domingo, 29 de junio de 2025

Ministerio cristiano evangélico: Manantial de Vida, Marcos capítulo 6

Ministerio cristiano : Manantial de Vida, Audiolibro "El Castigo Eterno" 14

EXODO PARTE 123

ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO DEL EXODO Por C.H.M. CAPITULO 14 El se ha puesto entre nosotros y nuestros pecados, y es nuestro privilegio verle ahora entre nosotros y toda persona o cosa que pudiere estar contra nosotros; y sólo así hallamos la paz del corazón y la de la conciencia. El creyente puede buscar sus pecados en ansiedad y diligencia, teniendo la seguridad que nunca más los hallará. ¿Por qué? Porque Dios está entre él y ellos. "Porque echaste tras tus espaldas todos mis pecados" (Isaías 38:17), y al mismo tiempo hace lucir sobre nosotros, a quienes ha reconciliado consigo, la luz de su rostro divino. De la misma manera, el creyente puede buscar sus dificultades y no hallarlas, porque Dios está entre él y ellas. Si, pues, en lugar de detenernos en nuestros pecados y en nuestras penas, nuestra mirada se detuviese en Cristo, más de una copa amarga sería endulzada, y muchas horas obscuras se verían iluminadas. Mas continuamente hacemos la experiencia de que la mayor parte de nuestras pruebas y pesares se componen principalmente de males anticipados y de pesares imaginarios, que sólo existen en nuestro espíritu enfermo, porque es incrédulo. Deseo que mi lector pueda conocer la paz sólida de la conciencia y del corazón, que es el resultado de tener a Cristo, en toda su plenitud, entre sí y todos sus pecados y todas sus penas. Es a la vez solemne e interesante notar el doble aspecto de la "columna", en este capítulo. La columna "era nube y tinieblas" para los Egipcios, mas "alumbraba a Israel de noche". ¡Qué semejanza con la cruz de nuestro Señor Jesucristo! Esta cruz tiene también un doble aspecto. Ella constituye el fundamento de la paz del creyente, y sella al mismo tiempo la condenación de un mundo culpable. La misma sangre que purifica la conciencia del creyente y le da paz perfecta, mancha este mundo y colma su pecado. La misma misión del Hijo de Dios, que despoja al mundo de su manto y le deja enteramente sin excusa, reviste a la Iglesia de un glorioso manto de justicia y llena su boca de alabanzas eternas. El mismo Cordero que llenará de terror a todas las tribus y pueblos de la tierra, por la grandeza de su ira, conducirá para siempre, con mano bondadosa, al rebaño que ha redimido con su preciosa sangre, a lugares de delicados pastos y junto a aguas de reposo. (Comp. Apoc. 6:15-17, con 7:13-17). El final de este capítulo nos muestra a Israel victorioso sobre la orilla del mar Rojo, y el ejército de Faraón sumergido en sus aguas. Este acontecimiento prueba que tanto los temores de los Israelitas, como los orgullosos discursos de los Egipcios, estaban igualmente desprovistos de fundamento. La gloriosa obra de Jehová había reducido a la nada los unos y los otros. Continuará...