sábado, 10 de agosto de 2024

GÉNESIS PARTE 64

Un hombre mundano y un hombre de fe Este principio vital, tan precioso para el bienestar del alma, participa de todo el valor, como también de toda la realidad y eficacia de la fuente de la que emana, y se arraiga una vez para siempre en el alma que es el objeto de sus propósitos. Esta fe justifica al alma (Romanos 5:1); purifica el corazón (Hechos 15:9); obra por medio del amor (Gálatas 5:6), y vence al mundo (1 Juan 5:41. Los sentimientos y las emociones nunca serían capaces de producir tales resultados. Pertenecen a la tierra y a la naturaleza humana. La fe pertenece a Dios y al cielo. Aquéllos se ocupan del yo mismo, mientras que ésta se ocupa de Cristo. Aquéllos miran hacia abajo y hacia el interior del corazón, mientras que la fe nos hace alzar la vista hacia Dios. Aquéllos dejan el alma en la duda y la oscuridad; ésta la conduce a la luz y a la paz. Aquéllos tienen que ver con una condición naturalmente vacilante e insegura; ésta nos pone en contacto con la verdad inmutable de Dios y con el sacrificio perdurable de Cristo. No queremos negar que la fe produzca sus sentimientos intensos, sentimientos espirituales y emociones sinceras, pero no hemos de confundir nunca los frutos de la fe con la fe misma. No me justifico porque tengo éste o aquel sentimiento ni porque mi fe produce sentimientos, sino simplemente porque tengo fe. ¿Qué es, pues, la fe? La fe cree a Dios cuando habla, acepta su palabra como final y convincente, reconoce que es Dios el que se le revela en la persona y en la obra divina del Señor Jesucristo. Comprender a Dios tal como es, es la suma de toda bendición en la vida presente y en todo el porvenir. Cuando el alma busca y halla a Dios, ha descubierto todo lo que necesita en esta vida y en la venidera. Pero Dios puede ser conocido y hallado sólo en la revelación que de sí mismo ha hecho y por medio de la fe que él mismo engendra y que se ejercita sobre esa revelación como el objeto de su creencia. Un sacrificio más excelente. Todas estas consideraciones nos ayudan a comprender algo del significado y de la virtud de la declaración que hemos hecho: “Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín”. Continuará...

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