miércoles, 18 de septiembre de 2024

GÉNESIS PARTE 103

CONSTRUCCIÓN DE BABEL Confusión de lenguas e intervención de la gracia Si el lector quiere tener la bondad de leer el versículo 9 del capítulo 7 del Apocalipsis, verá una gran multitud dé toda nación, de toda tribu, de todo pueblo y de toda lengua, en pie delante del Cordero y todos dándole gloria a una voz. Entre los tres pasajes de la Escritura que acabamos de considerar, hay una relación instructiva e interesante. En el capítulo 11 del Génesis la diversidad de lenguas es la expresión del Juicio de Dios, en el capitulo 2 de los Hechos las lenguas son la dádiva de su gracia, y en el capítulo 7 del Apocalipsis todas estas lenguas están reunidas alrededor del Cordero rindiéndole tributo de gloria. La asociación de Dios culmina en gloria; la del hombre en confusión. La primera es introducida por el Espíritu Santo, y tiene por objeto el ensalzamiento de Cristo; la segunda es instituida por la profana energía del hombre caído, y tiene por objeto el ensalzamiento del hombre. Finalmente, yo diría que todos los que sinceramente desean conocer el verdadero carácter, objeto y resultado de las asociaciones humanas deben leer los primeros versículos del Génesis 11; y, por otra parte, todo el que desea conocer la excelencia, la belleza, el poder y carácter perdurable de la asociación divina, debe mirar a esa santa, viva y celestial corporación que en el Nuevo Testamento es llamada la Iglesia del Dios vivo, el cuerpo de Cristo, la esposa del Cordero. Quiera Dios hacernos considerar y comprender todas estas cosas Con fe poderosa, pues sólo así nuestras almas podrán sacar provecho de ellas. Las doctrinas más interesantes, como asimismo el conocimiento más profundo de las Escrituras, pueden dejar el corazón frío y estéril; es necesario buscar y hallar a Cristo en la Escritura y, habiéndole hallado, es preciso que nos alimentemos de él mediante la fe, para que recibamos la renovación, la unción y la potencia de vida que tanta falta nos hace en estos días de frío formalismo. ¿Qué provecho puede deparamos una ortodoxia fría, desprovista de la experiencia que nos haga poseer a un Cristo vivo, conocido en toda su potencia y toda la excelencia de su persona? La doctrina sana tiene, sin contradicción, importancia inmensa, y todo fiel siervo del Señor se sentirá imperiosamente llamado a retener “la forma de las sanas palabras”, tal como Pablo lo recomienda a Timoteo (2 Timoteo 1:13). Pero, después de todo, es en el Cristo vivo en quien está el alma y la vida, la esencia y sustancia de la sana doctrina. Quiera Dios que, por el poder del Espíritu Santo, veamos más hermosura y excelente gloria en Cristo, para que seamos completamente librados del espíritu y de los principios de Babel. Continuará...

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