lunes, 6 de febrero de 2023

MANANTIALES DE VIDA, LA GLORIA DE DIOS

LA GLORIA DE DIOS “El año de la muerte del rey Uzías, vi al Señor excelso y sublime, sentado en un trono; las orlas de su manto llenaban el templo" (Isaías 6: 1) El rey se ha vuelto arrogante por el poder y fama adquirida durante su reinado, El rey se cree con derechos que no le corresponden, claro, no hay otro rey en la región más poderoso que él, su ego se ha inflado como un globo aerostático que puede ser visto desde el último rincón de la tierra; eso lo impulsa a cometer el peor error de su vida: “Rebelarse contra Dios”. El atrevimiento de este rey fue tan mayúsculo que quiso quemar incienso en el altar de Dios, oficio que estaba reservado para los sacerdotes, para nadie más. “Detrás de él entró el sumo sacerdote Azarías, junto con ochenta sacerdotes del SEÑOR, todos ellos hombres valientes, quienes se le enfrentaron y le dijeron: «No corresponde a Su Majestad quemar el incienso al SEÑOR. Ésta es función de los sacerdotes descendientes de Aarón, pues son ellos los que están consagrados para quemar el incienso. Salga usted ahora mismo del santuario, pues ha pecado, y así Dios el SEÑOR no va a honrarlo.» Esto enfureció a Uzías, quien tenía en la mano un incensario listo para ofrecer el incienso. Pero en ese mismo instante, allí en el templo del SEÑOR, junto al altar del incienso y delante de los sacerdotes, la frente se le cubrió de lepra. Al ver que Uzías estaba leproso, el sumo sacerdote Azarías y los demás sacerdotes lo expulsaron de allí a toda prisa. Es más, él mismo se apresuró a salir, pues el SEÑOR lo había castigado (2 Crónicas 2 6: 17-20) Pretender ver a Dios cuando se vive en el pecado es algo absurdo, es imposible disfrutar de su presencia cuando la soberbia reina en nuestras vidas, la soberbia es tomada por Dios como rebelión. “Aunque el Señor es grande, toma en cuenta a los humildes, y está lejos de los orgullosos” (Salmos 138: 6) La gente orgullosa puede imaginarse que contempla a Dios, pero solo es eso, una imaginación, nada más cerca de la verdad que solo eso, una imaginación, porque Dios es Santo y no mora donde hay pecado. La única manera de que Dios se manifieste a nosotros es haciendo morir el viejo hombre que aún mora en nuestros cuerpos mortales, hay que hacer morir el orgullo, la vanagloria, el enaltecimiento y todo aquello que nos impide darle la gloria a Dios; curiosamente Dios se manifiesta al profeta Isaías exactamente el año en que muere el rey Uzías. “El año de la muerte del rey Uzías, vi al Señor excelso y sublime, sentado en un trono; las orlas de su manto llenaban el templo” (Isaías 6: 1) ¿Quiere ver la gloria de Dios? Despójese de su vieja manera de vivir y humíllese ante el poderoso y sublime Dios, entonces podrá hacerlo

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