sábado, 9 de noviembre de 2024

GÉNESIS PARTE 155

ANDAR POR LA FE - LA CIRCUNCISIÓN El Dios Todopoderoso Cuando, mediante la gracia, el alma cesa de confiar en la criatura, entonces —y sólo entonces— se halla en condiciones debidas para que Dios obre; y cuando Dios obra, todo marcha bien. Él no deja nada sin acabar; ordena perfectamente todo lo que concierne a los que ponen en él su confianza. Cuando la inmutable sabiduría, la omnipotencia y el amor infinito obran en conjunto, el corazón confiado puede disfrutar de imperturbado reposo. A no ser que hallemos la circunstancia demasiado grande o demasiado pequeña para “el Dios Todopoderoso”, no tenemos motivo alguno por el cual inquietamos; y es ésta una verdad poderosa y muy a propósito para colocar a todos los que creen en la bienaventurada posición en que hallamos a Abraham en este capítulo. Después de haberle dicho Dios positivamente: «Confíame todo, y yo proveeré a todo, más allá de todos tus ambiciosos deseos y de tus más queridas esperanzas (la descendencia, la herencia y todo cuanto de ello depende), todo estará perfecta y eternamente arreglado según el pacto del Dios Todopoderoso», “entonces Abram se postró sobre su rostro” (v. 3). ¡Bendita posición! La única propia que un pecador débil, desnudo e inútil debe ocupar en la presencia de un Dios vivo, Creador del cielo y de la tierra, poseedor de todas las cosas, “el Dios Todopoderoso.” “Y Dios habló con él”. Cuando el hombre está humillado en el polvo, Dios, por gracia, puede hablarle. La posición que aquí toma Abraham es la expresión de la completa humillación en la presencia de Dios, en el sentido de entera flaqueza y anonadamiento delante de Él, y tal humillación es segura precursora de la revelación de Dios mismo. Cuando la criatura permanece así delante de él, Dios se puede manifestar tal cual es, en toda la refulgente gloria de su persona. Él no dará su gloria a otro. Se puede revelar y permitir que el hombre adore en presencia de esa revelación, pero hasta que el hombre ocupe el lugar que le corresponde, Dios no puede desplegar ante él Su carácter. Continuará...

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