lunes, 16 de septiembre de 2024

GÉNESIS PARTE 101

CONSTRUCCIÓN DE BABEL El hombre se establece en la tierra De modo que, bajo cualquier punto de vista que consideremos esta confederación babilónica, es muy instructivo ver desplegarse en ella el genio precoz y las facultades de la mente humana, independientemente de Dios. Al seguir el curso de la historia del mundo, encontramos entre los hombres, en todas partes, una muy marcada tendencia a formar asociaciones y confederaciones. Especialmente por este camino procura llevar a cabo sus designios. Trátese de filantropía, de religión o de política, nada se alcanza sin una asociación de hombres organizada en toda la regla. Es bueno tener presente este principio y verle en sus primeros comienzos, como así también la primera aplicación de la llanura de Sinar. La Escritura nos enseña de una vez tanto el plan, el objeto, el mismo intento, como la destrucción de esta asociación. Si en la actualidad miramos a nuestro alrededor ¿no vemos también en todas partes asociaciones, y tantas que sería inútil procurar enumerarlas? Son tan numerosas como los proyectos del corazón humano. Pero es importante notar que la primera de todas fue la de Sinar, organizada con el objeto —que nuestro siglo esclarecido y civilizado no negará— de promover los intereses de la humanidad y ensalzar el nombre del hombre. Pero la fe descubre una gran falta en todas esas asociaciones, pues excluyen a Dios. Luego, emprender la elevación del hombre sin Dios tiende a elevarle a una altura vertiginosa, donde resbalará su pie, haciéndole caer en una confusión desesperada y en una ruina sin remedio. El cristiano no debería conocer otra asociación que la de la Iglesia del Dios viviente, constituida en un cuerpo por el Espíritu Santo que ha descendido del cielo cual testigo de la glorificación de Cristo, para bautizar en un solo cuerpo a todos los creyentes, y hacer de ellos la morada de Dios. Babilonia es en todo sentido lo contrario de lo que es la Iglesia. Y finalmente llega Babilonia a ser “habitación de demonios”, según nos lo asegura el capítulo 18 del Apocalipsis. Continuará...

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