EL SERMON DEL MONTE, COMENTARIOS
1- CAPITULO CINCO
DICHOSOS LOS QUE TIENEN HAMBRE Y SED DE JUSTICIA
“Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados” (Mateo 5: 6)
El mundo sufre un mal igual de mortal que el cáncer, y es la prostitución de la justicia terrenal, en cada país se ve que la justicia es selectiva, a los pobres se les aplica la ley y a los ricos y poderosos se les interpreta. Mi país El Salvador no es la excepción, se deja libre al corrupto que roba millones, y se condena a cinco años de prisión a alguien que se robó 7 dólares. Dicen que la justicia es una serpiente que solo muerde al descalzo, y tienen razón. Pero este mal ha existido desde que el hombre cayera en pecado, en la biblia, vez tras vez se condena esta práctica abominable que deja en desventaja al más pobre. El que justifica al impío, y el que condena al justo, ambos son igualmente abominación al SEÑOR. “Absolver al culpable y condenar al inocente son dos cosas que el SEÑOR aborrece” (Proverbios 17: 15) Levántate, Juez de la tierra, y dales su merecido a los soberbios. ¿Hasta cuándo, SEÑOR, hasta cuándo habrán de ufanarse los impíos? Todos esos malhechores son unos fanfarrones; a borbotones escupen su arrogancia. A tu pueblo, SEÑOR, lo pisotean; ¡oprimen a tu herencia! Matan a las viudas y a los extranjeros; a los huérfanos los asesinan. Y hasta dicen: «El SEÑOR no ve; el Dios de Jacob no se da cuenta.» (Salmos 94: 1-7) ¿Qué quiso decir Jesús con hambre y sed de justicia? No es sed de venganza o de dolor de los oprimidos o de los pobres, se trata de una justicia mayor, es más grande que el derecho de todo ser humano a la equidad, a la justicia social, se trata de la justicia divina, es un anhelo que existe en todo ser humano, incluso en el corazón de los más corruptos, es una sed que el mal no nos puede quitar, es la sed de Dios que es causada por la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas.
La justicia era perfecta antes de que el hombre cayera en pecado, podían gozar de esa bienaventuranza; Dios va a restaurar esa justicia perfecta junto con su bienaventuranza cuando haya purificado la tierra y se haya establecido el reino. No se puede vivir en pecado y ser felices a la vez. El anhelo de la justicia de Dios, nos hace bienaventurados, y se vuelve indestructible, pero a la vez, indispensable en la vida de cada ser humano. El ser humano no puede vivir sin beber agua, la sed viene por falta del vital líquido; de igual manera, no puede sobrevivir sin ingerir alimento, moriría de inanición, moriría irremediablemente, de ahí la palabra hambre; “Hambre y sed de justicia”, Dios dice “serán saciados”, la justicia es de gran importancia para Dios; si los encargados de aplicar la justicia en este mundo la aplican selectivamente, se la tendrán que ver con el Señor tarde o temprano, ojalá y los encargados de aplicar la justicia tuvieran conciencia de esto, y se arrepintieran de su mal proceder. Pero también hablemos de nuestra hambre y nuestra sed de hacer lo justo delante de Dios, la palabra de Dios nos desnuda y nos hace ver tal como somos, descubrimos que nuestro corazón no es recto delante de Dios, este descubrimiento nos angustia porque de esa manera no podemos tener una relación con Dios; este sentir nos califica para ser bienaventurados, pues a sabiendas que hemos sido justificados por el Cristo resucitado, seguimos teniendo esa hambre y sed de justicia porque aun nuestras acciones en la carne no son perfectas; es cierto que espiritualmente somos sin pecado, porque la nueva criatura en nosotros es de naturaleza divina, sin pecado, pero esa sed y esa hambre de justicia seguirá en nosotros hasta el fin de nuestra redención total.
Como Cowper clama:"¡Oh, anhelo un albergue en un vasto desierto, alguna ilimitada inmediación de sombra, donde el rumor de la opresión y del engaño, de la guerra fracasada o exitosa, no me alcanzara ya nunca jamás! Tengo sed, pero no como la tenía antes de compartir los vanos deleites de la tierra; tus heridas, Emanuel, todas me impiden que busque mis placeres allí." ¿Se puede obtener la justicia de Dios? “En aquellos días Judá estará a salvo, y Jerusalén morará segura. Y será llamada así: El SEÑOR es nuestra justicia” (Jeremías 33: 16) La justicia de Dios se adquiere aceptando a Jesucristo como nuestro único y suficiente salvador, con su resurrección ël nos justifica. “Él fue entregado a la muerte por nuestros pecados, y resucitó para nuestra justificación” (Romanos 4: 25) Los justos son los que mantienen relaciones correctas con Dios y con las personas que les rodean. Esto se da a partir de la humildad, porque es la única manera de mantener esta relación correcta. Pero nuestra sed y hambre también abarca la exoneración de nuestras culpas, que ya fueron purgadas en la cruz, el precio se pagó, un precio altísimo imposible de pagar por ningún ser humano, Jesús, al ver nuestra bajeza y pobreza, viene y ocupa nuestro lugar en la cruz, en la tumba, y en el infierno. Se hizo justicia y ahora somos exonerados por medio de su sangre de su sacrificio en la cruz del calvario.
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