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jueves, 19 de enero de 2023
MANANTIALES DE VIDA, DÍA DE CELEBRACIÓN
DIA DE CELEBRACION
"¡Cómo no debeis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios!"
(2 Pedro 3: 11-12)
Las escrituras recuerdan a diferentes personas. A Abraham se le recuerda como el que confía, a Moisés como a un líder, a Pablo por sus reveladores escritos, a Juan por su amor, Pero a Simeón no se le reconoce por ninguna de las anteriores, se le reconoce porque supo esperar.
"He aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él" (Lucas 2: 25)
La forma como Simeón esperaba la primera venida de Cristo es un modelo para nosotros de cómo esperar su segunda venida. Ese encuentro con Simeón sucede ocho días después del nacimiento de Jesús, José y María han traído a su hijo al templo para presentar un sacrificio, es día de la circuncisión, es día de dedicación, pero para Simeón es día de celebración.
Contemplemos a Simeón camino al templo, muchos amigos y vecinos lo saludan y él sin detenerse devuelve el saludo, ve a viejos conocidos en una esquina platicando y les sonríe sin detenerse, y es que debe de llegar a un lugar y no hay tiempo que perder.
Pero miren lo que dice el versículo 27 de Lucas capítulo 2:
"Movido por el Espíritu vino al templo", a lo mejor Simeón tenía otros planes para ese día, pero el Espíritu Santo ya tenía planes para él. Y es que no era la primera vez que el Espíritu Santo le susurraba al oído, miren lo siguiente:
"Le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería muerte antes que viese al Ungido del Señor" (Lucas 2: 26)
Cuando dice que esperaba la consolación de Israel, denota constante espera, todo el tiempo, en cualquier momento podría suceder, entendemos por consecuencia que Simeón andaba "de puntillas" todo el tiempo, con los ojos bien abiertos, esperando la venida del Salvador.
Pero, ¿cómo lo reconocería? Un pastor fue invitado a predicar a un país asiático, sin conocer el lugar ni la persona que lo invitaba, ¿cómo lo reconocería?, a lo mejor por un cartel en sus manos con su nombre, no lo sabía, pero estaba seguro que lo reconocería. ¿Se imaginan a Simeón viendo a todos lados?, ¿mirando a cada recién nacido?, ¿quién podrá ser?
Simeón esperaba expectante, con los brazos abiertos para recibirlo. ¿Será el mismo Espíritu Santo que estaba sobre Simeón el mismo que está en nosotros?, ¿No anhelamos ver el mismo rostro?, yo creo que sí, Lucas describe la actitud del siervo que vigila.
"Estén ceñidos vuestros lomos y vuestras lámparas encendidas y vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su Señor regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, le abran en seguida, Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles" (Lucas 12: 35-37)
¿Estaremos esperando de la misma manera que Simeón lo hacía? Si el Espíritu que moraba en Simeón mora en nosotros, yo creo que si, en el momento de su segunda venida seremos movidos por el Espíritu Santo (El aceite para nuestras lámparas) y estaremos listos para su encuentro.
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