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martes, 21 de marzo de 2023
LA PALABRA DE DIOS REVELADA A LOS HOMBRES 7
CAPITULO SIETE
LA REVELACION A ISAIAS
“El año de la muerte del rey Uzías, vi al Señor excelso y sublime, sentado en un trono; las orlas de su manto llenaban el templo” (Isaías 6: 1)
Esta revelación se da en el contexto de la muerte del rey Uzías, un rey que comenzó bien pero que termino mal; no importa como comencemos el camino del cristianismo sino como lo terminamos. Al final, el rey Uzías cometió el pecado de la soberbia, su éxito como rey lo hizo fracasar al no poder asimilarlo de la forma correcta, tenía que haber tomado su éxito con cautela, temor y humildad.
El querer tomar el lugar de los sacerdotes para ofrecer sacrificios e incienso era una blasfemia por lo que representa, los sacerdotes eran un tipo de Cristo como intercesor entre Dios y los hombres; hoy en día podría estar sucediendo algo similar, cada cristiano tiene su función dentro del cuerpo de Cristo, nadie puede usurpar el ministerio
de los demás porque es peligroso, mejor preocupémonos por realizar el nuestro a cabalidad.
Si hay algo que impida que Dios se manifieste es la soberbia (Orgullo), fruto de la carne, por esa razón, debemos hacer morir al viejo hombre que aún vive en nosotros; El énfasis en esta visión es la santidad
“Por encima de él había serafines, cada uno de los cuales tenía seis alas: con dos de ellas se cubrían el rostro, con dos se cubrían los pies, y con dos volaban. Y se decían el uno al otro: Santo, santo, santo es el SEÑOR Todopoderoso; toda la tierra está llena de su gloria” (Isaías 6: 2-3)
La reacción de Isaías fue de temor, porque la visión prácticamente lo desnudó y lo hizo verse tal como era.
Lo mismo pasa con nosotros, mientras más conocemos al Señor, más imperfectos nos vemos a nosotros mismos, hoy en día hay mucha soberbia en las congregaciones, la humildad no se alcanza a ver por ningún lado, solo se ven algunos destellos en sus miembros que podrían ser contados con los dedos de las manos, esto nos revela su falta de conocimiento de Dios, y su apatía por la lectura de la biblia, por eso viven una vida sin temor de Dios y con una presencia de Dios que solo existe en sus mentes. La biblia es un espejo para los cristianos, entre más la leemos, más veremos lo feo que somos (Y no me refiero al cuerpo en sí); mientras que si no la leemos, nos olvidamos de lo que somos, y terminamos creyéndonos el actor principal de una película.
“El que escucha la palabra pero no la pone en práctica es como el que se mira el rostro en un espejo y, después de mirarse, se va y se olvida en seguida de cómo es. Pero quien se fija atentamente en la ley perfecta que da libertad, y persevera en ella, no olvidando lo que ha oído sino haciéndolo, recibirá bendición al practicarla”
(Santiago 1: 23-25)
Una vez más vemos el temor a morir en aquellos que son testigos de las revelaciones de Dios, Isaías cree que va a morir porque se considera un hombre pecador que está delante de la Gloria de Dios, más sin embargo, Dios muestra su misericordia eterna enviándole a uno de sus serafines con un carbón encendido para purificar sus labios.
“Con la lengua bendecimos a nuestro Señor y Padre, y con ella maldecimos a las personas, creadas a imagen de Dios. De una misma boca salen bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así” (Santiago 3: 9- 10).
En el carbón encendido encontramos otra figura de Cristo, quien como fuego consumidor elimina de nosotros toda inmundicia con el fin de santificarnos.
“Dios nos escogió en él antes de la creación del mundo, para que seamos santos y sin mancha delante de él. En amor nos predestinó para ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo, según el buen propósito de su voluntad” (Efesios 1: 4-5)
Fuimos escogidos para ser santos, es por eso que Dios dice: “Sed santos como Yo Soy Santo” “Más bien, sean ustedes santos en todo lo que hagan, como también es santo quien los llamó; pues está escrito: «Sean santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1: 15-16)
En estos versículos vemos el llamado a la santidad, y la declaración: “Sean Santos porque Yo Soy Santo” más que una orden, es una declaración de santidad, en otras palabras, Dios nos ha declarado santos (Apartados) ahora nosotros podemos andar en santidad, algo que por sí solos no podíamos hacer.
“Dichosos y santos los que tienen parte en la primera resurrección. La segunda muerte no tiene poder sobre ellos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años” (Apoc. 20: 6)
De alguna manera ya hemos participado de la primera resurrección cuando Cristo resucitó, solo esperamos la resurrección del cuerpo, cuando venimos a Cristo nacemos de nuevo, ya que estábamos muertos en nuestros delitos y pecados, por eso dice: Dichosos y santos, porque fuimos apartados para participar en la primera resurrección.
Una recomendación para estos últimos días, si usted es santo, santifíquese más, apártese para el Señor lo más que pueda porque Él viene pronto.
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