MANANTIAL DE VIDA
HABITE EN LA CASA DE DIOS Capítulo veinte
“¡Cuán hermosas son tus moradas, SEÑOR Todopoderoso! Anhelo con el alma los atrios del SEÑOR; casi agonizo por estar en ellos. Con el corazón, con todo el cuerpo, canto alegre al Dios de la vida. SEÑOR Todopoderoso, rey mío y Dios mío, aun el gorrión halla casa cerca de tus altares; también la golondrina hace allí su nido, para poner sus polluelos. Dichoso el que habita en tu templo, pues siempre te está alabando” (Salmos 84: 1.4)
¡Gané, Gané! Gritaba emocionado, era una de esas raras ocasiones en que ganaba algo, la suerte en realidad, casi nunca me sonreía, pero esta vez había ganado un premio que consistía en pasar tres días y tres noches en uno de los mejores hoteles de playa, con todos los gastos pagados, incluyendo transporte; faltaba una semana para que yo y mi familia nos fuéramos de vacaciones por tres días; me gané ese premio con solo responder una frase publicitaria de un jabón para lavar que decía: “Jabón motita, que deja su ropa limpia y olorosita” Toda esa semana pasé durmiendo mal, no podía dormir pensando en ese fin de semana, el lunes anhelaba que ya fuera sábado, sería una experiencia confortante.
El salmista expresa en este salmo su admiración y anhelo por las moradas de Dios, anhela los atrios al menos, sentía morirse en su deseo de estar en las moradas eternas, esa sensación le causaba tanta alegría que cantaba con el alma; algo similar sentía yo por un lugar de lujo, pero terrenal; Dios anhela compartir sus moradas con nosotros, aun las aves hallaban un lugar en ese lugar tan glorioso. Aquí vemos la importancia de la alabanza a Dios porque dice: “Dichoso el que habita en tu templo, pues siempre te está alabando" La alabanza debe ser continua, a eso se refiere el holocausto continuo practicado por el pueblo de Israel en el tiempo antiguo, un sacrificio por la mañana y un sacrificio por la tarde, el altar siempre se mantenía ardiendo, por esa razón habían ayudantes de los sacerdotes, para que nunca faltara ese sacrificio. “Vale más pasar un día en tus atrios que mil fuera de ellos; prefiero cuidar la entrada de la casa de mi Dios que habitar entre los impíos” (Salmos 84: 10)
Si había alguien que sabía valorar la presencia de Dios ese era David (Un varón conforme al corazón de Dios), prefería pasar un día en la puerta de la casa de Dios, que mil días rodeado de impíos, David reconocía que Dios era generoso con los que confiaban en Él, que valoraba el hecho de conducirse sin tacha con tal de agradar a Dios, David entiende que es dichoso aquel varón que confía en Dios. Dios ponga ese anhelo en nosotros, el de estar todos los días de nuestra vida en su presencia y que no estemos satisfechos hasta lograr esa proeza, alabémosle constantemente con nuestro corazón, pero también con una actitud recta y sin tacha, porque eso es olor grato delante de Dios. Levantemos entonces una alabanza constante a nuestro Dios y seremos dichosos al disfrutar de nuestra estadía permanente y con todos los gastos pagados (Por Jesucristo en la cruz del calvario) en las moradas eternas donde está el trono de Dios.
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