MANANTIALES DE VIDA
EL DESIERTO, LA ESCUELA DE DIOS Capítulo catorce
"Un día en que Moisés estaba cuidando el rebaño de Jetro, su suegro, que era sacerdote de Madián, llevó las ovejas hasta el otro extremo del desierto y llegó a Horeb, la montaña de Dios. Estando allí, el ángel del SEÑOR se le apareció entre las llamas de una zarza ardiente. Moisés notó que la zarza estaba envuelta en llamas, pero que no se consumía" (Exodo 3: 1-2)
Si hay algo que descompone al ser humano es el éxito, el éxito mal manejado hace que el hombre se vuelva egocéntrico; en este mundo hay dos escuelas: la del mundo y la de Dios. En la escuela de Dios se desarrollan cualidades que no se obtienen leyendo libros, cualidades tales como: Humildad, mansedumbre, paciencia, etc. De Moisés se dice que era el hombre más manso de la tierra, y es que Moisés vivió alrededor de ochenta años en el desierto, cuarenta años apacentando las ovejas de su suegro Jetro, lo cual le capacitó para sacar al pueblo de Israel de Egipto y guiarlo por el desierto, y cuarenta años pastoreando a los israelitas. La palabra desierto en hebreo se escribe: MIDBAR, y se traduce como HABLAR, y es allí donde nos habla Dios, en el desierto. "Por eso, ahora voy a seducirla: me la llevaré al desierto y le hablaré con ternura. Allí le devolveré sus viñedos, y convertiré el valle de la Desgracia en el paso de la Esperanza. Allí me corresponderá, como en los días de su juventud, como en el día en que salió de Egipto" (Oseas 2: 14-15) Dios tiene un propósito en cada situación difícil que pasamos, El quiere formar un carácter recto en nosotros, pero también El espera que lo conozcamos en el desierto, que oigamos su voz en el más profundo silencio del desierto.
"Cumple fielmente todos los mandamientos que hoy te mando, para que vivas, te multipliques y tomes posesión de la tierra que el SEÑOR juró a tus antepasados. Recuerda que durante cuarenta años el SEÑOR tu Dios te llevó por todo el camino del desierto, y te humilló y te puso a prueba para conocer lo que había en tu corazón y ver si cumplirías o no sus mandamientos. Te humilló y te hizo pasar hambre, pero luego te alimentó con maná, comida que ni tú ni tus antepasados habían conocido, con lo que te enseñó que no sólo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de la boca del SEÑOR" (Deut. 8: 1-3) El desierto nos vuelve humildes, ahí queda toda arrogancia y toda confianza en la carne, es ahí donde muere el viejo hombre, ahí aprendemos a confiar en el Señor. Nadie alcanza la humildad por arte de magia, solamente se obtiene a través de los tratos de Dios en nuestras vidas, la iglesia de hoy quiere "salir en la foto", busca el protagonismo, todos quieren ser príncipes, nadie quiere cuidar ovejas.
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