lunes, 19 de agosto de 2024

GÉNESIS PARTE 73

EL REINADO DE LA MUERTE Es esto lo que llena de seguridad la vida terrestre del cristiano. Cristo es su vida, un Cristo resucitado y glorificado, un Cristo que triunfa sobre toda oposición. La tranquilidad de Adán dependía de su obediencia, de manera que, en el momento en que desobedeció, su vida fue decomisada como una prenda perdida. Pero Cristo, teniendo vida en sí mismo, bajó del cielo a este mundo, se enfrentó con todas las condiciones que habían rodeado al hombre y vivió en medio de ellas sin pecar. Entonces, sometiéndose a la muerte voluntariamente, destruyó al enemigo que tenía el poder de la muerte y, por medio de su gloriosa resurrección, llegó a ser la vida y la justicia para todos los que creen en su nombre. Ahora es imposible que Satanás toque esta vida, sea en su fuente o en su curso, en su poder, en su operación o en su duración. Dios es su fuente; el Cristo resucitado es el canal de operación; el Espíritu Santo es su poder; el cielo es su esfera de acción y la eternidad es la medida de su duración. Por lo tanto, como era de esperar, para todo aquel que de este modo participa de la vida nueva, la escena ordinaria de su horizonte se transforma y, aunque es cierto que en medio de la vida estamos cara a cara con la muerte, es igualmente cierto para el cristiano que en medio de la muerte moral que le rodea en el mundo, en el que por fuerza está, posee la vida en abundancia. No hay muerte en esta nueva esfera a la cual Cristo introduce a su pueblo. ¿Cómo podría haberla? ¿No la ha abolido? Una cosa que ha sido abolida deja de existir, y la Palabra de Dios nos declara que, para el cristiano, la muerte en verdad ha sido abolida. Cristo entró en el mundo a fin de quitar la muerte y poner en su lugar la vida, de manera que nuestros ojos ya no contemplan la muerte sino la gloria de otra existencia abundante en la cual entramos, conducidos por su mano. Continuará...

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