedo” (v. 2) que ellos sintieron respecto de su amo. Por el eterno decreto de Dios, dado en unión con este nuevo pacto, la creación es librada de todo temor de un segundo diluvio. El juicio de Dios no se valdrá otra vez de ese medio para ejecutar sus fallos. “Por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua; pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos” (2 Pedro 3:6-7).
La tierra ha sido purificada una vez con agua, y tiene qué ser dépurada otra vez, pero con fuego; y en este segundo acrisolamiento no escaparán sino sólo aquellos que se hayan refugiado en Aquel que ha pasado por las hondas aguas de la muerte y que ha afrontado los fuegos consumidores del juicio divino. “Y dijo Dios: Ésta es la señal del pacto... mi arco he puesto en las nubes... Y me acordaré del pacto mío” (v. 12-15). Toda la creación deriva su confianza —en cuanto a su exención de otro diluvio— de la firmeza de ese pacto divino del cual el arco iris es la señal, y nos es grato pensar que toda vez que el arco de colores atraviesa las nubes, el ojo divino descansa sobre él, y no es simplemente el hombre el que se acuerda sino Dios también, cuya memoria no puede fallar jamás. Dios dice: “Me acordaré”. ¡Qué hermoso es pensar en las cosas que Dios ha prometido recordar y aquellas otras cosas que ha ofrecido olvidar! Se acordará de su propio pacto, pero no se acordará de los pecados de su pueblo. La cruz, que ratifica el pacto, deshace al mismo tiempo los pecados. Es la confianza que tenemos en esta promesa la que trae paz al corazón perturbado y da descanso a la conciencia. Continuará...
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
-
Un hombre mundano y un hombre de fe Luego se siente libre para dedicar los restantes seis días d...
-
ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL Por C.H.M. El incrédulo considera solamente los esfuerzos que hace el enemigo para contrarrestar los planes de ...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario